8 de marzo de 2023

Surfeando

 Mitad de semana, surfeando en la ola de calor. Hasta el momento no me quejé en absoluto por lo que estamos atravesando, que es público y notorio, contrariamente a lo que tiendo a hacer muchas veces y que constituye un rasgo de mi personalidad. Sí puedo afirmar que nunca en mi vida vi un fenómeno climático de este tipo en esta época del año, al menos en la Provincia de Buenos Aires. Como sucede con todo, en algún momento finalizará y todo volverá a ser como antes, o habrá una "nueva normalidad", no tengo la menor idea. 

Me refresco periódicamente en la modesta pileta de lona que tenemos en el patio, y si no tengo otro plan, me quedo en mi habitación haciendo algo que considere de utilidad. Debo decir que el sopor me restó bastante las ganas de hacer lo que en condiciones normales me provocaba placer o distensión. Nada de TV, ni de escuchar radio, música, o lo que fuere. Me quedo en la cama, procurando dormir, porque sigo trabajando como siempre y el cuerpo se cansa más. De ninguna manera desatendí mi laburo, sería irresponsable de mi parte. Y más allá del dinero o de lo que esté en  juego, creo necesario continuar con el ritmo habitual porque no puedo permanecer todo el día encerrado en mi casa, de manera que si hay noticias que a la gente les interesan, uno debe estar. Otra persona que se dedique un empleo distinto deberá cumplir con un horario probablemente más rígido, extremando los cuidados ante esta contingencia. Calor extremo y sequía no son precisamente una buena combinación. Sin embargo, volviendo a lo anterior, el tipo que se levanta a las 3 de la madrugada a hornear el pan para que vos puedas ir al mostrador del negocio a comprar la bolsita a las 9 o las 10, no puede darse el lujo de interrumpir la producción, ni aquel que está como operario en una fundición, y podríamos seguir enumerando. Lo que está pasando lo dejo en manos de los meteorólogos. Si habláramos de los índices de pobreza, indigencia, desocupación, o desempleo, quizás podríamos esbozar posibles causas. Pero en este caso no, por eso dominé mi temperamento para no andar dando vueltas ante algo que excede mi conocimiento. 

La suspensión de clases presenciales tiene como finalidad preservar y garantizar la integridad física de los alumnos. No hay manera de dictar clases en estas condiciones, eso es una cuestión de sentido común. Pero todo se resolvió sobre la marcha. Me refiero a que, ya para el domingo, deberían haber previsto lo inevitable, y las autoridades (Jefatura Distrital en primer lugar), reaccionaron tardíamente. Por lo cual, los propios directores de las escuelas establecieron un protocolo de emergencia y una vuelta provisoria a la virtualidad. Pero hay que contemplar, también, el caso de una pareja o de un matrimonio con hijos donde ambos trabajan, y tienen su agenda para dedicar el tiempo a ellos en función del tiempo libre que disponen. Porque los chicos hoy están en su casa, sí, pero si no están al cuidado de un adulto responsable, hay algo que estamos pasando por alto. En otro párrafo cité algunos ejemplos de gente que tiene que seguir laburando porque si no lo hace no cobra, y que salió con los tapones de punta contra los docentes. Era una forma de decir: "Si ellos no van a la escuela, yo tampoco debería ir a mi lugar de trabajo". No es un planteo sensato, y no lo digo porque piense que una profesión sea más importante que otra. Los maestros, durante esta semana o el tiempo que dure, deberán enviar actividades a sus alumnos, corregir los ejercicios o trabajos prácticos de la forma que hoy nos posibilita la tecnología, y sería un error dejar entrever que están al pedo en su casa con el aire acondicionado. 

Tener a un niño a cargo dentro de un establecimiento, y que se desmaye o sufra un golpe de calor, es una responsabilidad que casi de inmediato va a recaer en el docente, entonces convengamos que no es tan fácil como parece. Por otra parte, la mayoría de las escuelas tienen patios abiertos, y por esa razón se vuelve imposible utilizar esos espacios para el recreo de los pibes, si no hay ningún techo o tinglado que los proteja del sol. Si adoptamos decisiones con sentido común, y teniendo en cuenta todas las variables y no un mero interés sectorial, de a poco todo comenzaría a funcionar mejor. Nos falta avanzar bastante una cuestión tan básica como esa. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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