26 de septiembre de 2007

Pequeñas delicias del Messenger

Hace un tiempo decidí hacer una "limpieza" de mis contactos de Facebook. Nunca tuve demasiados, es cierto, pero tampoco es algo que me desveló. Además,  no me da para hacerme el popular en este blog y decir que tengo un millón de amigos. Pero la sola idea de tener gente dentro de mi lista con la cual no hay ningún nexo (si es que alguna vez lo hubo) no me satisface. Uno de mis mejores amigos y mucha gente que conozco se complace en sumar cada día nuevos contactos, algunos de los cuales pasan prontamente al olvido, por razones diversas: es posible que la persona en cuestión no coincida con nuestros horarios, y si aparece conectada lo hace esporádicamente. Por lo tanto, cuando finalmente se conecta tras varios meses sin dar señales de vida, hay un abismo que un par de preguntas impersonales y unas caritas no bastan para salvar. A veces nos creemos ciertamente muy astutos por no admitir una solicitud de amistad o por ingresar al Facebook Messenger en modo "no conectado" como si se tratara de una idea brillante fruto de nuestro intelecto, y en realidad seguramente ejercen idéntica actitud con nosotros, lo cual vendría a explicar por qué fulana aparece siempre como "no conectada" o "no disponible". El Messenger es la hoguera de las vanidades, créanme, o acaso me van a decir que no hay mucho de vanidad y de mostrar una imagen producida no sólo desde la típica foto, sino desde los íconos, emoticones, tipografía, colores, fondos de pantalla, y demás fuegos de artificio. Lo peor de todo es que cuando finalmente conocés personalmente a la señorita que provocaba en nosotros tanta euforia y adrenalina bajo el amparo de la pantalla, te querés matar.

Adiós domingo

Domingo por la tarde en Lobos: Una jornada más, ya casi por dar comienzo a la segunda quincena de abril, y pasada por agua. Hace como tres d...