30 de octubre de 2013

La democracia que supimos conseguir

Hoy se cumplen 30 años desde que los argentinos pudimos elegir a un Presidente en forma democrática y sin condicionamientos de ningún tipo. Treinta años de una democracia que aún no existía cuando yo nací, en 1979. La plena vigencia del Estado de Derecho se la debemos, en parte, a los veteranos de Malvinas, quienes fueron a combatir en una guerra improvisada y desigual que trajo consigo la derrota. Todo ello precipitó los acontecimientos  y el fin del régimen militar que había llegado para quedarse desde 1976. La Dictadura fue nefasta en todo sentido, no sólo por las aberrantes violaciones a los Derechos Humanos, sino también por la política económica que generó más endeudamiento externo y el efímero furor de las baratijas importadas. Prefiero mil veces una democracia a una monarquía. De hecho, aborrezco las monarquías europeas, aunque haya un Parlamento y la realeza no tome decisiones de peso. En estos treinta años vivimos momentos de euforia, la famosa "primavera alfonsinista", la hiperinflación, la Convertibilidad, los indultos, la reelección, el autismo de De la Rúa, cinco presidentes en una semana, el interinato de Duhalde, la llegada de Néstor Kirchner y de su cónyuge Cristina a la Casa Rosada, y aquí estamos. Seguramente olvidé mencionar algunos hechos que nos movilizaron como sociedad, pero quise hacer una apretada síntesis de estos 30 años. Lo importante es que, de todas las crisis que nos tocó vivir, hemos salido con democracia. Quizás no sea el sistema de Gobierno ideal, pero es el que garantiza los derechos de todos los ciudadanos. Ya no hay que salir a la calle con el documento en el bolsillo del pantalón como en los tiempos de la Dictadura. Ya no hay que esconder o quemar libros que fueron prohibidos por su supuesto contenido "marxista" o "subversivo". 

Es cierto también que hubo momentos en que los argentinos perdimos la fe en la democracia. Hace unos años, gritábamos "que se vayan todos", porque ninguno de nuestros representantes había demostrado el menor interés por el bienestar del pueblo. Fueron momentos difíciles: quienes pudieron (y quisieron) se fueron del país. Otros se quedaron a soportar el temporal. Y aunque quienes me conocen bien saben que nunca fui kirchnerista, debo reconocer que desde 2003 comenzó a verse un atisbo de normalidad. Sigue habiendo corrupción, pobreza, desempleo e inflación, pero al menos la gente ha depositado su confianza en un proyecto político. Un proyecto al cual seguramente le sucederá otro, que puede estar en las antípodas ideológicamente, pero que será fruto del voto de los ciudadanos. Tengo la confianza de que a medida que pasen los años y les llegue el turno de tomar decisiones a las nuevas generaciones, podremos ser capaces de analizar nuestra historia reciente con un prisma diferente. Punto final.

28 de octubre de 2013

Rige la ley de la selva

Desde hace bastante tiempo, hay reglas elementales de buena convivencia entre vecinos se están perdiendo. Lo que cabe mencionar es que no se trata de reglas que requieran gran esfuerzo de comprensión o que ocasionen una molestia a quienes deberían ejercerlas. Por ejemplo, alguien está barriendo la vereda, ve que vos vas caminando y te tira toda la tierra encima. Ni siquiera es capaz de detener la limpieza por unos segundos hasta esperar que uno pase. Se da bastante seguido en las veredas de los comercios, pero también en domicilios particulares. El tiempo que lleva esperar a que yo, como peatón, pase por ahí, es muy breve. Pero al parecer, la impaciencia predomina sobre el respeto.

Lo mismo sucede con los que baldean, y no es extraño que el transeúnte sea víctima de una pequeña inundación de agua con lavandina que le mancha los zapatos y el pantalón. También podemos citar el caso de la basura, y aquellos que, a falta de bolsas suficientes, pretenden que todo el contenido quepa en una sola, lo cual rara vez da resultado porque termina todo desparramado. Si eso pasa durante un día de intenso calor, el olor a podrido no es la mejor fragancia para disfrutar.

