3 de enero de 2022

El día que apagaron la luz (versión 2022)

 El primer día del año transcurrió tranquilo, en parte porque no había mucho para hacer. Pero uno no puede dormirse en los laureles, ni siquiera un feriado, de manera que hice un par de notas. Me cuesta recordar un día puntual, los feriados en general me desorientan un poco. A partir del lunes, la rueda ha seguido girando, como ha ocurrido otros años. Si me fuera de vacaciones, me aburriría terriblemente, aunque Lobos no es Mar del Plata o Pinamar. Al principio, sentiría ganas de recorrer y descubrir lugares nunca antes visitados, probablemente disfrutaría de la playa... pero eso no te lleva más de dos días. Y si vas con el celular en plan de descanso, vas a estar más pendiente del aparato de lo que realmente está pasando en ese destino turístico que voluntariamente elegiste. Ojo, hasta ahora no hice mención alguna a la cuestión económica: es decir, a la guita que necesitás para un hotel o un departamento, gastos varios, y todo lo demás. Eso lo pongo en un segundo plano, porque si me propondría juntar ese dinero, quizás lo podría lograr. 

Prefiero transitar por calles ya conocidas, que me han acompañado desde mi infancia. Por este Lobos que a veces es prejuicioso e indolente, pero que nos sorprende a cada paso. Las esquinas del Centro son las mismas, pero a su vez distintas. Nada queda ya de la ciudad que conocí siendo niño, de los lugares que frecuentaba, incluso de los amigos. Han aparecido nuevos sitios, nuevas amistades, algunos que se asemejan a aquella canción de Charly García, "Piano Bar". Son como estatuas, siempre se sientan a la misma mesa y con la misma gente. En algún momento enfermarán o morirán, y esa mesa volverá a ser ocupada por un desconocido que quizás, consiga convertir a ese sector, a ese metro cuadrado, en un espacio convocante para el debate de fútbol y política, como lo hicieron sus predecesores. Tampoco quiero caer en la tentación de romantizar la vida de un pueblo como cualquier otro de la Provincia, y que sólo es importante para mí, porque vivo aquí. Sentido de pertenencia, que le dicen.

En fin, la cuestión es que, mientras estaba escribiendo esta nota, lo que pensaba redactar en ese momento se vio interrumpido por un súbito corte de luz que duró más de tres horas. Mucho no voy a decir al respecto, porque no hay demasiado para agregar. La falta de inversión de EDEN y la ola de calor..la desidia en cobrar por un servicio caro e ineficiente...en resumen, mi pensamiento es igual al de cualquier persona con sentido común que me está leyendo ahora. Termina un día largo y agotador, y lo único que quiero hacer es imaginar que mañana será distinto y que no habrá ningún contratiempo que me impida trabajar con normalidad. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 


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  Martes por la noche en la ciudad. La verdad es que no estaba del todo convencido acerca de escribir algo hoy. Pero si voy a esperar a deja...