30 de mayo de 2007

Reflexiones en los días previos al Desfile

Como hemos comentado desde este espacio, el Desfile cívico que tendrá lugar el fin de semana en el trayecto de la Avenida Alem provoca sensaciones encontradas.

Muchos aprueban, por ejemplo, que la actual administración haya optado por la mencionada avenida en lugar del recorrido tradicional que tenía como epicentro la calle Salgado. Los choferes de remises, en su momento, fueron algunos de los trabajadores que se quejaron por los inconvenientes que les originaba el trayecto anterior.

Por otra parte, no deja de ser un hecho auspicioso que se integre la zona de la Avenida Alem a los festejos por el aniversario, por tratarse de un sector de la ciudad que se ha devaluado considerablemente en tiempos recientes. Esto es consecuencia de varios factores, pero a nadie escapa que “el centro”, o la zona céntrica, se ha trasladado hacia otras arterias que años atrás eran poco frecuentadas.

Muchas veces la apertura de un bar o de una confitería incide para que una determinada zona de la ciudad abandone el ostracismo y se integre al paisaje urbano.

Algo semejante ha sucedido en la intersección de Salgado y Castelli, donde funciona un local nocturno que tiene amplia aceptación en la juventud. Con el atractivo que genera para ambos sexos la presencia de "strippers", este comercio ha encontrado un modo relativamente barato de aumentar sus ventas los viernes por la noche, pues no hay que ser demasiado suspicaz para intuir que a sus dueños le resulta más rentable contratar dos tipos y una mina cuyo único talento (visible) es bailar semidesnudos en lugar de brindarle la posibilidad de dar a conocer sus canciones a una banda de rock local, como ocurría hasta no hace mucho tiempo.

Lo mismo puede decirse de otro ubicado en la calle Buenos Aires, cuyo nombre remite a la isla gobernada por Raúl Castro.

La calle Salgado, que divide en dos a la ciudad y constituye un punto de referencia obligado para el recién llegado, de a poco va recuperando protagonismo en toda su extensión, incluso pasando el puente del Canal homónimo, dado que se están construyendo en el Barrio Parque muchas viviendas que testimonian el boom inmobiliario que se vive en Lobos, más allá de esta retracción del consumo que se está percibiendo en los últimos dos meses.

18 de mayo de 2007

LOS AÑOS MARAVILLOSOS (PARTE II)


Admiro la versatilidad de los artistas, en todos los órdenes. Sin embargo, prefiero que se dediquen a lo que mejor saben hacer antes de explorar otras vetas más endebles. Ultimamente no genera extrañeza que un actor o actriz incursione como cantante, o viceversa. No obstante, los resultandos muchas veces distan de ser los esperados. El actor devenido cantante copia los "tics" de la actuación, desarrolla un histrionismo que le resulta muy eficaz para el videoclip o el concierto en vivo, pero totalmente inútil para pulir sus condiciones vocales y ofrecer una performance decente en el estudio de grabación. Todo lo contrario sucede con Barbra Streisand, excelente actriz y no menos talentosa cantante, fácilmente reconocible por sus ojos claros y su nariz prominente. Altamente recomendable para quien desee conocer más de su arte es el disco doble "The Essential Barbra Streisand" (Sony/BMG) , que tal como reza su nombre, recopila los éxitos más memorables de esta excepcional intérprete ligada con el glamour de Broadway y con el despliegue escénico de las grandes salas. Y si de salas se trata, dentro de su filmografía no puedo dejar de mencionar "El espejo tiene dos caras" , "El príncipe de las mareas", y - por supuesto- "Nace una estrella" (con Kris Kristofferson) tres grandes títulos en los cuales se ponen de manifiesto sus extraordinarias condiciones actorales.

