20 de septiembre de 2007

Un país de "buena gente"?


Vísperas de primavera en la ciudad. Me pregunto, no sin cierta ingenuidad: ¿Dónde están las buenas personas? ¿Alguien las ha visto por ahí, o simplemente se han puesto de acuerdo para tomarse vacaciones simultáneamente? ¿Qué ha sucedido con ellas, que han desaparecido tan súbitamente? Estamos acostumbrados a escuchar definiciones tan simples pero tan significativas como éstas: "Fulano de Tal es un buen tipo", "Mengano es una buena persona".

Hace poco se difundió un estudio, en el cual los encuestados priorizaban como valor el hecho de ser considerados buenas personas por sus semejantes. Hay un poco de vanidad en esto, porque nos desvela que reconozcan como seres amables y serviciales. Lo cierto es que no abundan, al menos para mí. ¿Es tan difícil encontrar gente buena, sin segundas intenciones, a quien le guste conversar y compartir una parte de su vida con los demás? Parece que sí, a juzgar por lo que uno puede apreciar es una sociedad donde todos quieren sacar ventaja y se cagan en el resto. Hay pocas personas dispuestas a escuchar, salvo que se dediquen a ello, como los psicólogos. Durante mucho tiempo fui uno de los que daban consejos sin que me los pidieran, en lugar de limitarme a escuchar, hasta que me tocó a mí estar del otro lado y comprendí lo irritante que resulta que un tipo nos intente resolver la vida diciéndonos lo que tenemos que hacer.
El contacto personal es algo que nunca quiero perder y que pongo por encima de cualquier chat o red social donde se comparten emojis y caritas para expresar sentimientos que no se comparar en nada a un abrazo franco y sincero. Estamos tan pendientes de tener el último modelo de celular o del chiche nuevo que fuere,  que en pos de esas pequeñas metas consumistas sacrificamos tiempo que bien podríamos dedicar a conocer a alguien. Tan simple como eso, conocer a alguien, no importa si lo hacemos con ánimo de conquista amorosa o no, lo relevante es el hecho de no descuidar el contacto humano, que es lo que nos hace ser lo que somos. A veces me aterra pensar en lo rápido que los objetos de consumo de vuelven obsoletos, y me pregunto si no nos estaremos acostumbrando a hacer eso con las personas, a declararlas obsoletas o a "darlas de baja" simplemente porque ya no sintonizan nuestra "onda", o porque han decidido elegir un camino diferente al nuestro.

Creo que las buenas personas están en algún lado, y que sin duda vale la pena conocerlas, estar en contacto con ellas, y escucharlas. A veces nos vemos obligados a tomar decisiones contrarias a esto, es cierto, pero a veces queda la sensación de que muchas personas se quedan en las buenas intenciones y nunca pasan a los hechos.

Crónica de una sociedad en ataque de nervios

Comenzamos la semana. Ayer saltó la térmica y media casa permaneció a oscuras mientras intentaba escribir estas líneas. Así que tuve que int...