13 de enero de 2012

Un verano diferente


Hace unos días leí una nota en una revista que me pareció interesante, que abordaba el tema de los medios. Parece ser que uno debiera definir una posición, o decir "de qué lado está". Concretamente, si estás del lado de los "medios hegemónicos" o "monopólicos", o si apoyás otro tipo de expresiones más afines al oficialismo. Nunca me gustó que me encasillen, o me quieran ubicar en un determinado bando. La persona que lee el diario Clarín o mira las noticias por TN no es necesariamente un "gorila", "fachista", o cualquier calificativo que pretenda endilgársele por esa sola condición. Del mismo modo, al que le gusta ver "6, 7, 8", o leer "Tiempo Argentino", no se lo puede crucificar por elegir informarse de esa manera. Podemos estar de acuerdo (o no) con determinados puntos de vista, pero hay hechos que no se pueden ocultar. Si el Gobierno Nacional está decidido a hacerle la vida imposible a Macri, por ejemplo, yo no quiero entrar en ese juego. Que se maten entre ellos. No me vendan pescado podrido, como se dice en la jerga. Vale aclarar que Macri no me parece un dirigente político particularmente amplio o pluralista, quizás muchas medidas que toma sean intolerantes para ciertos sectores, pero es el Gobierno que los porteños eligieron. Del mismo modo que Cristina es la Presidenta que los argentinos eligieron. Lo que quiero decir con esto es que yo no cuestiono la voluntad popular. No estoy de acuerdo con la gestión de la Presidenta pero si fue votada por un 54 % es evidente que mucha gente quiere que este modelo continúe, entonces para qué vamos a enfrentarnos al pedo.

Hace poco discutimos con un amigo cuando en un momento me preguntó si yo consideraba que la Presidenta era inteligente. Le respondí que no. De hecho, el peor presidente desde la democracia, Carlos Menem, fue a mi criterio el más inteligente, porque fue el único que consiguió reformar la Constitución y obtener la reelección, lo cual le permitió gobernar por 10 años. Ojo: no estoy diciendo que Menem le hizo bien al país, más bien todo lo contrario. Pero se mantuvo una década en el poder, y muchos de los que hoy se definen como kirchneristas integraban su séquito de cortesanos. Tengamos un poco de memoria, y recordemos la fascinación colectiva por la convertibilidad, ¿acaso nadie se acuerda? La palabra que sostenía el discurso de Menem era "estabilidad", cero inflación. Cuando la fiesta del "1 a 1" terminó, ya era demasiado tarde para lágrimas. Pero a veces nos quieren hacer creer que la prosperidad, el crecimiento, y no sé qué más comenzaron en 2003. Si nos ponemos a pensar, todos los gobiernos tuvieron períodos de bonanza, sobre todo el de Alfonsín, hasta 1987 más o menos cuando el PJ se impuso en la mayoría de las provincias. Sería bueno que cada uno pueda rescatar de cada gobierno algo que se haya hecho bien, en lugar de seguir pensando que lo que sucede en el país es fruto de la casualidad o del azar. Punto final.


Disco recomendado del día:

Barbra Streisand, "What matters most" (2011, Sony Music)

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