Barbra encontró el éxito comercial allá por 1980, con el disco "Guilty", producido por el ex Bee Gees Barry Gibb, y precisamente con el tema que da título a la placa, un auténtico
crossover, término con el cual pretendemos definir a aquellas canciones que superan la aceptación previsible de su audiencia más fiel e incondicional para lograr una inmediata filiación con la cultura popular. Curiosamente, "Guilty" es un álbum que los seguidores de Barbra de la primera hora no terminan de digerir, por motivos que sería demasiado largo de explicar en este artículo. Pero es algo que suele darse con los fans. Los discos más exitosos comercialmente de su banda o solista preferidos son, como común denominador, aquellos de los que más desdeñan. Sucede con "The Wall", de Pink Floyd, por ejemplo, o con "Metallica", de Metallica (más conocido como The Black Album). Lo cierto es que, aunque las aludidas nunca lo admitan, Mariah Carey y Celine Dion le deben buena parte de sus carreras a Barbra Streisand, por allanarles el camino a la balada pop hiperproducida y con arreglos sofisticados (orquesta sinfónica, sintetizadores, etc. ). Por esas cosas de la vida, en su último disco de estudio Streisand retoma aquella exitoso ciclo de producción artística de Barry Gibb, y vuelve a trabajar con él para lanzar el álbum "Guilty Pleasures", que imita el arte de tapa de su exitoso predecesor de 1980.

10 de mayo de 2007

EL ENCANTO DE LA FICCION (CUENTO)


El jueves por la tarde nos reunimos con Laura a tomar un café. Hacía tiempo que no tenía noticias de ella, y a decir verdad tampoco me desvelaba el hecho de tenerlas.

Mientras iba manejando rumbo al lugar de encuentro no pude evitar que cierto temor se apoderara de mí ante la inminencia de la colisión. No será ni más ni menos que eso, una colisión de egos y de frases inconexas, pensé. De vez en cuando llegaban a mis oídos algunos rumores acerca de su vida, siempre imprecisos, demasiado inconsistentes como para ser tomados en cuenta seriamente. Por eso, estaba dispuesto a dejar que fuera ella quien me pusiera al tanto de lo acontecido estos últimos años.

Con Laura habíamos tenido un noviazgo fugaz siendo adolescentes, y el primer punto en común que dio comienzo a lo que vendría después fue la música: a ambos nos gustaba mucho Pink Floyd y otras bandas de rock sinfónico que, en la década del '90, ya no tenían ni la difusión ni los seguidores de antaño. Pero discutíamos muchas veces por nimiedades, cualquier tontería era sobredimensionada y hacía que entráramos en conflicto. Así y todo, duramos 6 meses juntos. Por supuesto, fui varias veces a su casa durante ese período, y su familia siempre me recibió muy bien. 

Yo todavía conservaba recuerdos de aquellos encuentros íntimos, y creo que la frescura de los romances efímeros que sobrevienen en la Escuela Secundaria es imposible de recrear en las instancias sucesivas.

Pero ahora, los habíamos pasado los treinta y nos hallábamos en distintas etapas de la vida. Recién llegada de Francia, Laura paseaba su encanto por las calles de Lobos y se regodeaba con la envidia de sus viejos conocidos, que la observaban conducirse con la seguridad y la determinación de aquel que se encuentra en el ápice del éxito profesional. Por alguna extraña razón, cada vez que volvía a la Argentina ella pasaba por Lobos, se quedaba una semana en un hotel de la calle Junín, llamaba a unos pocos amigos, recorría la 9 de Julio el domingo por la tarde y el lunes siguiente regresaba a Europa sin dejar rastros.

Todavía no me explico por qué me llamó. Es cierto que teníamos una historia compartida, pero nunca me dio señales de que haya significado demasiado para ella.

Así que estoy aquí, esperándola.

Recuerdo una frase que me dijo al pasar, mientras hablábamos por teléfono: “No sabés lo que es el Barrio Latino. Estoy harta que toparme con los infelices que se van a Europa y lo primero que hacen es comprar yerba, dulce de leche, y escuchar Radio 10 por Internet”.

Evidentemente, Laura me dio la impresión de ser una mujer a la que no les gustaba mirar hacia atrás.

