10 de abril de 2021

Encierro de otoño sin anestesia

 El sábado terminó casi sin noticias para publicar. Un fiasco, para el cual la lluvia, por momentos intensa, contribuyó de un modo bastante significativo. Las pocas actividades al aire libre que había en Lobos, obviamente se suspendieron. A veces uno no sabe qué hacer cuando de repente se encuentra con una considerable cantidad de tiempo libre -reitero, de manera imprevista-, porque no es lo mismo que planificar unas vacaciones o algo así. Aproveché para retomar la lectura, viendo si puedo terminar una novela. Los ensayos políticos los "liquido" en pocos días, pero la estructura narrativa de la novela, personajes que aparecen y desaparecen, requiere que el lector haga una serie de conexiones entre ellos para no perder el hilo. Si la traducción no es buena, la tarea se complica aun más. Por eso, muchas veces, cuando vos dejaste el señalador en una determinada página, no te acordás cómo venía la mano y tenés que retroceder, como en el juego de la Oca. 

Casi no salí de casa, hice unos mandados por la mañana pero luego me quedé en la madriguera. En mi familia somos cuatro, y por alguna extraña razón hay un solo paraguas, de manera que hay que turnarse para usarlo. Tengo una capa impermeable, pero solamente cumple su función ante una lluvia leve, no un chaparrón o tormenta eléctrica. La veredas están todas hundidas, ya sea por la presión de las raíces de los árboles o porque el suelo fue cediendo. Por eso, hay que andar esquivando charcos. La calle Salgado esquina Estrada es un desastre, como ustedes recuerdan en sus orígenes era de adoquines pero después (en 2015, creo) se pavimentó. Parece ser que no tomaron bien los niveles o ni siquiera se preocuparon en los desagües, porque se convierte en una "pileta" imposible de transitar para el peatón sin mojarse las "patas". 

Tomar un café en un bar mientras afuera llueve a cántaros no es muy alentador, y menos aún si sos uno de los pocos clientes que concurrieron. Se vuelve deprimente la escena, ya me ha pasado, así que no fui nuevamente. Y si no tienen los diarios del día, aunque sean una bazofia, menos sentido tiene hacerlo.   

Como todos los días, me mantuve informado de lo que iba pasando, pero siendo el COVID un tema recurrente ya se agota mi paciencia. Me genera una mezcla de angustia y hartazgo. Es como Dios: sé que está, pero no pienso en El. Ya habrá tiempo de pensar y de hacer un análisis más exhaustivo si la cosa sigue empeorando. El que pueda cuidarse en su casa, obviamente que lo haga, pero los que trabajamos, tenemos que asumir el riesgo  por más tapabocas y alcohol que haya. Como me dijo un entrevistado, sobre la cuarentena de 2020: "Tenía dos opciones: quedarme en mi casa y comerme los ahorros de toda la vida, o salir a trabajar de lo que fuera a pesar del riesgo". Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

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