24 de noviembre de 2013

Cómo Internet nos cambió la vida

Siento que los cambios se producen más aceleradamente que antes, y que son las nuevas generaciones las que se adaptan con mayor rapidez. Estaba pensando, mientras redactaba estas líneas, en cómo Internet nos cambió la vida. Cuando yo iba al secundario, todavía se usaba la máquina de escribir, e inclusive teníamos la materia de Mecanografía. Me sirvió para poder escribir rápido, sin mirar el teclado, aunque sólo use un par de dedos de cada mano. Pero la cuestión es que hay muchas cosas que supimos conocer que han quedado obsoletas. Ya nadie escribe cartas de puño y letra, y el correo postal sólo nos sorprende con facturas de tasas e impuestos. Pero lo más llamativo es lo efímero que me resulta todo. El mail, por ejemplo, está cayendo en desuso: los más jóvenes se comunican por Whatsapp, o por las redes sociales. Facebook y Twitter son dos armas de doble filo, que todavía no alcanzo a desentrañar o a comprender. Tengo una cuenta en Facebook, pero sólo me interesa relacionarme con gente que conozco en persona, no le encuentro sentido al hecho de tener "amigos virtuales". Y el Twitter me parece una pavada, una pérdida de tiempo, nadie podrá escribir algo que tenga cierta consistencia con sólo 140 caracteres. 

Es curioso, pero uno escucha la radio y ya no sólo te dan el teléfono para dejar un mensaje grabado, sino que te dicen: "también podés encontrarnos en Facebook y en Twitter". Me parece que todo pierde vigencia demasiado rápido. Tomemos el caso de los CD's: la gente se inclinó por los archivos mp3, y ahora parece que se está volviendo a los discos de vinilo, con distintos argumentos y estrategias de marketing. Todo se ha relativizado, vivimos en un mundo de matices, que simula ser tolerante pero es cada vez más fundamentalista y jodido. Hoy se admite que una persona reconozca abiertamente su homosexualidad, lo cual me parece positivo. Pero al mismo tiempo somos personas que juzgamos a los demás con excesiva liviandad, sin tener en cuenta por qué Fulano se comporta de tal o cuál manera. Creo que algo de eso comenté en otro post cuando les decía lo difícil que es ponerse en el lugar del otro. Una cosa es entender, y otra más compleja es comprender. Decimos que queremos una educación "inclusiva" pero los pibes salen de la escuela sabiendo cada vez menos, y probablemente sería así aún cuando permanezcan 20 años estudiando, simplemente porque no se los educa pensando en el mundo que les tocará afrontar. Además, se tergiversa la historia, como ocurre siempre cuando a "la historia la escriben los que ganan". Esta última afirmación puede ser discutible, pero me da la impresión de que los chicos necesitan descubrir que la vida no es tan sencilla como muestra la TV, y que los tan mentados valores se encuentran en otros lugares mucho más edificantes que una pantalla. Punto final.

20 de noviembre de 2013

Cambiando las fichas del tablero

Noche de miércoles en la ciudad. Finalmente renunció el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Como era previsible, el Grupo Clarín mostró su satisfacción con la novedad, y yo también, pero debo decir que sería bastante ingenuo pensar que el modelo de un Gobierno vaya a cambiar con la salida de un funcionario de segunda línea. Por lo general, mis textos no comienzan refiriéndose a hechos de estricta actualidad, pero en este caso sentí la necesidad de decir algo. Moreno, más allá de ser un cobarde que se hacía el matón cuando lo rodeaban los custodios, mostró su ineficacia en todas las medidas que implementó o alentó, desde el congelamiento de precios hasta el cepo cambiario. Su poder fue creciendo más allá de lo que su modesto cargo lo permitía, es decir que su área de injerencia en los asuntos públicos excedió holgadamente a su cargo. Se "llevó puesto" a seis Ministros de Economía que mostraron su desacuerdo ante los disparates que iba plasmando en una penosa realidad. Ojalá el nuevo titular del Palacio de Hacienda, Axel Kiciloff, tenga el camino libre para poder llevar adelante las medidas que crea convenientes sin tener que confrontar con un "pinche" con delirios de grandeza. 

Es un hecho alentador que la Presidenta haya retomado la actividad, no sólo porque ello demuestra que su salud ha mejorado notablemente, sino porque en un esquema de poder tan centralizado, su regreso era perentorio para poner en orden el gallinero. Es posible que Boudou sea corrupto, si las denuncias penales en su contra se confirman, pero además de eso es incapaz de gestionar y como Vicepresidente no ofrece garantía alguna de gobernabilidad en un largo plazo. Quizás por eso Zannini y otros soldados K estuvieron manejando el timón mientras Boudou naufragaba con su colección de guitarras y de motos Harley Davidson. Cristina tal vez nunca lo reconozca públicamente, pero sabe que se equivocó en elegirlo como compañero de fórmula, sobre todo habiendo dirigentes mucho más capaces e idóneos para el manejo de la cosa pública. No estoy subestimando a la Presidenta, solamente digo que este hombre es menos idóneo que el denostado Cobos aunque no cargue para siempre con la cruz de "traidor". Punto final.