Sé que ustedes pensarán que hay cuestiones que son más atendibles que otras, y que no es tan preocupante lo que estoy planteando. Pero mi análisis es que no cuesta demasiado trabajo mantener una relación armónica con nuestros semejantes. No es posible que a un vecino se le ocurra cortar el pasto a las dos de la tarde de un domingo, cuando es consciente que el resto del barrio se encuentra descansando en el único día que la mayoría de los asalariados no trabajan. Otro caso que me viene a la mente son las botellas de cerveza o de otras bebidas que los pendejos acostumbran dejar en el cordón de las veredas, y si se trata de una casa que no tiene rejas, en la misma ventana que da a la calle de cualquier domicilio. Evidentemente, tenemos malos hábitos, y reitero que no hace falta un esfuerzo sobrehumano  para  modificarlos, con un poco de buena voluntad los podríamos resolver. Yo uso mucho la bici y cuando transito alguna calle de tierra, ya es un "clásico" que pase un auto a toda velocidad y no le preocupe en absoluto que la polvareda me pegue de lleno en la cara. Incluso, pienso que lo hacen a propósito. Me parece una hijaputez.

Por otra parte, un automovilista que estaciona su vehículo a la entrada de un garage particular sabe perfectamente lo que está haciendo, pero como le ch.. un h... el vecino frentista, dale que va. A veces es irresponsabilidad, en otros casos es negligencia, y ya no se puede culpar a ninguna autoridad de esta situación. Reitero: Quizás los ejemplos que acabo de exponer no revistan gravedad, pero bien sirven como ejemplo del pésimo modo que tenemos de comportarnos, y que en definitiva terminan perjudicándonos a todos. Si no podemos convivir en prácticas tan corrientes y habituales, qué se puede esperar entonces de otras actitudes que demandan un mayor compromiso.

En resumen, hoy soy yo el que no te dejo descansar con la máquina de cortar pasto, y mañana sos vos el que no me dejás sacar el auto porque estacionaste en mi garage. Todo ello demuestra que a nadie le importa nada de nadie, y francamente si empezamos así, no podemos ilusionarnos con el cumplimiento de reglas más complejas a futuro. Ojalá me equivoque, el tiempo lo dirá. Punto final.  

26 de octubre de 2013

Votar a conciencia, de una vez por todas

Hacía rato que tenía ganas de escribir un nuevo post, pero por razones de laburo lo fui postergando. Estamos en vísperas de elecciones, rige la veda, y más allá de la cantidad de gente que pueda leer este texto, no me interesa abundar más sobre el tema. Es bueno a pesar de todos los avatares que vivimos en estos 30 años de democracia, sintamos de vez en cuando que podemos participar de alguna manera para que las cosas cambien, aunque más no sea con el voto. Y es verdad que luego de cada elección solemos sentirnos defraudados, ya sea porque el candidato que votamos no ganó, o porque el que ganó terminó haciendo todo lo contrario a lo que prometió en la campaña. Todavía quedan resabios de la "vieja política", todavía hay dádivas, ñoquis, clientelismo, y todos esos vicios que nos hacen pensar que las elecciones no son más que un mero trámite porque hay un "librito" llamado Constitución. Muchos de nosotros no conocemos quiénes son los candidatos a Diputados, salvo aquellos que encabezan cada lista de los respectivos partidos. Y a decir verdad, la mayoría de ellos tiene un pasado tan oscuro y turbulento que no les resulta conveniente que la gente se percate que están "pegados" al chico de tapa de la campaña. 

Mañana, afortunadamente, será un día normal, en el cual los ciudadanos concurrirán a sufragar según sus preferencias políticas o distintos factores que pueden torcer el resultado de un comicio que desde la implementación de las PASO no tiene tanto sabor a sorpresa. Los encuestadores ya hicieron su trabajo, y habrá que esperar hasta pasadas las 18 hs. para ver qué tan confiables resultaron los guarismos que dieron a conocer. Lo único que se me ocurre agregar es: votar a conciencia. Aunque las opciones que se nos presentan quizás no sean de nuestro agrado, son esos hombres y mujeres quienes apoyarán su culo en una banca en el Congreso si nosotros lo permitimos metiendo el sobrecito en la urna. Por eso, a tomarse el tiempo necesario en el cuarto oscuro, esos últimos instantes de  indecisión, a respirar hondo y a elegir. Punto final.

