Faltan dos meses
para que termine el año. No podría afirmar si es mucho o poco. Es lo que hay, y
cada uno avanza a su propio ritmo. Por eso, tenemos que ver cómo llegamos a
esta instancia luego de un largo camino recorrido. Quizás haya cuentas
pendientes, asuntos sin resolver. Pero es normal que nos encontremos con esa
sensación, que puede ser real o no. Es posible que tengamos una percepción distorsionada
y que sólo recuperemos la mirada precisa al cabo de un tiempo. Si los meses venideros serán provechosos, es una incógnita. Tengo la impresión de que sí, pese a que no está sustentada en nada empírico. Como cualquiera de ustedes, intento sobreponerme
a las adversidades y seguir desandando el recorrido. No hay muchas
alternativas. Arranqué el mes haciendo cobranzas, como es habitual, y ahora
tengo que arreglármelas con el dinero disponible como le pasa a cualquiera. En
septiembre logré llegar a fin de mes con algún remanente, y para mí fue una
tranquilidad no tener que pedirle plata a nadie. Siempre he saldado mis deudas
en tiempo y forma, pero no es una situación que me resulte grata. Es un
compromiso que uno ha contraído y que al cual debe responder para mantener la
confianza y no defraudar a nadie.
Estoy leyendo un
poco más y cambiando los hábitos que se me han hecho una costumbre, porque uno
repite esas acciones casi sin darse cuenta. Es una oportunidad para ajustar las
clavijas y empezar a diagramar una nueva etapa, incierta sin duda, pero con
mucho por delante. La verdad es que no me puedo quejar. Si yo no hice algo, no
puedo esperar que las cosas vengan solas. Y esperar cansa, agota. Pasamos mucho
tiempo en una actitud pasiva y nada sucederá si permanecemos así. Es muy poco
probable que podamos vislumbrar un cambio de paradigmas. A veces es necesario
asumir otra actitud que nos ponga en protagonistas de lo que nos toque vivir.
En términos de
información fue una semana tranquila, sin mayores novedades. Como hay que
buscar todos los días algo para publicar, de vez en cuando entro a los portales
de la región para ver qué noticias pueden interesar a los lectores de Lobos.
Por eso es importante ampliar la mirada y analizar los hechos desde una
perspectiva distinta. En eso estamos, hacia esa dirección vamos. Vamos a tratar
de transitar este último tramo de 2024 con otro enfoque. Como ustedes habrán
notado, ya no dedico tanto espacio a hablar de la actualidad política, porque
me aburre. Eso no quiere decir que no haya motivos para indignarse, sino que
quizás sea oportuno hacer una pausa y dejar pasar unas semanas para disponerse
a jugar con otras piezas en el tablero. No nos queda margen para medias tintas:
La vida a menudo nos exige jugarnos a todo o nada. El año que viene tendremos
que votar por la continuidad de este “no-modelo”, o algo que apunte a una
recuperación real. Claro que no será de la noche a la mañana, pero al menos si
cambia la composición del Congreso, es posible que los proyectos de la
oposición puedan tratarse con una medición de fuerzas diferente. Una oposición
razonable y constructiva, no salvaje. No podemos seguir tropezando a cada paso.
Nos parece muy arriesgado, pero una vez que entramos a competir nos daremos
cuenta de que estábamos mejor preparados de lo que pensábamos. Nos estamos viendo
pronto. Punto final.
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