13 de noviembre de 2013

Por lo menos, así lo veo yo

Mucha gente me pregunta por qué no voy más a los boliches. En principio, porque no me siento cómodo, no me gusta la música que pasan y además nunca me atrajeron demasiado las discotecas. El tiempo pasa para todos, tengo casi 35 años, y si bien no soy tan viejo, me parece que es hora de dejarles lugar en la pista de baile a los pendejos que nosotros supimos ser. Otro factor que siempre me jugó en contra es que no sé bailar, trato de moverme al ritmo de la música pero no conozco los "pasitos" porque estoy totalmente alejado del ambiente. Hoy por hoy, me da más placer sentarme en un bar a tomar una cerveza o un café y leer los diarios. O quizás, escuchar la música con la que me siento más identificado. Por lo general, no pretendo demasiado de las cosas: no soy conformista, pero aprendí que no se puede pedir demasiado para una ciudad como Lobos. Yo estoy en otra sintonía que es completamente ajena al "fin de semana de locura": trato de tomar poco alcohol, de charlar con amigos, de encontrarme con alguna señorita, pero no me interesa mirar hacia atrás. Soy un poco contradictorio, dado que muchas cosas me generan nostalgia, pero tampoco vivo en el pasado. Por ejemplo, tengo una cuenta de Facebook, pero me voy dando cuenta de que no me reporta demasiados beneficios ni utilidad. Entonces, ¿para qué? ¿cuál es el sentido de subir fotitos o compartir videos que no le interesan a nadie excepto al que empieza esa absurda cadena? Es algo para pensar, me parece. 

Volviendo al tema de  los "night clubs", está buenísimo sentirse a gusto en un lugar y disfrutar a pleno ese momento, sin tener que andar con resaca de la noche anterior ni apestando con el humo de cigarrillos ajenos. Mientras escribo estas líneas, pienso en todos los blogs que hay dando vueltas por el ciberespacio, y me pregunto si algún bloguero anónimo redactará textos parecidos a los míos. Los blogs tienen que perdurar, son un espacio de libertad en el medio de la hojarasca. Y creo que quizás por eso cada vez que actualizo mi blog para contar algo, aunque no sea un texto literario, siento que puedo conectarme con otra gente que quizás nunca conozca, pero con la cual tenga experiencias comunes. Punto final. 

11 de noviembre de 2013

Escuchando el nuevo disco de Sting


Noche agradable en la ciudad. Hace calor, pero no es agobiante, vale decir que se puede salir a la calle con una remera sin terminar asfixiado o rodeado de una nube de mosquitos. Estoy escuchando el nuevo disco de Sting, "The Last Ship". Siempre que un músico de renombre saca material nuevo, hay mucha expectativa, sobre todo en el caso del ex The Police cuya última grabación como solista data de 2003.

 El disco es tranquilo, tiene reminiscencias de música celta y galesa, se deja escuchar, es ideal para relajarse y disfrutar. Tiene muy buenos arreglos y la mayoría de los tracks fueron grabados en los míticos estudios de Abbey Road, en Londres. Es un poco difícil definirlo, pero podría decirse categóricamente que no es un disco pop. De algún modo, es un disco "de fogón", a pesar de que carece de estribillos pegadizos o riffs de guitarra demoledores. Hace rato que Sting viene explorando nuevos sonidos, nuevas texturas, y el cambio que trajo aparejado dicha búsqueda desilusionó a muchos fans. Está claro que el Sting de los '80 no volverá, no sólo porque él ya no es el mismo sino porque ha ganado suficiente dinero y prestigio como para emprender cualquier proyecto que desee aunque no resulte rentable.

La primera vez que escuché "The Last Ship", hice un gesto de desagrado: de algún modo yo también me sentí defraudado por el contraste con aquel Sting que supe conocer. Pero basta con tomarse el trabajo de escuchar el disco un par de veces para comprender cuál fue la intención del artista, qué concepto subyace detrás de la obra, y en última instancia qué aspectos diferencian a un músico mediocre y comercial de otro que ha madurado para pasar el resto de su carrera esquivando charcos y asumiendo el riesgo. Punto final.

