Llegó el finde. Son las ocho y cuarto AM, me levanto de un tirón pese a que no tengo ganas, y es por la sencilla razón de que no creo que consiga seguir durmiendo. Pese a que el termómetro marca alrededor de 15 grados, me estoy cagando de frío. Preparo la pava, y los mates amargos me ayudan a calentarme los huesos. Busco algún suéter en el ropero, y ése color bordó que me quedaba como "pintado", parece un colador porque ha sido devorado por las polillas. Estoy tranquilo, porque en ese momento lo único que se escucha es el ruido del agua calentándose. A veces me “tildo”, o ando como bola sin manija, como nos pasa –y les pasa- a todos. No hay nada nuevo bajo el sol, por lo cual me permito escribir sobre cuestiones ajenas a la actualidad política o económica.
En realidad, siempre he escrito de lo que quise, pero (modestamente) a veces es oportuno hacer una suerte de pronunciamiento. En este caso no. No voy abordar ese tipo de asuntos. Prefiero ponerme a escuchar música clásica, un género del que soy apenas un neófito, pero que indudablemente contiene composiciones admirables. Mi instrumento predilecto es el piano, tanto para el jazz como para el tango, y se hace extensivo a los compositores clásicos. Los arreglos de cuerdas me aburren un poco, pero la música incorpora múltiples instrumentos que en la mayoría de los casos son los que logran un resultado agradable al oído, embelleciendo lo que se volvería una tediosa monotonía.
No obstante, no ouedo evitar preguntarme: ¿Para qué perseguimos nuestras ilusiones, nuestros deseos, nuestros sueños? ¿No estamos siempre corriendo detrás del carro? Es algo similar a cuando vas en auto por la ruta, el sol del mediodía se proyecta de lleno sobre el asfalto y parece haber agua a unos kilómetros de distancia. Un mero espejismo. ¿Y si no logramos consumar esos objetivos por más esfuerzo que le pongamos? ¿Y qué onda si en ese interín se nos pasa la vida? ¿No sería mejor ser más concretos y realistas? Demasiadas preguntas para un solo posteo, coincido al respecto.
Todo lo que me interesa es vivir bien, del modo en que yo lo entiendo. Tener la vida que consideramos merecer, porque es la única existente. Después podemos debatir sobre lo que viene después de la muerte, si es la nada misma o si hay algo más que está sobrevolando fuera del cuerpo físico, llámenlo alma o como gusten (no quiero entrar en veleidades metafísicas). Pienso que lo que aportan los años es sabiduría, y por esa razón, no deja de ser lamentable llegar a ser un “anciano sabio” cuando ese mismo cuerpo con el que creciste se ha convertido casi en un despojo.
Si pudiéramos adquirir la experiencia de vida siendo jóvenes, desandaríamos el camino de una forma más fluida. Pero, como comprenderán, no es posible. He repetido muchas veces en esta nota la palabra vida. Ocurre que la vida es ingrata por naturaleza, desde el momento mismo en que sabemos que se termina. Reitero: Digamos esto, dejando de lado la espiritualidad o las creencias religiosas de cada uno.
Podés imaginarte en un cielo con angelitos o lo que se te ocurra, y ojalá fuera real. No lo sabré nunca en el plano consciente. Solo sé que hay que atravesar muchos duelos por la pérdida de seres queridos, por parejas que se terminan, por el maltrato injustificado o humillante, por gente que se empeña en perjudicarnos casi metódicamente. Tenemos que elegir constantemente con el temor a equivocarnos, y quizás sería bueno que los senderos fueran correctos por antonomasia. Arriesgamos mucho a cambio de poco. Trabajamos mucho a cambio de una jubilación miserable. Si hay algo que todos sabemos, es que en este país ningún jubilado común y corriente percibe ingresos dignos. Ni antes, ni ahora.
Vamos al gimnasio, seguimos los consejos médicos, tomamos las pastillas que nos recetan, y… ¿Cómo sigue después? Si hasta el individuo que parece más saludable o de mejor semblante puede fallecer de muerte súbita antes que vos. Y no hay explicación, más allá de la genética o de factores hereditarios. Cuando la cabeza se te llena de preguntas, quizás habría que desensillar hasta que aclare. Tomarse el tiempo necesario para procurar elucidarlas de a una a la vez, y en caso de no hallar una respuesta concluyente, pasar a la que sigue. Tengan por cierto que en algún lado, están escondidas. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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