10 de marzo de 2008

El post que más tardó en llegar


Soy consciente de que la calidad de los últimos posts no ha sido de la mejor, y no tengo excusas para ello. Podría argumentar, por ejemplo, que el trabajo me absorbe por completo y mis neuronas entran en cortocircuito al finalizar el día. Lo cual es rigurosamente cierto. Pero conozco casos de bloggers con empleos agotadores y de alta carga horaria que, sin embargo, nos ofrecen posts maravillosos e inspiradísimos. De modo que no hay excusas.
Entender las demandas de la gente es una tarea complicada a la que me voy acostumbrando por la naturaleza de mi trabajo, que me obliga a interactuar con mis pares o bien con los ocasionales clientes. Sepan disculpar si no doy mayores detalles del trabajo en cuestión, es simplemente que ya no me nace contar mis más recónditos pensamientos en un blog, en cambio si me resulta útil para hacer catarsis o filosofía barata.
Fuera de lo que es estrictamente laboral y/o profesional, me cuesta encontrar personas con las cuales pueda compartir gustos musicales, películas, o maneras de entender la vida. Y ojo, que no hablo de pareja, eh! Solamente de alguien para conversar un ratito, y sentir que esa persona sintoniza tu misma onda. Que puedas hablar del cine de los años '40 sin que te mire como un velocirraptor. Que aprenda a disfrutar del talento de Michael Jackson más allá de si el tipo se desfiguró la cara o es acosador de jovencitos. Que sepa distinguir lo sutil de lo banal, lo exótico de lo mundano, el buen gusto de la grosería, lo burocrático de lo existencial.
Ayer (domingo) fui a un shopping del Gran Buenos Aires y me compré algunas cositas: el último disco de Alicia Keys ("As I Am"), un DVD del gran Michael Jackson ("Live in Bucharest"), y una edición especial de dos discos de la película "Un tranvía llamado deseo" (la versión de Marlon Brando y Vivian Leigh).
Son pequeñas cosas que te alegran la vida, o que te hacen permiten apreciar el talento desde un lugar no snobista ni intelectual, sino por el mero disfrute de escuchar o ver algo que considerás notable.
Un celular nuevo no te va a cambiar la vida (a lo sumo, te la podrá hacer más fácil, más cómoda, etc. ); un buen disco o una buena película, sí. Tienen ese poder de hacerte ver las cosas de otra manera, de meterte, aunque sea por un instante, en la cabeza del músico que hizo los arreglos, o del director que escogió tal o cual plano, y de sentir lo mismo que sintió él. Porque una obra, no es ni más ni menos que un placer compartido, expuesto al juicio de valor y a la crítica de los otros. De lo contrario, se vuelve una manifestación egoísta y vanidosa que sólo consigue darnos una satisfacción momentánea como autores de ese hecho artístico.
Podría seguir redondeando la idea, pero me tengo que ir al laburo y además no quiero aburrir a mis fieles lectores. Saludos, gente!!!!

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