Ayer fue mi
cumpleaños. No sé por qué escribo algo ahora, pero tiene que ver con mi costumbre
de relatar los hechos que me movilizan. Todo lo que puedo decir es que me
siento feliz de haber llegado a la edad que tengo, algo que nunca pensé que se
iba a poder dar, porque siempre imaginé que no alcanzaría a disfrutar de la
adultez en su plenitud. Cumplí 46, y una de mis metas para esta nueva etapa es
no quejarme tanto cuando las cosas no se dan, no ser tan demandante con los
demás, aprender a valorar lo que he conseguido, darle un nuevo impulso a las
cosas.
Este año estoy
escribiendo menos en el blog, no sé bien a qué atribuirlo, lo que puedo decir
es que nunca dejé de lado mi vocación por analizar la realidad e irla pasando
por un tamiz para que resulte más clara. Lo importante es poder tener en cuenta
que no somos los únicos responsables de lo que nos pasa. Hay un sinfín de
factores externos que influyen y que ni siquiera atinamos a comprender. No
sabemos bien las causas que determinan nuestro destino, solo sabemos que las
cosas suceden por algo, y que no podemos ejercer una influencia sobre nuestro
entorno para torcer ese destino. Es muy difícil determinar qué hechos son los
que tienen gravitación en nuestra vida, ya que no podemos arribar a una conclusión
clara respecto de las posibles consecuencias. Y eso es importante: Hacerse
cargo de las consecuencias de nuestras decisiones. Yo nunca le he esquivado al
bulto, siempre que me tocó asumir una responsabilidad lo he hecho plenamente,
no me parecía correcto delegar en otros lo que me correspondía a mí. Pienso que
hacerlo de otro modo sería una forma poco sutil de sacarse el lazo de encima, y
eso nunca trae consigo buenos resultados. Yo he pasado por situaciones
difíciles, y sin embargo a esta altura de mi vida no espero el acompañamiento
ni la solidaridad de nadie, ha sido lo que me tocó en suerte.
Para mí es
gratificante saber que hay gente que me quiere y me aprecia a pesar de que no
me considero un ejemplo de nada, soy uno más en el rebaño que trata de mejorar
en todo lo que le sea posible. Cada vez que había que defender una causa que
consideraba justa, lo he hecho con convicción, aun cuando ese pronunciamiento
fuera a contramano de la opinión mayoritaria. El desafío que yo me planteo a
partir de hoy es poder lograr una nueva versión de mi persona, trabajar en todo
lo que me sea posible, continuar dejándolo todo por progresar en esta
profesión. El Día del Periodista recibí muchos saludos y mensajes que me
hicieron pensar que algo de lo que he transitado por más de dos décadas ha
dejado una modesta huella en la vida pueblerina. Ojalá pueda seguir adelante en
este camino, ojalá Dios me conceda las fuerzas necesarias para dar pelea en
situaciones difíciles, porque es un proceso que no se construye de un día para
otro: Lleva tiempo, maduración, compromiso.
A lo largo de los años, nunca me interesó asumir una imagen distinta a la real. Hacer periodismo en un pueblo chico no es fácil, pero se puede ser crítico en el disenso, marcando la cancha sin pretender arrogarse un protagonismo que no nos corresponde. Cada nuevo ciclo, cada año que transcurre, nos presenta nuevos desafíos. Este año es muy particular porque me he propuesto avanzar en una dirección distinta. Consolidar lo que se ha logrado y empezar a apostar por la vida que cada uno cree merecer. Todos tenemos aspiraciones, por pequeñas o ambiciosas que sean. Por otra parte, todos podemos asumir el compromiso de ser mejores personas, y para ello es necesario involucrarse en la vida de la comunidad, no permanecer indiferentes a lo que pasa a nuestro alrededor. He pensado mucho sobre eso durante este mes, sobre todo hace unos días con motivo del Día del Periodista.
Yo elegí esta profesión sabiendo de
antemano que no me daría un gran volumen de dinero, que tendría que trabajar
caminando la calle todos los días, que la fortuna no estaría siempre de mi
lado. He tenido que tomar decisiones ingratas pero necesarias, enseguida
comprendí que mi vida no sería un oasis de bienestar y satisfacción. Abundan
los desencuentros, los momentos difíciles, los problemas. Pero creo que eso es
lo que nos hace valorar los buenos tiempos y darle sentido a lo que nos toca
afrontar. Yo aprendí a no dejarme llevar por el desánimo, porque todavía tengo
razones para seguirla peleando. Lo que me da energía es pensar que puedo darle
otra vuelta de tuerca a lo que me toque vivir, sabiendo que que es un proceso
único para cada persona. Tengo la confianza de que lo que está por venir será
promisorio, porque yo me lo he propuesto de esa manera. Sólo resta mantener
intacto el deseo de superación y esperar a que lo demás vaya decantando solo. Nos
estamos viendo pronto. Punto final.
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