Cuando pasan varios años sin que te encuentres con alguien y esa persona aparece súbitamente en escena, pueden suceder dos cosas: O que te pongas al día hablando cada uno de todo lo que hizo durante ese tiempo, o que no sepas qué decir, saludes y sigas de largo. Ese comportamiento pendular es más frecuente de lo que parece. Y suele pasar, por ejemplo, cuando llegan las elecciones, vas a votar y te encontrás haciendo la fila en la mesa que te fue asignada, junto con otra gente que seguramente comparte la misma letra de tu apellido y por ese motivo está allí igual que vos. No los ves nunca, o si los ves, es de pura casualidad, pero como estás esperando, se convierte en una buena excusa para conversar. Entonces uno comprende que no es el único que envejeció, o que tiene dificultades, porque ese otro te cuenta que también tuvo problemas, que está decepcionado de los políticos, y que sólo concurre a votar porque es una obligación.
De todos modos, como decía Borges, es cierto que la amistad no necesita de la frecuentación. Lo que todos quisiéramos es tener más tiempo para poder dedicar a nuestros amigos, a compartir un café o un partido de fútbol, pero esas inquietudes se van desvaneciendo a medida que aparecen otros compromisos, como el trabajo o la familia que cada uno haya conformado. Y por sobre todas las cosas, antes de juzgar con liviandad, debemos ser más empáticos: Lo que para algunos fue una boludez o un simple trámite, para otros significó un gran esfuerzo. No todos decidimos o actuamos al mismo ritmo.
Se me ocurrió
pensar en esto porque sé que a muchas de mis amistades no las he podido visitar
asiduamente en el transcurso del año, ya sea porque viven lejos, o porque no
coincidimos en los horarios. Este 2024 será para el recuerdo de algunos y el
piadoso olvido de otros. Yo ya le di bastante rosca al asunto, y todo lo que
quiero imaginar es que lo que vendrá será un ciclo venturoso, y para ello será necesario poner toda la carne al asador desde el día uno. Quedan 10 días para
que termine el año. Cada cual ya habrá hecho su propio balance si lo considera
útil, pero hay que aprender a no castigarse al pedo. Si las cosas no salieron
bien, puede ser por distintas razones, y siempre lo que sobresale son los
logros personales por encima de la coyuntura político-económica. Por supuesto
que con viento a favor todo es más fácil, pero los que hemos vivido desde
siempre en este país sabemos que nuestra suerte no puede quedar atada a la
situación a nivel “macro”.
Yo lo que puedo
decir es que finalizo este ciclo mejor de lo que lo empecé, porque ahora tengo las prioridades más claras que antes. En enero no sabía bien lo que iba a hacer,
son meses de transición y hasta marzo está todo atado con alambre. Hoy por hoy, me interesa
la idea de seguir capacitándome: Haré cursos, talleres, y todo lo que me
permita tener una formación profesional más sólida. Sé que puedo continuar
aprendiendo, y que lo conseguido este año, poco o mucho, me otorga ese impulso
de seguir dándole rosca a lo que quedó pendiente. Y otro aspecto a mejorar, es
la administración de los ingresos. Sé que la plata que cobro será menor en enero,
porque muchos clientes se van a vacaciones o entran en un receso. Yo no puedo
darme ese lujo, pero ya me la veo venir, habrá una merma que tendré que
compensar cuidando más el mango. De marzo en adelante estimo que será
diferente, porque el año próximo hay una campaña electoral por cubrir que siempre te deja un poco de guita extra. Así que acá estamos, preparados detrás de la
trinchera para afrontar lo que nos toque en suerte. Nos estamos viendo pronto.
No se olviden de sus amigos, que es el capital más valioso que tenemos. Punto
final.
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