9 de mayo de 2008

Crónica de una persona analógica en un mundo digital


Aunque soy consciente de que estoy remando contra la corriente, todavía utilizo cassettes analógicos convencionales para grabar entrevistas y reportajes. Muchas veces, a falta de dinero para un nuevo cassette, vuelvo a usar alguno que yo creía tener su ciclo cumplido, y que sin embargo soporta estoicamente una nueva grabación. Así, los discursos estúpidos, los saludos de ocasión, los formalismos, y todo aquello que no tiene la menor importancia para el futuro es rápidamente borrado y sustituido por algo que -a mi criterio- tendrá mayor valor, al menos en el corto plazo.
Tengo viejos programas de radio del año 2001, cuando "trabajaba" (el encomillado es porque nunca recibí pago alguno) en una FM local, y los conservo de la mejor manera que puedo, a sabiendas de que el deterioro es irreversible. La humedad -ya lo hemos dicho aquí otras veces- hace estragos, y la cinta magnética, sobre todo si es un cassette estándar, pierde fidelidad rápidamente. Por eso, decidí hacer una copia de seguridad de esos programas en un CD (o digitalizarlos, como quieran llamarlo). No es tarea sencilla para el aficionado, y no quiero echar a perder lo poco que tengo de aquellos programas, así que voy a consultar a algún "especialista" en estas lides. El tema es que la persona en cuestión sea lo suficientemente responsable como para no perder ni extraviar el cassette, que -a pesar de todo- me interesa conservar.
Hace unos días también descubrí una suerte de valijita de cuerina que solía fabricarse para guardar los cassettes, perteneciente a mi abuelo, y en la cual hallé cassettes de tango totalmente inutilizados en su mayoría, salvo un puñado que se podían rescatar porque la cinta aún conservaba cierta lozanía.
El tema es que las caseteras están en vías de extinción, ya casi nadie las fabrica, entonces, ¿Cómo hacés para verificar si el cassette en cuestión efectivamente suena bien o no?
Me fastidia ese desprecio por lo analógico y esa fascinación por lo digital, que cada día se incrementa más y nos hace parecer como dinosaurios.
Ayer vi en una película a un adolescente promedio de EE. UU. utilizando la consola de juegos denominada "X-box" y bajando música legalmente de "Itunes".
Fue la primera vez que vi algo semejante en cine. Y como el cine se nutre, por lo general, de los hechos de la realidad, habrá que suponer que, definitivamente, los que atesoramos los gloriosos TDK de la década del '80 estamos condenados a la marginación de los grandes centros de consumo de la sociedad.

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