Hay momentos (efímeros, pero momentos al fin) en los cuales uno siente un dejo de confianza. Confianza en qué, me preguntarán ustedes. En uno mismo, en las instituciones, en el Gobierno, en la sociedad, en la palabra empeñada. O incluso en asuntos más banales, como en el sabor de la Coca Cola. A la hora del consumo el argentino es "marquero" por naturaleza porque establece una relación de confianza con el producto que adquiere. Confía en que el bizcochuelo marca X saldrá esponjoso, confía en que la leche marca Z alimentará y proveerá de los nutrientes necesarios a su hijo.
Pero me estoy yendo de tema, como es habitual en mí. Ayer seguí atentamente el discurso de asunción de Cristina K. Dicho sea de paso, me gusta ver las ceremonias de traspaso de mando, todo el ceremonial tiene para mí un encanto al cual no le encuentro explicación. El discurso me pareció concreto, inteligente y atinado, más allá de algunas apreciaciones que yo hubiera dejado al margen. Como era de esperar, no hubo reproche alguno para su esposo, el presidente saliente, cuando lo que se podría haber esbozado era una modesta autocrítica o al menos hacer alusión a las "asignaturas pendientes", que sin duda las hubo.
El párrafo dedicado a Tabaré Vázquez por el tema de las pasteras fue largamente debatido por los opinólogos de turno, pero creo que estuvo correcto. ¿O acaso debemos darle una medalla y hacerle una reverencia a Vázquez porque haya decidido asistir a la asunción? De hecho, era lo menos que podía hacer el uruguayo si quería mejorar las relaciones bilaterales.
Cristina K. probablemente me decepcione en un corto plazo, como lo han hecho todos los presidentes argentinos desde que tengo uso de razón. Pero si no le doy un voto de confianza en sus primeros meses de gobierno, me sentiré culpable. Parece que no, pero los argentinos nos regodeamos con el cataclismo, con "tocar fondo", con el fracaso ajeno que de algún modo sentimos como propio. ¿Somos masoquistas o qué? Esta mujer ya es Presidente, y lo seguirá siendo mientras no se enfrente con la "patria sindical". Porque donde te metés con Moyano y sus muchachos, te terminás yendo de la Casa Rosada en helicóptero.
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