20 de octubre de 2013

La televisión, en franca decadencia

Hace treinta años atrás, el adjetivo "mediático" no existía. La gente no vivía pensando en un mundo donde alguien controla y observa lo que ocurre todo el tiempo, como lo imaginó George Orwell en su novela "1984". El famoso "Gran Hermano", una figura ominosa y opresora que nos mantiene cautivos y embobados. El análisis sobre el rol de los medios de comunicación apareció mucho tiempo después, y últimamente ha resurgido bajo el relato épico kirchnerista. Pero es verdad que la tele te quema la cabeza, que hay gente que cree fielmente en todo lo que muestra la pantalla y no puede discernir entre realidad o ficción. Entre estricta actualidad y operación de prensa. Ya hemos dicho en este blog (y no somos nosotros los primeros en advertirlo), que la televisión se encuentra en franca decadencia. Me sucede muchas veces, a la hora del almuerzo o de la cena, que en mi casa encendemos el televisor. Mi familia observa la pantalla, yo me mantengo ausente y prefiero concentrarme en la comida u hojear un diario mientras voy comiendo. Tal vez no parezca una actitud muy normal, pero no me hace mucha gracia sentarme a la mesa para que la tele me diga que fusilaron de cuatro balazos a un remisero o que violaron a una adolescente a la salida de un boliche. 

Para que se entienda: distensión no es sinónimo de estupidez. Se puede entretener sin subestimar al espectador. Se puede hacer un producto de calidad sin gastar demasiado. Hace falta creatividad, ingenio, esa "chispa" que hace rato no abunda en la TV argentina. En la actualidad, la mayoría de la gente que tiene posibilidades económicas de hacerlo se encuentra abonada al cable, porque la oferta de los canales de aire es tan pobre y mediocre, que nos hace acordar a los países centroamericanos. Lo peor de todo, es que me parece que estamos empezando a perder la identidad, el gusto argentino, esa preferencia tan nuestra por determinados programas y por determinados contenidos. Los reality shows y todas esas bazofias importadas cosechan rápida aceptación, entonces qué se puede esperar de una sociedad que vive con resabios de la década del '90 y una profunda incapacidad para pensar y decidir por sí misma. Punto final.

17 de octubre de 2013

El tedioso trámite de comprarse un celular

Algún día iba a suceder: el martes 15 tuve que comprar un celular luego de que al anterior aparato se le rompiera la pantalla, lo cual me impedía escribir o leer mensajes, entre otras cosas. Fue, sin lugar a dudas, un gasto imprevisto y pasé un mal trago porque mi intención era usar ese dinero que tenía ahorrado para otros fines. Finalmente me compré un modelo básico (lo único que tiene es radio FM), con teclado QWERTY. Me acostumbré a escribir con el QWERTY durante el año y pico que tuve mi teléfono anterior y comprobé que se puede enviar un mensaje mucho más fácil y rápido. Como ya tengo un reproductor de MP3, no me interesaba demasiado que el nuevo teléfono contara con esa función, aunque nunca está de más, por supuesto. En síntesis, durante el fin de semana largo (que se me hizo eterno por esa mezcla de bronca y resignación), me dediqué a observar los folletos o catálogos de las casas de electrodomésticos para ver qué alternativas había. No soy un obsesivo de los celulares, pero por el tipo de trabajo que hago necesito estar comunicado. Podría decirse que, pese a sus limitaciones, estoy conforme con la adquisición del aparato que elegí: no gasté tanto como yo pensaba y espero que dure lo suficiente para amortizar su costo de algún modo. 

En parte, este post tardío tuvo su razón de ser por el motivo que acabo de exponer. Aunque no lleva mucho tiempo, tuve que aprender a usar el nuevo celular y a familiarizarme con sus funciones, que como dije antes no son muchas. Si alguna vez junto la guita suficiente, me gustaría comprarme un modelo más avanzado, pero por el momento esto es lo que tengo y una de las cosas que aprendí en la vida es a conformarse con lo que uno tiene, lo cual no significa de modo alguno tener que claudicar o bajar los brazos ante un proyecto. Punto final.

