14 de marzo de 2008

HOY YA NO SOY YO

Durante mucho tiempo crecí con una idea que me permitió evitar esfuerzos vanos e inútiles por comprender actitudes que sólo conseguían exacerbar mi ira ante la estupidez humana: "las personas no cambian". Y todavía sostengo ese postulado, aunque con algunas salvedades. Si vos conociste a una persona por los medios convencionales (nada de chat, messenger, cita a ciegas, o fiesta rave), lo más probable es que no el sujeto no haga ningún esfuerzo en mostraste de un modo distinto al que realmente es. Y así seguirá siendo la relación (de amistad, pareja, laboral, etc.) que mantengas con esa persona en lo sucesivo. Si lo conociste garca, tacaño, miserable y envidioso, seguirá siendo así. Lo mismo cabe si lo conociste sincero, noble, receptivo y con amplitud de criterio.
Ahora bien, si vos estás en pareja con esa persona, puede ser que ésta "cambie", ya sea en caso de que vos se lo pidas expresamente, o por propia voluntad. Pero lo bueno dura poco. Al cabo de los años (o meses), cuando el amor se acaba, la persona vuelve a ser la que siempre fue y la que nunca debió haber dejado de ser.
Algunas parejas establecen una suerte de negociación en torno a los cambios, al estilo de: "Si te molesta, yo dejo de fumar, pero vos no me llames por el celular mientras estoy reunida con mis amigas". La experiencia me dice que estos acuerdos pueden funcionar en el corto plazo, pero a la larga los dos se sienten incómodos teniendo que resignar conductas que forman parte de su estilo de vida y este contrato de usos y costumbres conyugales termina por naufragar.
Pero, dejando de lado por un momento lo que concierne a una relación de pareja, si conociste a una persona y te demostró claramente que es un hijo de puta, que no le importa nada de los demás, que tiene un sentido utilitarista de quienes los rodean y que lucra con la desgracia ajena... lamento decepcionarte, pero las posibilidades de que cambie son remotas.

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