31 de mayo de 2016

El segundo semestre

Bueno, estamos a un día del tan ansiado "segundo semestre", y es hora de que el Gobierno empiece a dar señales de que hay una recuperación económica. Cuando uno se propone metas muy altas o en un plazo corto, la desilusión al no lograr concretarlas suele ser mayor. Sin embargo, el segundo semestre comienza en junio, y Macri prometió reiteradas veces que durante ese lapso se lograría bajar la inflación y fomentar el empleo. Pero ya no importa tanto si es este semestre o el siguiente, lo que importe es si resulta posible. Y cómo lo van a hacer. 
Las Pymes de Lobos y de otras ciudades del Interior no saben qué hacer con las abultadas tarifas eléctricas. Hoy se conoció la noticia de que un recurso de Amparo frenaría transitoriamente el "tarifazo".Nunca me gustó poner a los empresarios en un pedestal, pero debo reconocer que en este momento muchos de ellos están haciendo un gran esfuerzo para no despedir personal. Hasta que no haya una solución de fondo, difícilmente la Casa Rosada pueda reivindicarse del descontento social imperante. Mientras tanto, hay que agudizar el ingenio para llegar a fin de mes, apagar las luces y las hornallas de la cocina a cada rato, o poner la estufa en piloto. La gente se cuida como puede. No hay muchas alternativas para hacerlo. Pasar un poco de frío pero gastar menos energía, es la única que nos queda. Si para el Gobierno los subsidios representaban una carga muy pesada heredada de los K, debieron prever que quitarlos "de un plumazo" traería consigo estas consecuencias. Son decisiones que afectan a millones de argentinos, y por tal motivo, volviendo al comienzo de ese texto, veremos qué sucede en este segundo semestre, que tanto entusiasmo despierta en las huestes macristas. Punto final.

30 de mayo de 2016

Los domingos lluviosos, un largo bostezo


Domingo por la noche en la ciudad. Una jornada que se caracterizó por una llovizna molesta y por el cielo plomizo, condiciones poco alentadoras para dar un paseo y gastar las suelas de los zapatos. Yo ya no pienso en el lunes como algo traumático, o como el día más difícil de sobrellevar porque empieza la semana. Como yo trabajo todos los días (en mayor o menor medida), para mí el lunes representa simplemente un mayor movimiento en la calle, la posibilidad de hacer más notas o entrevistas, pero no mucho más. Los días transcurren demasiado rápido, y en lugar de vivir el momento presente, los compromisos que debemos cumplir nos obligan a estár más pendientes de un sinnúmero de fechas que a veces carecen de sentido. 

Cuando éramos adolescentes, el lunes sin lugar a dudas era el día más odiado, porque teníamos que volver a la escuela, a no ser que algún paro o medida de fuerza nos salvara y nos extendiera el fin de semana. Inclusive, hubo una época en que boliches como Kabak abrían los domingos, cuando el contexto socieconómico era completamente distinto. Antes Lobos tenía más vida nocturna, y no me refiero solamente a boliches: había más bares, algunos para "gente bien" y otros para quienes sólo buscábamos algún bodegón de medio pelo para tomar una cerveza o lo acotado que podía ser la oferta de bebidas del local. 

El problema es que la persona que se arriesga a la aventura de abrir un comercio cree que por las vías tradicionales de publicitar (diarios, radio) podrá conseguir la clientela para comenzar a dar sus primeros pasos. Hoy, se puede publicitar hasta por Facebook y otras redes sociales, con un impacto mucho mayor. Eso también ha cambiado. Y debería haber más promociones, sobre todo cuando recién abrís el negocio, por ejemplo "pagan dos, comen tres", o cosas por el estilo, que parecen de muy vieja data pero que ayudan a tener ventas exitosas.

En Mar del Plata y muchas ciudades turísticas es común encontrarlas, y acá están desaprovechadas. Cuando empezás a competir en un rubro, tenés que tirar toda la carne al asador. Recién después de que estés consolidado podés implementar otras estrategias. 

Faltan dos días para el tan ansiado "segundo semestre" que promovió el Gobierno como piedra fundacional de la recuperación económica. Hasta el momento no se vislumbra nada parecido, y era sabido que poner plazos para ese tipo de cuestiones rara vez arroja buenos resultados. Lo que ha sido un acierto, a mi modo de ver, es el anuncio de dar sentencia a los miles de juicios que los jubilados mantienen con el Estado. Ha sido una deuda pendiente de sucesivos gobiernos, y los ancianos no pueden esperar a su avanzada edad. 