12 de octubre de 2013

Un proyecto superador

Con el paso del tiempo, uno va cambiando no sólo su aspecto físico, sino la manera de pensar. Por lo general, nos volvemos más intolerantes ante ciertas cosas. Consideramos que ya hemos soportado demasiado en el lapso que llevamos de vida y es por ello que no nos bancamos la estupidez, la mediocridad, y la falta de sentido común (entre otras cosas). 

Asimismo, muchas veces sentimos que estamos luchando contra molinos de viento. Pasan las generaciones, y el país sigue siempre igual. Cuando somos jóvenes, todos tenemos ese entusiasmo de aportar algo para que las cosas mejoren, de distintas maneras. Puede ser militando en un partido político, en una ONG, colaborando con alguna donación, ayudando a los comedores de niños carenciados. Pero resulta que nada parece suficiente, nada parece alcanzar: como dije antes, pasan los años y seguimos estancados. Y esto no lo sostengo en alusión al kirchnerismo, sino a un mal endémico que los argentinos tenemos desde mucho tiempo antes. Y es que no creemos en el progreso, o lo vemos siempre demasiado lejos de nuestro alcance. No se puede entender por "progreso" tener un televisor LCD gigante o el último modelo de celular: es algo mucho más profundo. Tiene que ver con cambiar nuestras concepciones, aceptar nuestras limitaciones, saber decir que no cuando algo nos resulta inaceptable. Las convicciones de la sociedad argentina son muy débiles, y para que el país crezca deben trascender. No hay recetas mágicas. Por ejemplo, todo el mundo reniega de la televisión basura, se horroriza por el morbo,  pero son los programas que más rating tienen. Apenas una muestra de la hipocresía con que estamos acostumbrados a manejarnos. Me pregunto si los jóvenes del futuro tendrán la sensatez que no supimos tener nosotros. Punto final.

9 de octubre de 2013

Le deseo una pronta recuperación

Ya se ha hablado y escrito todo sobre la salud de la Presidenta. Mi deseo es que, más allá de mis ideas políticas, pueda recuperarse prontamente y retomar sus funciones. Ante estas situaciones no tiene la menor importancia a qué partido político pertenezca cada uno, de una vez por todas hay que dejar de lado mezquindades y oscuros intereses para tener una democracia más sana. Me refiero a que CFK debe concluir su mandato para el cual fue elegida, y todos los argentinos debemos hacer lo posible para que eso suceda. No podemos seguir pensando en 2015 cuando los acontecimientos se suceden tan rápidamente. Sigo sosteniendo mis diferencias con el Gobierno, pero las mismas resultan irrelevantes cuando está en juego la salud de la máxima autoridad del país. Sería bueno que, de una vez por todas, aprendamos a comportarnos con sensatez cuando ocurren estas cosas, tratando de evitar hacer política de la desgracia ajena. Hemos tenido experiencias muy lamentables cada vez que los argentinos nos hemos dejado llevar por el fundamentalismo y esa suerte de división en la sociedad que incita al odio, a la violencia y al rencor. No tenía previsto redactar este post, pero me veo en la necesidad de hacerlo como una manera de llamar humildemente a la cordura, sobre todo cuando esta triste noticia de la Presidenta internada por una hematoma se produce en plena campaña electoral. Ojalá que tanto el oficialismo como la oposición eviten manipular una situación semejante para obtener un rédito político. Sería una buena señal de que, después de tantos años de desencuentros, algo hemos aprendido como sociedad. Punto final.

6 de octubre de 2013

Crónica de una madrugada de sábado

Escuchar radio de madrugada suele ser una experiencia insufrible, sobre todo cuando uno está desvelado. La radio AM, que décadas atrás brindaba mucha información y programas de calidad, hoy es un esperpento: abundan los espacios pagos de la Iglesia Universal y otros cultos o sectas que se aprovechan de infortunio de los oyente para captar voluntades. Con respecto a la FM, es casi imposible sintonizar las grandes radios de Buenos Aires, como Rock & Pop, Metro, Vorterix, o lo que fuere. Entonces hay que resignarse a escuchar una y otra vez las mismas canciones por las radios locales. El refrito de música ochentosa ya cansa, ese sonido chato y aburrido también. 