6 de noviembre de 2013

Un lugar, dos lugares

A menudo escuchamos decir: "Hay que ponerse en el lugar del otro". Qué noble y llena de buenas intenciones nos parece esta frase, ¿verdad?. Pero lo cierto es que resulta muy difícil aproximarnos a algo semejante. En principio, porque en muchos casos no conocemos el contexto en que vive Fulano, y si lo conociéramos probablemente nosotros actuaríamos de otra forma. Podemos solidarizarnos con alguien que está pasando por un mal momento, pero... ¿ponernos en el lugar? El único modo que tendríamos sería pasar por una situación igual a la de nuestro amigo. Por ejemplo, que si a Fulano se le inundó la casa por la lluvia, a nosotros nos suceda lo mismo. Eso de "ponerse en el lugar" suena muy lindo, pero me parece un poco retorcido. Para cada acción que realiza una persona hay atenuantes o agravantes, según sea el caso, que podemos considerar al momento de juzgar una conducta. Eso es posible, y de hecho la mayoría de nosotros lo hacemos casi sin darnos cuenta: justificamos el proceder de alguien por equis motivo, o lo rechazamos porque nos resulta incompatible con nuestra forma de pensar. Pero es casi imposible ponerse "en la piel" del otro. Cuando el familiar de un amigo muere, vamos al funeral y nos mostramos afligidos, pero no podemos sentir lo mismo que la persona que sufrió la pérdida, eso es lo que trato de expresar. Quizás por eso siempre desconfié de los que dicen "solidarizarse" con tanta liviandad, como si fuera tan fácil. Desde luego que hay una empatía, un feedback, que nos hace pensar desde otro punto de vista e intentar un abordaje diferente de las desgracias ajenas. Pero no hay lugar que valga. No me convence la idea en absoluto y creo que debemos sincerarnos. El único que sufre es uno mismo. Los demás acompañan, contienen emocionalmente, te bancan, pero más no pueden hacer. Punto final.

4 de noviembre de 2013

Por un país con más federalismo

La gente de campo es modesta, sencilla, reservada. Y desconfiada también, con justificados argumentos, porque los han cagado muchas veces con innumerables promesas de mejorar su calidad de vida. Me refiero a los pequeños productores, a aquellos que andan en una camioneta F 100 media destartalada y abastecen a la zona urbana de toda clase de productos. Mi primo Sebastián vive en Salvador María y aunque no tuvo el privilegio de algunos de tener una gran educación, es una persona ejemplar. Habla poco, le gusta escuchar. Está solo todo el día en el campo, arando, sembrando, o alambrando, lo que sea. Sabe hacer de todo, y es mucho más joven que yo. En mi caso, me considero inútil para todo lo que tenga que ver con trabajos rurales, pero cada vez que me encuentro con Sebastián dejamos de lado los mundos opuestos en que vivimos y conversamos de cualquier cosa: autos, mujeres, un poco de política, cómo anda la familia, etc. Y como este primo mío que estoy describiendo, hay muchos que desde el total anonimato y con un Estado muchas veces ausente hacen lo posible para que este sea un país mejor. No son los señores de la Sociedad Rural de Palermo, son paisanos como nosotros. Que tienen una idiosincrasia diferente a la nuestra aunque nos separen unos pocos kilómetros de distancia. Menciono este ejemplo por no citar a los productores yerbateros de Misiones, o a los arroceros de Entre Ríos. Una vez, charlando con un amigo, nos quejábamos de la falta de federalismo que tenemos. En todo país, por supuesto, tiene que existir una capital... pero qué lejos está el porteño de pensar en el resto del país. Buenos Aires es un encanto y una maravilla para los turistas, y una ciudad fantasma y peligrosa para sus propios habitantes. 

Por ahí estoy diciendo algún disparate, pero recuerdo aquel proyecto de Alfonsín de trasladar la capital a Viedma. No tuvo demasiado respaldo, y naufragó rápidamente con el paso del tiempo. Me pregunto si hubiera servido de algo para cambiar las cosas. Para tener un país más federal, no tan centralizado. Hoy, cualquier persona enferma se juega la vida si no hay medios para trasladarla a un hospital de alta complejidad en Buenos Aires o La Plata. Qué bueno sería contar con un servicio de salud pública menos burocrático, más eficiente y capacitado. Y qué satisfacción sería que las empresas de medicina prepaga comenzaran a decaer porque la gente elige los hospitales públicos. Por supuesto, no en todas partes es igual. No tuve la suerte de recorrer todas las provincias, pero fíjense la cantidad de Hospitales que hay el Capital y los pocos que existen en las provincias más pobres y postergadas. Punto final. 

Hasta que el destino nos alcance

  Nos tocó otros comienzo de semana con lluvia. La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de escribir algo nuevo. Pero, que sea algo “nu...