Es momento de brindarles lo que se merecen, que es fruto del esfuerzo de años de trabajo y sacrificio. Muchos abuelos que demandan a ANSES mueren en el intento, porque hay un entramado perverso destinado a desestimar los pedidos de los jubilados, como si fueran ciudadanos de segunda. Esperemos que este proyecto impulsado por el Gobierno se convierta en Ley, para que se termine este laberinto burocrático. Punto final.

25 de mayo de 2016

Problemas de comunicación

Cada uno es responsable de su propia vida. Y nadie puede decirte qué hacer o qué no. Llega una edad en la cual no podés delegar en otra persona aquello que no te gusta resolver. Y hay políticos que actúan como niños, porque si bien es necesario contar con un equipo de asesores para determinadas cuestiones, son incapaces de tomar una decisión por ellos mismos. Por eso pasan estas cosas, que un funcionario dice algo y al rato nomás hay otro de lo desautoriza o argumento que "no es tan así, lo sacaron de contexto". Están sumidos en el fragor de esa lucha por el poder, en la incapacidad para demostrarle al pueblo de que todos están peleando para mejorar la calidad de vida de la gente. 

Este Gobierno Nacional, más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no, adolece de un problema de comunicación. Los tarifazos de luz y gas fueron informados de un modo brutal, como si no afectaran a nadie, y los anuncios positivos (no muchos) que se hicieron no tuvieron el impacto esperado. En el afán por diferenciarse de los K, prescindieron de la Cadena Nacional, la cual hubiera sido útil para dar a conocer esas medidas que benefician a la gente, en medio de tanta "malaria" y desconcierto. Es sumamente paradójico que una coalición que construyó su campaña basándose en las redes sociales como Facebook o Twitter, hoy no pueda ponerse delante de las cámaras de TV y dar la cara a la sociedad, porque como mencioné en una oportunidad esto no es tierra arrasada, al menos por ahora. Se trata simplemente de comunicar, dejar de lado a los asesores de imagen y a las encuestas, y enfrentarse a la realidad con hechos concretos. Que cada uno pague el costo político que le corresponde por las decisiones que tomó. Y que aprendan a capitalizar las medidas positivas, para que el mensaje llegue de un modo simple y sencillo a toda la ciudadanía. Hoy, mucha gente que podría beneficiarse con la Tarifa Social no sabe cómo hacerlo, porque hay que entrar a Internet o buscar en Google, ningún funcionario se tomó el trabajo de explicar cómo es el procedimiento. La televisión abierta sigue siendo el medio de comunicación más poderoso, el que a más gente llega, y el acceso a la Tarifa Social debería ser tan ágil e inmediato como lo fue el desmesurado incremento de la luz y el gas. Me parece bien que tengas que demostrar que sos jubilado o lo que sea, pero no que el trámite para obtenerlo se vuelva una interminable cadena de burocracia cuando lo que uno busca es simplemente pagar menos. Hasta que no aprendan a comunicar las acciones de Gobierno, no van a lograr revertir el malhumor social. Tener a Aranguren como Ministro de Energía, es como tener un elefante en un bazar, por su falta de tacto, no porque no sea idóneo. Punto final.

24 de mayo de 2016

Los héroes anónimos

El ser humano tiene el natural deseo de trascender, de que algo suyo exista más allá de su propia vida, porque sabe que su tiempo en este mundo es limitado. Esa ambición, bien entendida por algunos, es la que ha permitido que hayan escrito las páginas de la Historia los próceres, científicos, deportistas, artistas, escritores. Lamentablemente, los dictadores también persiguen ese propósito de dejar una huella, quizás porque sienten que su poder no terminará nunca y que podrán seguir sometiendo a un pueblo indefinidamente, o dejar su legado a un "elegido" como sucede en las monarquías. No estamos "de paso" en esta vida, somos hijos de nuestro tiempo, nos tocó vivir en un tiempo determinado. Y sin lugar a duda hay héroes anónimos, gente que todos los días hace algo para que este sea un lugar mejor y no sale en los diarios, porque a nadie parece interesarle. 

