14 de febrero de 2022

Podés mirar hacia atrás, pero no intentes volver a esos instantes

Lunes por la mañana en la ciudad. Cuando comience marzo, todo volverá a la normalidad en el pueblo, digamos. Y no sé si está bien o no, quizás debería haber una continuidad en la actividad y no que quede reducida a su mínima expresión durante la temporada estival. Esto implica una gran proliferación de conferencias de prensa interminables que demandan mucho tiempo en ser desgrabadas y cuyo interés para los lectores es muy escaso. Como hemos dicho, en una página Web los textos deben ser más breves que en un medio impreso, de los pocos que subsisten. A veces esto me condiciona un poco porque, si me pongo a pensar, hay detalles importantes que uno necesita dejar en un segundo plano para la lectura de una nota tenga “gancho” y no resulte demasiado engorrosa de leer. 

Cambiando de tema, estoy pensando en crear un nuevo blog, con un perfil totalmente distinto a éste. Contendrá solamente cuentos y textos literarios, y algunos ensayos breves y en el cual se aborden otro tipo de cuestiones que salgan de la estricta actualidad. Eso sí: lo primero que voy a hacer es inhabilitar los comentarios, porque entre el spam y los que hacen cuestionamientos absurdos se pierde demasiado tiempo en leerlos a todos. Yo no soy un bloguero "full time", primero porque para que ello sea posible, debería asumir una posición militante que no pretendo hacer; y segundo, nadie me paga por lo que escribo acá.  Trato de expresarme sobre aquello que me llama la atención, aunque no sea estrictamente periodístico.  me da un margen de libertad para dejar pasar unos días si no surge nada que me motive o que me llame la atención.

Tema 2: Alguien me preguntó hace un tiempo sobre los libros de autoayuda. A este respecto, cabe señalar que -como todo en la vida- algunos son serios (escritos por psicólogos o profesionales de la salud), y otros no. Lo real, es que ante una situación límite la gente se aferra a cualquier cosa para salir a flote, para sentirse un poco mejor. Algunos recurren a la espiritualidad, hablan mucho de la "energía interior" de nuestro cuerpo, y otros consultan a un terapeuta. También hay que decir que la consulta a un buen psicólogo no está al alcance de todos, más aún teniendo en cuenta que es un tratamiento que se prolonga en el tiempo por un período indeterminado. Pero creo que determinados libros, sumados al apoyo de una terapia efectiva y cuando hay buena química entre el profesional y el paciente, pueden dar buenos resultados.

Con el paso del tiempo, uno va cambiando no sólo su aspecto físico, sino la manera de pensar. Por lo general, nos volvemos más intolerantes ante ciertas cosas. Consideramos que ya hemos soportado demasiado en el lapso que llevamos de vida y es por ello que no nos bancamos la estupidez, la mediocridad, y la falta de sentido común (entre otras cosas). Bueno, a todo eso lo que te acabo de mencionar, le pusieron un nombre, como a todo: “Tolerancia a la frustración”.

Pero no deja de ser cierto que, más de una vez, sentimos que estamos luchando contra molinos de viento. Es decir, una lucha desigual y en la cual inevitablemente terminamos derrotados. Pasan las generaciones, y el país sigue siempre igual. Cuando somos jóvenes, todos tenemos ese entusiasmo de aportar algo para que las cosas mejoren, de distintas maneras. Puede ser militando en un partido político, en una ONG, colaborando con una colecta, ayudando en un merendero. Pero nada parece suficiente, nada parece alcanzar: Como dije antes, pasan los años y seguimos estancados. Y esto ya no lo sostengo de modo excluyente en alusión al kirchnerismo, sino a un mal endémico que los argentinos tenemos desde mucho tiempo antes. Y es que no creemos en el progreso, o lo vemos siempre demasiado lejos de nuestro alcance.

Hace poco, alguien a quien la gusta despertar recuerdos nostálgicos posteó en Facebook una foto de una calle muy conocida de Lobos, que en ese momento estaba empedrada y ya no lo está al igual que almacenes y otros comercios típicos de los ’80 que fueron demolidos. Noté que la mayoría de la gente reaccionaba lamentándose por aquello que se había perdido, por el hecho de que quizás había un bar que dejó de existir…y si yo, que no viví de lleno esa época, miro la foto, puedo decir que una calle como esa, en pleno centro de la ciudad, era francamente horrible. Más que un pueblo, parecía un caserío, no revestía atractivo alguno. Si vos ves cualquier foto de hace 40 años, pongamos por caso, y te encontrás con autos viejos estacionados, no es motivo alguno para la nostalgia, ya que ese tipo de vehículos fueron nuevos en su época, y no ahora.

 No se puede entender por "progreso" tener un televisor gigante o el último modelo de celular: es algo mucho más profundo. Tiene que ver con cambiar nuestras concepciones, con tener un tránsito ordenado, ampliar la oferta de espacios culturales gratuitos… Y lo más relevante: Saber decir que "no" cuando algo nos resulta inaceptable. Las convicciones de la sociedad argentina son muy débiles, y para que el país crezca deben trascender. No hay recetas mágicas. Por ejemplo, todo el mundo reniega de la “tele basura”, se horroriza por el morbo, pero son los programas que más rating tienen. Hoy, vemos cómo el Presidente recibe a un tipo que se da en llamar “L-Gante”. ¿No se le ocurrió hacer lo mismo con Larralde, por ejemplo, que tiene una trayectoria de más de 50 años? Es famosa la foto en la que el ex Presidente Richard Nixon recibió en el Salón Oval de la Casa Blanca a Elvis Presley. Bueno, parecería ser que lo más cercano que nosotros tenemos al Rey del Rock & Roll, es L-Gante. No queda mucho más que agregar. 

 Esto es, en resumen, una muestra de la hipocresía con que estamos acostumbrados a manejarnos. Me pregunto si los jóvenes del futuro tendrán la sensatez que no supimos tener nosotros, porque siempre, al generalizar, se cae en una omisión injusta hacia quienes la siguen remando. Punto final.


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