Resulta evidente que faltan voces a la madrugada. Me refiero a que no alcanza con ser locutor. Faltan palabras, conceptos, ideas, gente que diga algo. Basta ya de esperar que al programa lo hagan los oyentes enviando mensajes grabados. El programa lo tiene que hacer el conductor de turno, se lo tiene que poner al hombro y ofrecer datos básicos: una síntesis informativa, el pronósticos del tiempo, alguna recomendación para ir al cine o ver un recital... que se note que el programa está saliendo en vivo y que no es un "enlatado". Quizás por eso, porque la música que se escucha en la radio no me satisface, es que siempre tengo discos o un pendrive a mano, por lo tanto soy yo quien elijo y no el inepto musicalizador de Radio 10. Por ejemplo, ahora estoy escuchando a Sam Smith, un cantante que hace música pop (o quizás melódica, pero en todo caso estaría incluido bajo el mismo paraguas). Tiene cero difusión en las radios argentinas, que están muy ocupadas llenando el éter con Tan Biónica, Babasónicos, y ese mix o pastiche de salsa y música tropical que me produce ganas de salir corriendo. Me parece que no es tan difícil hacer un programa de radio prolijo, en el cual los oyentes puedan expresarse pero que tenga una dirección determinada y no que marche como un barco a la deriva. Punto final. 

Disco recomendado del día: Cualquiera de Twenty One Pilots

3 de octubre de 2013

Hay cosas peores....

Mi notebook se encuentra en un estado deplorable. Al primer inconveniente que tuve, que fue la descarga de la batería, se le sumó ahora la aparición de dos manchas negras en la pantalla. Desconozco qué puede haberlas provocado, dado que siempre trato de cuidar la compu de golpes, movimientos bruscos o bajones de tensión. Pese a ello, me sigue resultando últil para navegar por Internet y actualizar el blog, que es lo importante. No recuerdo si a la notebook la compré en 2010 o 2011, pero sea como fuere no es tan vieja como para justificar los problemas que mencioné más arriba. Y el uso tampoco ha sido intensivo, sólo los primeros meses posteriores a haberla comprado me conectaba casi todos los días por esa atracción que sentimos ante un "chiche" nuevo. Después, a medida que fue pasando el tiempo, volví a usar la computadora de escritorio que es en la que conservo la mayoría de los archivos de Word (textos) y JPG (imágenes). 

Para completar una jornada poco provechosa desde el punto de vista tecnológico, les cuento que hacía tiempo que andaba buscando un pendrive que contenía archivos punto doc y algunas fotos. El hallazgo ocurrió hoy, de un modo poco grato, cuando mi vieja sumergió unos pantalones en el lavarropas y me exhibió, como si fuera un trofeo, el pendrive totalmente mojado. De más está decir que aún si logro secarlo, ni en pedo pienso arriesgarme a conectarlo nuevamente a la PC. 

A partir de ahora voy a transferir toda la información relevante a distintos pendrives (como back up), y dejaré de guardarla en DVD. Es demasiado trabajo y además uno nunca recuerda en cuál disco estaban los archivos que necesitaba. Desde que tuve que formatear esta notebook, perdiendo mucha información valiosa, tomo más recaudos que antes para evitar cualquier posibilidad de que algo semejante vuelva a ocurrir. Tenía fotos de archivo que nunca más voy a poder recuperar, y quizás sea eso lo que más me duela, porque siempre son útiles como material periodístico. Pero en fin, de nada sirve lamentarse ahora, sino tomar las medidas necesarias para que no vuelva a suceder algo así. 

PD: Iba a escribir algo sobre el "shut down" al Gobierno de EE. UU. pero no me dieron ganas, además de que no estoy suficientemente informado al respecto. Lo dejaremos para otra ocasión.

Hasta que el destino nos alcance

  Nos tocó otros comienzo de semana con lluvia. La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de escribir algo nuevo. Pero, que sea algo “nu...