Todos tenemos una llama interna, una pasión, que es la que nos motiva a seguir viviendo, a luchar por lo que creemos justo, más allá del mero hecho de ser buenos vecinos. La ambición por cambiar lo establecido, por no creer que todo está dicho, por buscarle una vuelta de tuerca a las cosas, es lo que nos sostiene. Si no fuera así, nada de lo que hacemos tendríamos sentido, todo se reduciría a ir a trabajar, cobrar un sueldo y así sucesivamente hasta la jubilación. Pero también es cierto que hay muchas factores que nos condicionan. Es mentira que uno es artífice de su propio destino. Hay circunstancias totalmente azarosas que nos marcan y que nos resultan inexplicables, no alcanzamos a comprender lo que nos está pasando. La vida no es fácil, no es el cuentito que nos contaron cuando éramos chicos, hay gente que por su posición social puede enviar a sus hijos a los mejores colegios y universidades mientras otros jóvenes ven que el camino se les hace cada vez más cuesta arriba. Porque si no caeríamos en la fábula yanqui del "sueño americano", que consiste en pensar que cualquiera que se lo propone puede ser exitoso. No siempre es así. No se puede ser exitoso sin afecto, sin juguetes en la infancia, con hambre, viviendo en condiciones miserables, mientras otros manejan grandes empresas heredadas de papá y nunca les faltó nada. 

La pobreza es un obstáculo para el crecimiento personal, aunque hay casos notables de personas que crecieron en hogares muy humildes y pese a ello lograron éxito y liderazgo. Mi concepción del progreso no se traduce sólo en la prosperidad económica, sino en llevarte bien con los años que tenés encima, en mejorar la relación conmigo mismo y con los demás. La palabra "éxito" es demasiado amplia, porque cada uno tiene su propio ideal de lo que considera ser exitoso. Nos podemos proponer metas modestas o ambiciosas. Pero está en uno mismo decidir, porque nadie puede hacerlo por vos, ni señalarte con el dedo acusador. Cada vez que lográs que algo salga como vos esperás, por mérito de tu esfuerzo, te anotás un pequeño triunfo. Y si no es el éxito, se le parece bastante. Punto final.

21 de mayo de 2016

Ser socio de esta sociedad

¿Lobos crece o decrece? Demográficamente, cada diez años, el Censo nos marca un incremento en la población, sin embargo seguimos siendo un pueblo chico, sin Parque Industrial, sin incentivos para la producción, y es imperioso que se radiquen industrias para generar fuentes de trabajo. Por otra parte, me da la sensación de que aunque haya 100.000 habitantes (más del doble que lo actual), seguirá prevaleciendo el chusmerío y la estupidez de algunos que se creen dueños de la verdad absoluta. Viene uno de Buenos Aires, cae en Lobos tipo paracaidista, y todo el mundo lo considera un gran señor. Y los que la venimos remando desde siempre, porque nacimos y crecimos acá, tenemos que seguir siendo el "pato de la boda". Por supuesto que una persona idónea siempre es bienvenida, pero hay una sarta de inútiles que llegaron con muchas ínfulas y -lo que es peor- consiguieron ocupar lugares de privilegio dentro de esta sociedad tan elitista. 

Nuestra ciudad cuenta con vecinos solidarios, se hacen campañas a beneficio que quien padece una enfermedad o de las mascotas sin dueño que son un peligro porque en su mayoría son perros vagabundos. Pero es frustrante ver cómo en determinadas ocasiones la comunidad se moviliza y en otros casos miramos para otro lado como si nada sucediera. Vale decir que somos indiferentes al sufrimiento ajeno. No siempre hace falta recolectar dinero o alimentos, sino acercarse al otro y preguntarle qué le pasa, qué manera tenemos de poder ayudarlo. Porque todos tenemos dignidad, y no debemos permitir que nadie nos la quite. Punto final.

