Mitad de semana en la
ciudad. Hoy me siento tranquilo, dispuesto a afrontar lo que venga. Pude dormir
bien luego de varios días sin conciliar el sueño. Dejamos atrás una semana
intensa, con muchas notas por cubrir, y siempre digo que es mejor que sea así
antes que estar ocioso sin saber qué hacer. Se me dieron de baja algunas
publicidades este mes, así que no quedará otra alternativa que conseguir nuevos
auspiciantes dentro de lo posible. Hasta que eso suceda, deberé manejarme con
un presupuesto acotado. No se puede derrochar dinero en boludeces, no están
dadas las condiciones para algo semejante. Yo gasto en la medida de mis
posibilidades, como hace la mayoría, ya que de lo contrario me endeudaría y no
podría llegar a fin de mes.
No voy a
pronunciarme sobre la condena a CFK porque la noticia ya salió en todos lados y
cada uno tendrá su opinión formada. En ese contexto, lo que yo pueda decir
carece de importancia. Sólo diré que es un fallo de la Corte Suprema y que, en
consecuencia, ya se agotaron todas las instancias para apelar. Es más, quizás
al oficialismo le hubiera convenido que ella fuese candidata para derrotarla en
las urnas, algo que no es tan descabellado de pensar. La Libertad Avanza es la
fuerza política del momento, que ya derrotó al PRO y asoma en el escenario como
el gran emblema de la centroderecha. Podrá haber infinitas especulaciones, pero
hoy LLA está en condiciones de ganarle a cualquier partido, al menos en la
provincia de Buenos Aires. Por supuesto que sigue habiendo un sector de la
población que votará por el peronismo, pero su gravitación en la intención del
electorado no está del todo clara. Con la virtual desaparición del PRO, uno
puede conjeturar que la puja se dirimirá entre libertarios y peronistas, que
proponen modelos antagónicos. Por eso Santoro salió segundo en las elecciones
legislativas de CABA.
Se viene
registrando, en los distintos comicios, un nivel de ausentismo notable a la
hora de votar. Aquella aura épica de la democracia que enarboló Alfonsín hoy no
es más que un espejismo. Hay gente que prefiere pagar una multa irrisoria antes
que concurrir a las urnas. Yo siempre he ido a votar, nunca lo tomé como una
carga o una molestia, pese a que muchas veces los principales candidatos no
eran de mi agrado. He optado por elegir a quien yo consideraba el mal menor, el
menos reaccionario, aunque no siempre acerté con mi diagnóstico. Todos sabemos
que una cosa es lo que dicen estando en campaña, y otra lo que hacen cuando son
electos. Se vuelve difícil acertar por el candidato más potable.
Hay cuestiones que polarizan a la opinión pública, y a esta altura de mi vida a mí no me interesa polemizar ni meterme en camisa de once varas, como decían nuestros abuelos. La suerte judicial de Cristina no me interesa, no soy militante y la verdad es que yo no me movilizaría por una causa de esa naturaleza. Existen otros temas que ameritarían una protesta, como el bajo nivel educativo puesto en evidencia en las pruebas Aprender, y sin embargo a nadie parece importarle. Por eso no espero nada de nadie, me hago cargo de mis actos, en principio porque me parece que no corresponde delegar esa responsabilidad de la propia vida en un tercero. Además, tampoco sería bueno dejar que pongan límites absurdos al accionar de cada uno. Quienes crecimos en democracia ya tenemos naturalizado el pleno ejercicio de las libertades constitucionales, y a partir de 1983 en la Argentina se dio una vuelta de página histórica para ponerle fin a los golpes militares que eran moneda corriente en el pasado. Todo lo que podemos hacer es seguirla peleando, continuar trabajando día a día para construir una sociedad más igualitaria, algo que en Lobos no abunda. Acá ya es vox populi que hay gente en situación de calle, con mínimos recursos, muchos de ellos que venden medias o turrones en la vía pública, y eso es algo que antes no se veía en un pueblo, por lo cual constituye un fenómeno nuevo. Quedaron excluidos del sistema, porque yo no creo que nadie acepte voluntariamente vivir de una forma tan precaria por su propia decisión. Antes de juzgar a alguien, habría que pensar mejor qué es lo que nos está indicando este fenómeno social. Como dije antes, Lobos no está ajeno a la crisis. Lo más llamativo es que nos hicieron creer que la baja inflación era la panacea, y hoy estamos viendo que los sueldos promedio no alcanzan para satisfacer la canasta básica. Pero el cambio es inevitable y no se puede detener. Puede que nosotros no lleguemos a verlo, pero las nuevas generaciones sí.
En resumen, llevará tiempo formar a una nueva
generación de dirigentes, pero no cabe duda de que serán ellos quienes asuman
el protagonismo de la toma de decisiones. Todo está por verse. Sin embargo, en
el mientras tanto, hay que seguir escribiendo la historia. Nos estamos viendo
pronto. Punto final.