9 de junio de 2008

Un post que nace sin ningún plan

Hoy es lunes, y me propuse actualizar el blog sin razón aparente, es decir, sin que haya ningún motivo en particular que me impulse a escribir.
Realmente cuesta encontrar razones para ser optimistas con la realidad que nos toca vivir (piquetes, inflación, pobreza, exclusión social) , pero eso no quiere decir que vamos a bajar los brazos ahora, y a veces me lamento de que este blog se "contamine" de cuestiones propias de la política o la economía cuando en rigor de verdad fue concebido para difundir la cultura. Pero soy una persona que como cualquier otra no puede evitar que estas cosas la afecten, aunque el espíritu del blog en sus inicios haya sido otro.
En esta semana festejaré mi cumpleaños, y es un motivo de alegría saber que todavía estoy vivo en un país donde la vida no vale nada y te matan por robarte un reloj o un par de zapatillas.
"Sentir" la Argentina, significa que te duele lo que pasa en el país, (aunque más de una vez putees y digas que te querés ir), que sufrís cuando ves que la gente se desespera por llevarse la última botella de aceite de un supermercado, o cuando un grupo de indigentes carnea una vaca en el medio de la ruta, eso es ser realmente un argentino. Porque el argentino está hecho de contradicciones, y no está mal que así sea. Pero yo presiento que el error viene desde mucho antes, desde nuestra más tierna infancia, que nos condujo a una forma errónea de pensar. Quizá nuestro destino nunca fue la grandeza, como nos quisieron hacer creer en la escuela desde que tuvimos uso de razón. Somos un país pobre del Tercer Mundo, uno más entre un centenar, por más que algunos se crean europeos porque sus abuelos vinieron a este país hace 60 años. Ya todo terminó, el país es otro, los años de opulencia y despilfarro (si es que los hubo) pasaron, y si no pudimos sacar provecho de los años de posguerra para consolidarnos como potencia mundial, mala suerte. La oportunidad la perdimos, y lo más saludable sería aceptar ese destino que refleja una alarmante disociación entre lo que quisimos ser (ilusión) y lo que somos (realidad).

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