16 de mayo de 2016

Un lunes tranquilo


Lunes otra vez. La calle parece tranquila para el recién llegado, como si la ciudad todavía no se hubiera despertado de la  modorra del fin de semana. De a poco empiezan a circular camiones, colectivos, gente en bicicleta, y algunos autos, menos que antes. Un grupo de adolescentes que salen del Colegio pasa a mi lado, riéndose de la vida y comentando lo que hicieron el sábado en el boliche o en el bar. No parece un lunes común, sin embargo. No hay un gran movimiento, una actividad típica del primer día de la semana. ¿Será un síntoma de la falta de empleo, del período de recesión que estamos viviendo? ¿O es tan sólo la percepción de una persona que quizás no tuvo una mirada más optimista y condescendiente? Poca gente en los supermercados y almacenes, la gente compra poco, para el día nomás. La vida sigue, pero hay que ver cómo sigue. Será cuestión de adaptarse a lo que no podemos manejar, a las decisiones que toman los que están más arriba que nosotros, como sucedió siempre. No estamos en tierra arrasada tampoco, sería temerario afirmar algo semejante. El escenario político va mutando, hoy son otros quienes detentan el poder, y los que se fueron estuvieron demasiado tiempo, 12 años, como para marcar la cancha. En definitiva, siempre sostuve que los políticos y funcionarios de cualquier ideología llegan a ocupar esos lugares de privilegio sólo porque los votamos, pero no porque sean 100 % idóneos o capaces. A veces uno vota el "mal menor", o lo que se supone que traerá menores consecuencias para nuestros bolsillos. Y es una falacia que "el pueblo nunca se equivoca", porque reiteradas veces el electorado ha preferido seguir la coyuntura y no pensar en la cuestión de fondo, como cuando Menem fue reelecto porque no había inflación y estaba el "1 a 1". Si nos equivocamos en las decisiones que tomamos a diario, ¿cómo no nos vamos a equivocar al momento de votar? No es para sorprenderse, entonces, de lo que nos pasa. En el llano, hay vecinos que están a favor y otros en contra del actual Gobierno. Y siempre hay intereses e internas en el seno del partido que gana, cuando llega el momento de repartir los cargos, porque hay que dejar conformes a todos y no es fácil, más aún si se trata de un gobierno de coalición. 

Unos son más verticalistas: el Intendente, Presidente o quien sea, toma una decisión y el resto dice que sí y aplaude aunque no esté de acuerdo. Otros, sin llegar a tanto, forman pequeñas rebeliones o revueltas, porque hay mucha guita invertida en la campaña y ahora es momento de pasar factura y de buscar un puestito. Son dos modelos que bajo esta concepción, no sirven para mitigar las necesidades de la sociedad, que asiste como muda espectadora a una realidad que quizás no imaginaba. Punto final.

15 de mayo de 2016

La alarmante crisis de la salud pública

Es preocupante la situación de la salud pública, al menos en la Provincia de Buenos Aires, que es donde más conocimiento tengo. Faltan insumos y medicamentos esenciales, y cada vez hay más demanda de pacientes que no cuentan con una obra social y debe recurrir a un hospital público. Ni el más privilegiado está exento de ir al hospital, porque es al primer lugar donde te llevan si tenés un accidente. El Servicio de Guardia funciona bien, y la mayoría de los profesionales hacen lo mejor que pueden, pero como todo en la vida, hay médicos que honran la profesión y otros que dan vergüenza. Y uno se da cuenta porque no es la misma calidad de atención la que prestan en el Hospital local que la de sus consultorios particulares. Del mismo modo, muchos prefieren trabajar en clínicas privadas, que básicamente son empresas que facturan con las enfermedades ajenas. Hay que ser cuidadosos y prudentes al tocar un tema tan sensible, porque insisto en que hay médicos que dejan todo de sí para salvar vidas, tanto en Lobos como en todo el país. Pero no es suficiente con un par de ejemplos para ponerlos en una suerte de "cuadro de honor". Todo el personal debe ser consciente de dónde está trabajando, que no es un kiosco o una panadería donde atendés mal al cliente y el tipo no va más. Acá se pone en juego la salud de las personas, su supervivencia. Pero esto, justo es decirlo, no es nuevo: no es posible que los hospitales hayan experimentado un vaciamiento y un deterioro semejante en tan sólo 6 meses de nuevo Gobierno. Esto es fruto de la improvisación, de la falta de políticas de Estado, de la falta de controles sobre los horarios de ingreso y egreso del personal, de que no haya una supervisión para que así todos estemos seguros de que cada uno cumple bien con el trabajo. 

Realmente es una pena lo que está sucediendo, porque si hay algo que nos destaca de otros países, es que aquí la atención médica y la educación son gratuitas. No me voy a meter a hablar de educación en este momento porque sería tema para hablar largo y tendido. No basta con que haya una campaña de vacunación masiva. Es importante, pero no suficiente. Lo peor de todo, es que nadie sabe cuánto tiempo demandará revertir este diagnóstico poco alentador. Y uno se pregunta adónde va a parar la guita, quién se queda con los vueltos, por qué no hay recursos para comprar remedios, para que los médicos puedan hacer horas extras, para que cada profesional se ponga la camiseta del Hospital, y tenga ese sentido de pertenencia que nunca debió perderse. Es, además, un modo de honrar la memoria que quienes nos antecedieron, de esos hombres y mujeres que tantos años dedicaron a atender pacientes en un hospital público, y que sentían legítimo orgullo de hacerlo, de contribuir a mejorar la calidad de vida de los vecinos. Ojalá las autoridades políticas y sanitarias logren sacar adelante a la salud pública, que es de todos. Punto final.

