16 de abril de 2008

Crónica de un post de mitad de semana

Dedicarse la tarea de actualizar el blog a mitad de semana (algo que continúo haciendo porque me gusta, no tengo obligación alguna), ahora que ya no dispongo de tanto tiempo libre como antes, no parece ser una idea acertada. No obstante, aquí estoy, algo cansado del diario trajín, y con ganas de retomar el contacto con los lectores.
Como suele suceder, uno aprende a valorar las pequeñas cosas cuando ya no las tiene, y ahora extraño tirarme en la cama a ver una película o hacer zapping por la TV basura,  por citar ejemplos de algo bastante sencillo que podía hacer cuando esas horas me pertenecían.
Hace tiempo que no leo un libro nuevo, no los voy a engañar. No tengo tiempo, pero quizás estaría faltando a la verdad si no les confesara que tampoco tengo ganas de emprender la lectura de un texto de 300 o 400 páginas, de principio a fin. Si leo, prefiero textos breves, concretos, pero no por ello exentos de belleza o de virtuosismo literario. Tal vez por eso me enganché con uno de Paul Auster, un escritor que goza de mucha popularidad en la Argentina. 
Casi sin darnos cuenta, cuando llega el miércoles ya estamos pensando en el fin de semana. Pero lo principal es disfrutar el día de hoy. A veces creo que es necesario decir basta, ante los abusos de poder y atropellos cotidianos. Dejar de cuestionarse lo que uno hace (o los motivos por los cuales hace las cosas) y otear el horizonte con otra mirada. No necesariamente más optimista, sino diferente.
Podría escribir más, enumerar una por una las cosas que me irritan, o bien las que me complacen, pero siempre quise que este blog, con sus tropiezos y limitaciones, sea una instancia superadora. Espero estar en camino de lograrlo.

Crónica de una sociedad en ataque de nervios

Comenzamos la semana. Ayer saltó la térmica y media casa permaneció a oscuras mientras intentaba escribir estas líneas. Así que tuve que int...