3 de abril de 2024

Complicado comienzo de la semana, consecuencia de 6 días de inactividad

Esta nota, probablemente sea la última que escriba dentro de unos días. Siempre que he dedicado un tiempo a actualizar el blog, ha sido porque me surge una idea que considero interesante compartirla. Pero a veces, la inspiración no llega, y si hay algo que trato de evitar, es repetirme. 

Cuando estás con un bloqueo creativo, por más vueltas que le des, se hace farragoso concentrarse en la escritura de un texto, y en tal sentido,creo que un punto clave es el hecho de preguntarnos qué veta útil le podemos encontrar a lo que pensamos. Cómo canalizar en un producto que sea atractivo hacia los demás, darle un valor que vaya orientado a sacar de la mente desde una creación imaginaria hasta un razonamiento complejo. Y desde ahí, llevarlo a la consideración pública. Las escenas, los sonidos que vamos recogiendo a lo largo del día, terminan en alguna parte de nuestra cabeza, de forma subliminal (no intencional, vale decir).

Abril de 2024. Quién iba a decir que llegaríamos a esta parte del año, y seguramente me esté repitiendo otra vez si me pongo a mirar notas anteriores. El fin de semana largo de 6 días fue una locura, me refiero a que no le encuentro lógica. Y como justo coincidió con fin de mes, ya saben ustedes lo que pasa. Una cosa es estar sin un mango pero con la agenda full time, y otra es no tener plata sumado al tiempo libre, donde hay que cuidar hasta la yerba del mate para no pasarse del presupuesto.   

Es una mañana fresca y ventosa, y mis neuronas tratan de ponerse de acuerdo entre sí para darle un marco óptimo a este comienzo del día. Como les decía antes, no hay que obstaculizar al fluir del inconsciente.

Tuvimos 6 días, además, con un clima bastante choto: Cielo nublado, con alguna lluvia breve, luego sale el sol, se nubla otra vez y vuelven a caer unas pocas gotas. Así estuvo los últimos dos días. El domingo de Pascua se pronosticaba un diluvio, pero eso no ocurrió. De manera que me puse a leer, ya que nunca está de más comprobar tu reacción hacia lo que otro escribió. Leí a Cortázar, y un par de ensayos o investigaciones políticas. Estos últimos ejemplares los tengo en mi poder, porque los compré a un valor súper económico en una feria del libro usado. De no ser así, los hubiera descartado. 

Como suele suceder, uno aprende a valorar las pequeñas cosas cuando ya no las tiene, pero yo no extraño en absoluto tirarme en la cama a ver una película o hacer zapping por la TV basura, porque prefiero elegir otro camino, aunque quizás ni siquiera sé cuál es. Sólo conozco, más o menos, por dónde no debo ir.  Dejar de cuestionarse lo que uno hace (o los motivos por los cuales hace las cosas) y otear el horizonte con otra mirada. Para eso hay que afinar la punta del lápiz. 

Podría escribir más, enumerar una por una las cosas que me irritan, o bien las que me complacen, pero siempre quise que este blog, con sus logros y sus limitaciones, sea una instancia superadora, para que el lector se sienta a gusto y no para sumirlo en el tedio con un palabrerío insostenible. Desde 2005 hasta la actualidad, sigo adelante, procurando estar en camino de lograrlo.

Primer día hábil de abril, y tal como cualquiera podría suponer, al abrir los bancos tras un largo paréntesis, el uso de los cajeros para retirar dinero o bien para hacer depósitos se vio colapsado. Fui dos veces sin poder lograr mi cometido, pero tampoco estoy apurado. Recién empiezo las cobranzas, y queda mucho por recorrer durante los días venideros. Bueno, vuelvo a lo anterior: La administración pública "disfrutó" de 6 días de inactividad, mientras que para muchos de nosotros, se nos hacía cada vez más cuesta arriba tener que lidiar para llegar a fin de mes. Hoy hablé con un compañero de trabajo, y pude constatar que no soy el único. Probablemente él gane más dinero que yo, porque estaba preocupado en pagar el vencimiento de la tarjeta de crédito. Yo nunca tuve una, y la verdad es que no me desvela. Aunque no la uses para nada, te cobran un cargo fijo de $ 20.000 (según el banco). Es más razonable contar con esa plata "cash", que destinarla al mantenimiento de un servicio cuyo uso es muy esporádico.  

Pero todo va a mejorar, de eso estoy seguro. No me refiero a las políticas públicas, sino a lo que cada uno pueda hacer por sí mismo para hacer frente a situaciones adversas. En ese punto, sí se puede decir que los argentinos somos expertos en el arte del "rebusque", promociones, y descuentos varios. Todo lo que nos conduzca a pagar menos al momento de ir al súper, es bienvenido. 

Y para finalizar, cierro la nota de hoy, desempolvando del archivo otra crónica que -según las estadísticas- está dentro de las más leídas. Sin más preámbulos, la comparto con ustedes: 

Verano de 2009 en la ciudad. Treinta grados a la sombra, me dirijo a la Plaza 1810 por ser un espacio público cercano a mi domicilio en el cual se puede fumar y ver disfrutar el gratuito pasatiempo de ver la gente pasar y hacer una suerte de ejercicio observacional. Me pongo a conversar con el placero de turno. Un hombre digno, simpático, que se acerca con una sonrisa hacia el banco donde me encuentro sentado para cambiar unas palabras conmigo. Debe estar sumamente aburrido como para detenerse a conversar sobre temas triviales con alguien que no conoce, y que poco tiene en su haber como para darle a una charla pasatista un perfil dinámico, aunque sirve por matar el tiempo nomás. 

Fue un momento grato, sin dudas, un encuentro efímero entre dos generaciones que crecieron en contextos completamente distintos pero que mantienen los valores que nos hacen suponer (sólo por un momento) que la sociedad no está totalmente desquiciada. Ese hombre, con su sencillez y su modestia, sin condicionamiento alguno, se acercó a conversar conmigo, y a hablar sobre "bueyes perdidos". Qué bueno es encontrar un momento de distensión cuando uno menos lo espera, darnos cuenta de que no estamos tan solos, de que esa persona entrada en años padece los mismos problemas y encuentra el mismo placer en las cosas que quien esto escribe, a pesar de que nos separan 30 años entre el ciclo biológico de cada uno.

El diálogo fluye naturalmente, en buena medida porque el anónimo placero escucha, y no pregunta boludeces. Muy por el contrario, devuelve lo que uno dice con un comentario certero y que ostenta la experiencia que le ha dado la vida. Ojalá haya más personas que puedan conectarse más allá de la brecha que existe entre las generaciones, y descubrir que detrás de toda una historia personal existen episodios que nos marcan, y que nos impulsan a actuar de otra manera. 

Yo no tengo dificultades para relacionarme con personas mayores, aunque debo reconocer que cuando se dejan llevar por la nostalgia recordando nimiedades, pueden volverse un poco pesados. Pero nada me da indicios de que, si llego a esa edad, vaya en esa misma dirección. 

Hay que se ser tolerantes. Quizás suceda porque están transitando la última etapa de sus vidas y les aflige ver un presente que va en contra del empeño que ellos pusieron para salir adelante. Punto final.

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