13 de mayo de 2016

El deterioro de nuestra calidad de vida

Más allá de que estamos viviendo en una recesión y que ello nos afecta económica y emocionalmente, hay cosas que aún podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida. Una de ellas, la más simple pero con frecuencia olvidada, es caminar. Realmente te sorprende darte cuenta de lo bien que te sentís después de una buena caminata. Yo prefiero siempre caminar con algún amigo, o con mi novia, porque si lo hago solo no me desenchufo totalmente. En cambio, en una charla distendida, podés dar varias vueltas a la Plaza o al Parque casi sin darte cuenta. 

Los libros, los discos, todo lo que tenemos y que quizás qu estuvo durmiendo en un cajón durante demasiado tiempo también ayudan. No es lo mismo escuchar un CD de tu músico favorito que escuchar la radio. Tampoco es lo mismo leer un mensaje "en cadena" por WhatsApp que tomarte tu tiempo para leer un buen libro. Ni siquiera es necesario adquirir ejemplares nuevos si sos socio de una biblioteca pública. Como es difícil que yo lea un libro más de dos veces, prefiero buscar algún nuevo lanzamiento en la biblioteca de la cual soy socio y luego, por supuesto, devolverlo. No es tan caro. En cuanto a la música, sabemos que un CD original cuesta bastante y muchas veces no se justifica comprarlo. Podés descargarlo de Internet y pasar los archivos al celular o a donde desees. Yo siempre preferí el compacto, pero hoy en día ni los autos vienen con stereo para escuchar discos. Entonces tenés que pasar la música a un pendrive y escucharla desde ahí mientras vas manejando el coche. Generalmente, con la capacidad de almacenamiento que tienen hoy los pendrives, no te va alcanzar la vida para todas las canciones que le puedas meter. Y eso juega un poco en contra, porque 12 canciones de un disco vos las disfrutás, les prestás atención, porque el artista o los productores del álbum las seleccionaron para ese fin. En cambio, si hacés una ensalada en el pendrive, podés encontrar cualquier cosa, es como la caja de Pandora.  

Como toda época de crisis, aprendés el valor de las cosas que compraste y que tanto esfuerzo te costaron, las aprovechás al máximo, y buscás sentirte mejor. Al fin y al cabo, de eso se trata la vida. No todo es trabajar y renegar porque llegó el lunes. Cada día nos depara algo distinto, pensalo bien. Parece que toda la semana fue igual, pero no es así. Algo siempre cambia, porque la sociedad misma también cambia, y afrontamos otras demandas. Por todo ello, es momento de buscar (y capitalizar) nuestro "cable a tierra". Punto final.

Uso y abuso del periodismo

Viernes por la noche en la ciudad. Ideal para irse a dormir temprano, o acostarse hasta que nos venza el sueño. Ahora que estoy más cerca de los 40, ya no le encuentro demasiado sentido en quedarme levantado hasta tarde, excepto que sea por algún evento social al cual me inviten. Si bien nunca me gustaron los boliches, como todo adolescente fui varias veces, porque iban mis amigos y porque era una manera de hacer algo distinto el fin de semana. 

El vínculo que tengo con Internet es un poco contradictorio: si no fuera por ella, ustedes no podrían leer este texto ni yo podría publicar noticias en mi página. Pero a veces me fastidia un poco recibir notificaciones por el celular, o que abunden tantos mails que no sirven para nada, mal redactados, que en la mayoría de los casos son publicidad encubierta. Parece ser que a todos les gusta servirse del periodismo para promocionarse gratuitamente, como si el laburo de escribir una nota no tuviera valor. Uno puede dar a difusión un almuerzo o cena con fines solidarios, o una colecta, pero si vas a hacer un espectáculo y a cobrar una entrada, no cuentes conmigo. A menos que aceptes pagarme el costo de hacerte propaganda para tu propio interés.

El rol del  periodismo, entonces, al vivir en un pueblo, se desvirtúa, porque es muy fácil decir: "vos que sos periodista, por qué no hacés una nota de esto o aquello", cuando en rigor de verdad lo que la persona buscar es su propio beneficio. Yo tengo la libertad de elegir qué publicar y qué no, a cuál noticia asignarle un espacio destacado y a cuál relegarla en un segundo plano. Lo que para un medio de prensa es importante, para otro puede no serlo, es demasiado subjetivo, no hay criterios uniformes al respecto. Y me parece bárbaro que así sea, porque eso permite que el lector pueda tener diversidad, ver qué es lo que considera relevante, qué perfil le da cada periodista a una noticia. 

