26 de febrero de 2023

Profundidades

 Es un buen momento para pensar qué podemos hacer y de qué somos capaces (que no es lo mismo). Muchas veces creemos que afrontar una situación inesperada se vuelve un escollo insalvable, y en realidad la vida misma es el camino hacia lo imprevisible. Hasta aquello que descoloca y se vuelve un mazazo para cualquier persona, como una enfermedad o un fallecimiento, es una instancia que tarde o temprano nos tocará sobrellevar. Cada uno a su manera. No hay ningún manual de instrucciones.

Pero voy directo al tema central de esta nota: Se puede tener buena autoestima y amor propio sin caer en la soberbia. Basta con estar convencido de lo que podés hacer y de actuar en consecuencia, porque cuando vos tenés la convicción de que diste lo mejor, los demás pueden decir lo que quieran, y las críticas o cuestionamientos no te van a hacer mella (si son infundados). No hay muchas vueltas con eso, pero sí en cuanto a todo el proceso que te lleva a ser consciente de tus capacidades. Yo no envidio a nadie, siempre que sea en el marco de una competencia leal y en igualdad de condiciones. Si te quejás de todo lo que el otro consiguió y que vos no pudiste concretar, no sólo estás destilando envidia, sino que te comportás como un nene llorón al que le sacaron los caramelos para dárselos a un tercero en disputa. En tu trabajo no siempre tenés espacio para  experimentar sin "tirarte a la pileta", pero sí podés ir percibiendo aquello que es del gusto popular. Esto último también es válido para los músicos, escritores, artistas. Están los que deciden mantenerse al margen de lo popular, como una especie de contracultura, pero lo hacen porque tienen la mirada puesta en las minorías que siempre existen y que reniegan de todo aquello que se vuelve masivo. Es posible incluso transgredir los límites que vos mismo te permitís, pero la cuestión es qué hacés con eso. O por qué. Es posible que esa rebeldía termine diluyéndose y que la aceptación del público termine llevándote a caer en una trampa: Querías ir por la banquina de lo masivo, y ahora estás en el medio de la autopista. Y entonces ya habrá que buscar otra cosa.

Siempre hay gente que gana más dinero que vos y yo y eso siempre va a ser así, aunque el laburo que hagan nos parezca mediocre. De nada me sirve quedarme masticando bronca al pedo. Si a ellos les va bien económicamente, no tengo nada que objetar, muy por el contrario. Las cosas son tal como se presentan. Hay que indagar por qué esa persona logró instalar un producto comercial exitoso, pero sin intentar repetir esa fórmula, sino de darle tu sello personal. Como decía al comienzo, es normal que haya emprendimientos con un espectro más amplio para explorar una nueva veta, y otros que parecen estar más encorsetados. En el periodismo se puede ser creativo sin dejar de lado la necesidad de informar. Para eso hay que aceptar nuevas tendencias y quedarse solamente con los recursos que uno aprendió durante la profesión. No lo sé es mí forma de verlo. No habrá chance de innovar si nos limitamos a lo que nos enseñaron cuando nos volcamos a estudiar para capacitarnos en esta pasión, que seguramente no cambiaríamos por nada del mundo. 

Pero no hay que confundir la vocación con el voluntariado. Yo no trabajo gratis, y supongo que quienes me están leyendo tampoco lo hacen. A nadie le importa los gastos que uno tiene y que están ligados a sostener un medio de comunicación. Pero eso no me va a llevar a claudicar. Hay que parar la pelota y pensarlo mejor antes de dársela a un jugador del equipo rival, digamos. Porque, en rigor de verdad, es común que uno desconozca los gastos fijos que tiene el almacén de la esquina, o cualquier rubro, de manera que no podés esperar que los demás tengan una actitud contemplativa hacia vos en ese sentido. Si las demandas de la sociedad se equipararan en términos de retribución económica, los periodistas independientes de cualquier lugar deberíamos ser los mejores pagos. Arriesgamos el pellejo todos los días, no nos escondemos, nos hacemos responsables de nuestros actos públicos, la gente sabe dónde vivimos. 

Hoy se cuestiona a la dirigencia política, pero parece una calesita en la cual en una elección uno consigue ganarse la sortija, y al cabo de dos o cuatro años aparece otro que se la lleva. Y así es como funciona ese círculo vicioso de alianzas y frentes electorales que ya han demostrado un fracaso rotundo y la inevitable pelea de halcones y palomas. Veremos qué es lo que acontece en el corto plazo. Nos estamos encontrando pronto. Punto final.

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