4 de febrero de 2023

Alguna vez tenía que pasar...

 ¿Cómo sería nuestra vida si los días de la semana, o incluso los meses, no tuvieran nombre? No sé si habría una variación sustancial, supongo que andaríamos desorientados hasta que nos terminaríamos acostumbrando a que no es necesario ponerle un nombre a todo. ¿Tendrían la misma connotación negativa que tienen, o nos dejaríamos vivir a suerte y verdad? ¿Perder la noción del tiempo nos ayudaría a superar viejos rencores, a olvidarnos de los planes y proyectos que sabemos claramente que nunca lograremos concretar, o sería una mera licencia poética? Quizás sean demasiadas preguntas para un solo posteo. 

Lo más difícil de aprender, es el momento preciso en que te volvés “infumable”, como se dice ahora. Te convertís en alguien insoportable, ya sea porque es tu manera de ser o simplemente porque tuviste un disgusto entre tantos. Pienso que quitarles denominación a los días nos llevaría a un desconcierto total, como Tom Hanks en la película del náufrago. Hace poco pasé todo un viernes convencido de que era sábado, y sólo por la noche me di cuenta de que había actuado como suelo hacerlo un sábado, a un ritmo más light. Y pese a que fue algo que le pasa al común de la gente, eso me hace pensar que hasta hace unos años se usaban muchísmo más que en la actualidad las agendas en papel, que eran como un cuadernillo con una hoja para cada día. Si hay algo importante y sé que no puedo olvidarme, pego un papel con la fecha y hora en la puerta de la heladera y listo. 

Hay muchas canciones que aluden a un determinado día de la semana, ya sea en el título o bien en la letra. Y no es casualidad. Los artistas son personas como nosotros (supuestamente con talento), que pueden tener más o menos guita si alcanzaron el éxito comercial, pero si realmente son artistas y saben palpar el pulso de la realidad, es respetable. Expresar en música lo que te genera un día en particular no es algo sencillo, aunque muchos lo han intentado, sin éxito. Recuerdo a Sui Generis, con su magnífica postal del Buenos Aires de principios de los '70, en "Lunes otra vez". Ese "otra vez" implica, resulta obvio decirlo, repetición. Otra vez lo mismo. Otra vez la rutina. Otra vez a vestirse para ir a la oficina. Otra vez a discutir con gente de mierda. Pero hay otras canciones más festivas, “Friday night”, “Friday I’m in Love” de The Cure, o la inolvidable película de John Travolta, “Saturday night fever”. La música disco era considerada “grasa” en su época, pero lo cierto es que hasta Pink Floyd compuso un tema con el típico beat disco. Todos querían seguir el tren de lo que sonaba en 1977 o 1978 para continuar facturando. La música popular no deja de ser un negocio y todos los sabemos, los artistas de algo tienen que vivir aunque elijan el camino más fácil. Los yanquis suelen mencionarlo abiertamente como una "industria", del mismo modo que la industria del cine pochoclero. Una vez que estaba estudiando en Buenos Aires fui a ver una película iraní, un bodrio total, y al final de la función la gente aplaudía de pie. Y me quedé atónito, quizás porque no era aficionado (ni lo soy), al cine europeo o de otras latitudes. 

Pero, como decía al comienzo, todos necesitamos cierto orden sin que ello implique sentirnos cautivos de los horarios. Para ello hay que establecer rutinas obvias del trabajo y determinar qué tiempo nos queda libre para actividad que consideramos placenteras. Sobre esto último, cada uno encontrará la suya, el traje que mejor le calce.

Y hablando de los días, este sábado venía razonablemente bien, hasta que alrededor de las cinco de la tarde salí a caminar para averiguar el precio de unas sábanas, me esguincé el tobillo y caí como podrido. Lesionado otra vez: Fue en la vereda de Librería Estilo (calle Perón). El negocio estaba cerrado aún, pero de todas maneras nadie se acercó a preguntarme aunque sea "¿Estás bien?". Quiero creer que nadie me vio para auxiliarme. Me habrá llevado cuatro o cinco minutos levantarme, logré llegar casi rengueando a mi casa, pero llegué. Ya se cómo es esto, me había pasado por última vez en 2016, pero en el otro pie. Bueno, ahora a bancársela, no puedo culpar a nadie, me caí, me hice mierda y no hay mucho que agregar. Debería replantearme bajar de peso, ya lo venía intentando inclusive antes de que me pasara esto. En lo inmediato, mi gran preocupación es si podré dormir bien esta noche y las subsiguientes, o persistirá el dolor. Son las 19 hs y lo único que pienso en es quedarme "guardado" en casa. Fue un accidente doméstico, con la diferencia de que no sucedió en un lugar doméstico sino en la vía pública. Claro que uno podría pensar "para qué m... se me ocurrió salir a la calle", pero es irrelevante hacer conjeturas sabiendo que hay gente que la está pasando mucho peor en todos los sentidos. Habrá que ver cómo evoluciona, pero creo que a priori esta lesión es menos grave que la de hace 7 años. Aquella vez tuve que hacer sesiones de traumatología y kinesiología, y en esta instancia actual, si me cuido, tal vez no sea necesario. Por suerte hoy no había demasiada actividad periodística para cubrir, caso contrario se hubiera tornado más complejo. Estas cosas te hacen entender de una vez por todas, que la salud es el bien más importante. Podés estar lleno de guita y terminar tirado en una clínica top, sin que te visite nadie. Para reflexionar. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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