Hay que saber diferenciar lo que es de interés público, y lo que sólo puede ser relevante para un sector minoritario de la población. Hay actividades culturales que no "venden", no suman muchos lectores, sin embargo en búsqueda de ese amplio abanico, cada cosa tiene su lugar. Desde un recital de jazz hasta el estreno de una obra de teatro, todo merece su espacio. Por respeto a los vecinos que son parte de estas manifestaciones del arte, y para dar a conocer lo que hacen, lo cual a menudo es difícil para quienes recién empiezan. Punto final.


8 de mayo de 2016

Reflexiones de domingo a la noche

Muchas veces, la situación de Lobos o del país resulta un tema recurrente en mi blog. Es que a mí también me afecta lo que pasa, no soy un privilegiado que está al margen de cualquier crisis. Vivo en una sociedad que a veces me parece injusta e ingrata, y en otras ocasiones se muestra más amigable. Me parece importante darnos cuenta de que Lobos está cambiando su fisonomía, y esto no tiene que ver con ningún gobierno, sino con los usos y costumbres. Por un lado hay más inmuebles reciclados o remodelados que otorgan un aspecto más agradable, sobre todo en la zona céntrica, y todo terreno disponible se utiliza para construir departamentos o locales comerciales. 

Sin embargo, pensemos en esto: Necesitamos más automovilistas que cedan el paso al peatón. Más dueños de perros que no los dejen cagar en la vereda ajena. Más gente que ame lo que hace, que sienta pasión por el trabajo que tiene. Constantemente veo personas deambulando como zombies, con cara de nada, porque el trabajo es el precio que tienen que pagar para sobrevivir. Es verdad que hay laburos jodidos e insalubres, pero si vos estudiaste para algo, ponele pilas y no jodas. No siempre lo que te gusta hacer es lo mejor remunerado. Yo elegí ser periodista, y quizás si fuera abogado o ingeniero me iría mucho mejor, pero nunca me detuve a pensar demasiado en eso, creo que a la larga se impone la vocación sobre la profesión. 

Y hay muchos que están disconformes con la vida que les tocó en suerte, eso también es cierto. Porque no siempre en la vida podemos elegir. Y debemos tomar decisiones duras, que no quisiéramos, pero no nos queda otra opción. Y más viejo te ponés, más te das cuenta de que la vida dejó de ser un juego. Es un ciclo, un viaje, y hay que tratar de pasarlo lo mejor posible sin joder a nadie. Porque un día te despertás y cuando querés acordar, ya pasaron 10 o 20 años, y te preguntás qué estuviste haciendo todo ese tiempo, siguiendo al rebaño, sólo por quedar bien con el resto. Los garcas que se pasan todo el día en un bar no piensan en eso, porque para ellos la vida pasa por otro lado, por la timba o la especulación. Es algo que me interesa enfatizar. A cualquiera de nosotros, tomar una decisión crucial nos produce miedo e inquietud. Natural sensación que tenemos cuando hay muchas cosas en juego. Lo único que no se puede hacer en esa coyuntura, es mostrarse paralizado por la inacción. Si la pifiás, peor te sentís, empezás a pensar cómo deberías haber actuado, o qué hubiera pasado, lo cual no conduce a nada porque con los hechos consumados, poco se puede hacer. Pero no está de más pensar, que más tarde o temprano, quizás tengas una pequeña revancha personal si se da vuelta la tortilla, como solemos decir. Punto final.