Llegué al bar unos quince minutos antes, por varios motivos. Quería elegir una buena mesa, que diera a la ventana. Además, necesitaba hilvanar bien las ideas y elaborar posibles respuestas para mostrarme seguro y aplomado ante cualquier pregunta que me descolocara. A esta mujer que se había vuelto afrancesada le gusta meter el dedo en la llaga, eso lo supe desde la primera vez la conocí. Sabía de su lucidez mental y de su facilidad para poner en evidencia las miserias ajenas de un modo elegante y aséptico. Otra razón de peso para ir al bar un rato antes era que me había propuesto buscar otros temas de conversación que eludieran la banalidad y los lugares comunes. Nada de “qué hay de tu vida”, “cómo es la vida en Francia” y boludeces por el estilo. Necesitaba concentrarme en temas que la dieran vuelo a la conversación. Confieso que por momentos se me cruzó por la mente la idea de irme del bar y dejarle al mozo algún pretexto para que le comunicara a Laura los motivos de mi súbita ausencia. No me hacía mucha gracia la idea de tener que planificar demasiado una conversación. Pero, al menos de mi parte, no había mucho que decir. Realmente me encontraba preocupado por pagar las deudas y ponerme al día con los usureros, de modo que el encuentro con una persona que estaba viviendo una realidad totalmente opuesta me despertaba una expectativa moderada. Desde que me escracharon en el Veraz nunca pude sacar un crédito en el banco y me vi obligado a pedir unos pesos a los buitres que sobrevolaban las financieras y las mesas de dinero. Mi insolvencia me hacía víctima fácil de la humillación y del escarnio público en un pueblo donde el que tiene un Audi A4 es considerado un millonario.

Me intrigaba saber si ella cedería ante el impulso de la vanidad y ensayaría gestos ampulosos ante mí, que no tenía mayores intenciones que entretenerme con una charla distendida y tomarme un respiro ante una situación que juzgaba asfixiantes.

Yo ya estaba de vuelta, y no iba a tolerar que ningún iluminado recién llegado de Europa me viniera a romper los esquemas o a intentar enseñarme la fórmula de la felicidad.

Cuando uno espera algo que nunca llega es entendible hasta cierto punto, pero cuando se aguarda la llegada de algo que ya está presente en nuestras vidas, no hay camino posible por recorrer, no hay distancia, hay miopía.

3 de mayo de 2007

SEXO, MENTIRAS Y VIDEO

Me disgustan terriblemente las escenas de sexo en el cine que aparecen sin ningún tipo de sentido, que no aportan nada a la trama de la película, y que -por si lo anteriormente expuesto fuera poco- son tan pésimamente actuadas que muestran a una mujer haciendo el amor con zapatos de taco o cubriéndose parcialmente con una sábana (¿alguien puede suponer que en la vida real existan parejas que tengan sexo cubriéndose con una sábana?). No soy ciertamente un puritano, tampoco acabo de escaparme de un monasterio. Debo decir que me parecen atinadas, y hasta necesarias, este tipo de escenas cuando resultan funcionales a lo que el director intenta expresar, tal como sucede en excelentes filmes como "Bajos Instintos", "9 semanas y media", "Ultimo tango en París", o tantos otros títulos que en este momento no me vienen a la mente. Me parece que a menudo el sexo es utilizado como un recurso burdo y barato para escandalizar, precisamente en tiempos en que todo ya ha sido dicho -y hecho- a ese respecto. No puedo comprender, tampoco, cuál es el placer que encuentran los consumidores de historietas eróticas o pornográficas (la última moda es un género que se ha dado en llamar Hentai). Si la intención del sujeto es excitarse, ¿por qué no ver una película y ya?
Tal vez estos planteos parezcan retrógrados, pero, insisto, los que me conocen saben que no soy precisamente un puritano, sólo me gustaría que se evitara el recurso fácil de incluir escenas eróticas o "porno soft", que suele estar motivado por un infantil espíritu de transgresión mal entendida. Otra muestra más de la subestimación que ejercen sobre el espectador los que mueven los hilos en la industria del entretenimiento.

Hasta que el destino nos alcance

  Nos tocó otros comienzo de semana con lluvia. La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de escribir algo nuevo. Pero, que sea algo “nu...