6 de mayo de 2016

Se construyen casas, se demuelen otras

Se ven edificios nuevos en Lobos, y otros que están derruidos, a punto de venirse abajo. Ultimamente repuntó el mercado inmobiliario, muchas casas antiguas ubicadas en pleno Centro fueron compradas pero sólo para demolerlas, porque ya poco se puede rescatar de ellas. Hubo un tiempo en que la tendencia era reciclar casas viejas, pero ahora parece que rinde más edificar departamentos para luego alquilarlos. El "paisaje urbano" está cambiando, pero no de un modo uniforme: por ejemplo, abren nuevos locales comerciales pero otros cierran porque no les dan los números. A pesar de la crisis, la gente que tiene la plata prefiere apostar "en ladrillos", comprando un inmueble que puede estar en buenas condiciones o no, pero que es un resguardo, una inversión. Comprar dólares dejó de ser un negocio redituable desde que se levantó el cepo cambiario y la divisa norteamericana mantuvo su valor con pequeñas variaciones. De todos modos, no es tan sencillo ir al Banco a comprar dólares, se deben completar una serie de requisitos, porque nadie le vendería a un indigente, o un tipo que no tiene donde caerse muerto. Por eso todavía persisten las "cuevas", donde simplemente se fija una cotización y quien lo desee puede comprar los billetes verdes sin tanto papeleo. Precisamente, el hecho de que el dólar se mantenga "quieto" es lo que le ha dado cierto impulso a la venta de propiedades, e inclusive si el vendedor está de acuerdo, se arriesga a pesificar el valor de la misma. 

Así las cosas, como mencioné antes, hay un cambio notable en la fisonomía de la ciudad, en lo que respecta a construcciones. Y siempre surge la nostalgia al recordar un almacén, una casa chorizo, que ya no está porque fue demolida para levantar un edificio de mayor envergadura. Frente al Cine Italiano, en el ex Banco del Salado, se está recuperando una estructura que estaba totalmente obsoleta, y que provocaba rechazo del sólo verla en la principal calle de nuestra ciudad. Más allá de qué emprendimiento se vaya a instalar allí, ya sea oficinas o locales comerciales, contribuirá a que nuestra querida 9 de Julio recupere algo del esplendor que supo tener.

No puedo determinar cuáles son las últimas tendencias en arquitectura, pero lo que se puede advertir es que hay muchos más ventanales que antes. La gente busca vivir en un espacio luminoso, que además otorga una sensación de amplitud de la casa. En rigor, si nos ponemos a pensar, el Centro de Lobos es muy chico, no es más que la calle 9 de Julio entre 25 de Mayo y Av. Alem, más algunas cuadras de las calles Salgado o Rivadavia que tienen movimiento por los comercios que allí están instalados. Urbanizar, construir en terrenos que están más alejados, es una manera de incentivar que la ciudad tenga otra cara, otro perfil. Esto no significa que sea mejor o peor, sino que se aprovechen los loteos para edificar y así ganar en tranquilidad aunque se pierda en términos de cercanía con el Microcentro. Punto final.

La crisis como oportunidad

Muchas veces se habla de la crisis como oportunidad, y creo que es rigurosamente cierto. Nos obliga a aguzar el ingenio, a pensar en ideas nuevas, y buscar propuestas que resulten más atractivas. Por otra parte, no todas las crisis son de índole económica como la que estamos viviendo. Abunda también la crisis moral, de valores, porque hoy está todo tergiversado y los que años atrás merecían la condena de la sociedad en estos tiempos son vistos como los grandes señores. Pero no vale la pena perder el tiempo en el resentimiento o en una melancolía que no conduce a nada. Es momento de ver cómo podemos capitalizar todo lo que somos para mejorar nuestra situación. Cuando vos tenés que aumentar tus ingresos y te sentás a hacer números, empezás a pensar en alguna idea que te traiga más clientes. Y si trabajás en relación de dependencia, es momento de ver cómo lograr que tu sueldo rinda más, lo cual es sumamente difícil. No puedo decir cómo hacerlo, en mi caso he optado de privarme de cosas que no son imprescindibles, aunque no es justo que así sea.

En tiempos de crisis, la gente busca un "cable a tierra" porque lo necesita, en rigor de verdad todos lo necesitamos. De nada sirve quedarse tirado en la cama y lamentarse por lo mal que está todo. Y pensar que todo está perdido, tampoco ayuda demasiado. Porque de hecho no es así. Dejemos por un momento a la economía de lado. Pensemos que aunque nuestros ingresos fueran mucho mayores, quizá no nos sentiríamos tan felices y plenos como suponemos. La plata te permite acceder a muchas cosas, pero conozco personas con mucho dinero que tienen una vida llena de conflictos, ni ellos mismos saben quiénes son, o hacia dónde van. Viven  obsesionados por la guita, y no se dan cuenta de que pasan los años y después esos billetes se pudren en un cajón. Punto final.

2 de mayo de 2016

Convivir con los años que llevamos encima


Con el paso del tiempo, vamos cambiando. Muchas veces, aunque no querramos hacerlo. Ya no frecuentamos los mismos lugares, ni vestimos de la misma manera. El bar de toda la vida, que era un punto de encuentro para la gente del barrio, no existe más, porque ahora lo demolieron para construir un edificio de departamentos. Y también te pasa que te cansás de la rutina, de que todo sea exactamente igual al día anterior, vas envejeciendo, y no te podés vestir más como si fueras un pendejo. Por lo general, quienes lo hacen son personas que pretender ser más jóvenes de lo que son, lo cual es un error. Aunque resulte difícil, hay que aceptar la edad que tenemos, comprender que la vida tiene ciclos y etapas, y que estamos en constante movimiento. La sociedad actual no es muy compasiva con los viejos, por eso no seas tan maleducado de burlarte de ellos, ya te va a llegar la hora a vos de estar recluido en un geriátrico. 

Pero además, nuestros gustos y preferencias cambian. Ya no nos causa gracia el chiste de doble sentido, la estupidez, la ordinariez. Vamos buscando otras cosas. Y eso es señal de que vamos evolucionando. Las largas caminatas en el Parque o en la Plaza Tucumán tienen otro sabor. Estos haciendo algo por nosotros mismos, un poco de ejercicio físico, resistiendo al tiempo que es más tirano de lo que parece. Por otra parte, nos empieza a llamar la atención el jazz, el tango, la bossa nova, porque todo lo demás nos parece demasiado simple y trillado. Pensamos en un futuro, probablemente en acceder a la vivienda propia o a consolidarnos económicamente, y a veces se nos pasa la vida pensando, haciendo planes y cálculos, que esto sí y esto no, lo cual es peligroso, porque nos desdibujamos, nos convertimos en una caricatura de lo que fuimos. A cierta edad, es poco probable que ciertas cosas sean de nuestro interés, simplemente porque ya las vivimos y no están dadas las condiciones para un "deja vu". Aceptar que vamos creciendo y que ya no somos adolescentes, es complejo, porque todos, aún quienes se dicen los más maduros y mesurados, tienen actitudes de pendejo. Lo cual no está mal, siempre que no se vuelva en una compulsión o en un acto repetitivo que te hace quedar como un gil. Punto final.

Comenzó mayo, vuelta de página

Lunes por la mañana en la ciudad. Por fin un día soleado, con temperaturas agradables, en este otoño atroz que desde el comienzo nos ha castigado con un frío sin precedentes. Ayer se celebró el Día del Trabajador, y me puse a pensar en toda la gente que está sin laburo, o en situación de calle. En lo difícil que se hace acceder a una vivienda propia. Y esto no es nuevo, porque si bien el plan PROCREAR demostró ser eficaz en determinados casos, no siempre está al alcance de todos. Hay mucha gente que trabaja "en negro", y por otro lado tenemos a sujetos que evaden sumas millonarias al fisco, con lo cual estamos en una notable inequidad. Porque se persigue al que no presentó una Declaración Jurada, pero los millones de dólares que se desvían a paraísos fiscales nadie los controla. Los que ponen a testaferros para lavar el dinero sucio, y compran propiedades a precio irrisorio. Todos esos contrastes son los que duelen en nuestro país. Si queremos tener una política fiscal, que sea en serio, que todos paguen, y no que se manden intimaciones a los que menos facturan por su actividad. 

De todos modos, siempre hay motivos para sonreír. Porque tener que salir a la calle con un propósito, con un objetivo, que es ir a tu trabajo, es motivador, sobre todo en los tiempos que corren. Desde este blog me he quejado de muchas medidas de Macri, pero no personalizo la cuestión, no es que al tipo le tengo odio o bronca. Sólo sostengo que el aumento desmesurado de los servicios públicos nos está golpeando el bolsillo de un modo notable, como asimismo con los combustibles o cualquier otro insumo que necesitamos para el día a día. Queda mucho por hacer, podemos estar de acuerdo en que aún lleva poco tiempo en el Gobierno, no obstante lo cual es necesario que nuestro sueldo rinda más, y eso sólo se logra controlando la inflación. No somos nosotros, sino los señores ministros, quienes deberían tener la "receta" para lograrlo. Por otra parte, verlo a Moyano y a los "gordos" de la CGT haciendo una movilización me pareció un disparate, porque quieren poner un huevo en cada canasta y siempre le hacen la vida imposible a cualquier gobierno que no sea peronista. Me gustaría verlos con los mismos reclamos cuando estaba Menem, y defender los derechos de trabajador con idéntico entusiasmo. Punto final.

Hasta que el destino nos alcance

  Nos tocó otros comienzo de semana con lluvia. La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de escribir algo nuevo. Pero, que sea algo “nu...