18 de enero de 2022

Lo que ves es lo que hay, tan simple como eso

Martes por la noche en la ciudad. Estuve varios días sin escribir nada por aquí. No me sentía bien psicológicamente, y el probable que a algunos de ustedes eso les ocurra alguna vez. Pero además, se me volvió a romper la computadora que uso para trabajar, un problema ya recurrente. Precisamente por eso dije "se me volvió a romper" y ni falta hace entrar en detalles porque no le interesa a nadie, excepto al que sufre estos desperfectos que siempre implican gastar plata. En fin, rescato como importante es que ahora ya tengo la notebook conmigo y puedo hacer mi laburo con normalidad. Había empezado a usar provisoriamente una máquina que me prestó mi viejo, pero me vi totalmente desorientado por la distribución de los signos en el teclado, que varían según el modelo. Como todo, es cuestión de adaptarse y acostumbrarse. La logré pilotear bastante bien hasta que la reparación "técnica", digamos, estuviera concluida. 

Se respira otro aire: Desde el fin de semana hasta hoy (martes) hemos tenido la tan anhelada lluvia, que marcó el fin transitorio de la ola de calor. Durante buena parte de ese período, que se extendió por casi 15 días, me sentí profundamente mal, no sólo por el padecimiento que ello implica para cualquier persona que estuvo expuesta a 40 grados. Sino porque, además, fue un fenómeno que podría calificar de discapacitante, y digo esto con todo respeto hacia las personas discapacitadas. Me vi imposibilitado de hacer muchas cosas que formaban parte de mi rutina, y esa situación derivó en un notorio sedentarismo, ya que sólo salía de casa cuando caía la tarde o si necesitaba hacer una entrevista. Sin embargo, para ese momento del día, la temperatura solía menguar en dos o tres grados, con suerte. Se me hace difícil recapitular, pero hubo días en los que, ya por la noche, sacar la reposera al patio era un hábito que se tornaba tolerable. Cuando eso ocurría, dormía con la ventana entreabierta, con la esperanza de que entrara un poco de aire fresco que me facilitara el descanso y que, además, ventilara la habitación. 

Todo llega en algún momento, por eso ahora está diluviando. Como si El de Arriba (más conocido como "El Barba") nos dijera: "¿Me imploraban y me rogaban a mí porque querían lluvia? Acá tienen". Con un paraguas o un impermeable liviano se puede salir a la calle y no empaparse en el intento, algo que no deja de ser una buena señal. Por otra parte, este alivio hace que disminuya el consumo de electricidad. No sabemos por cuánto tiempo se extenderá, pero hay que aprovecharlo mientras dure. Hablando de duración, por más que los manuales de Geografía digan lo contrario, creo que Argentina ya tiene un clima subtropical. Lo pude comprobar hoy, porque caía un chaparrón fuerte de 10 o 15 minutos, y luego la lluvia cesaba, hasta que este fenómeno se repetía sistemáticamente. Además, los inviernos actuales no son tan fríos como los de antes. Parezco un viejo de 70 años diciendo esto, pero la verdad es que cuando iba a la Primaria, en el turno mañana, mi mamá me abrigaba como si fuera de excursión al Polo Norte. Si notan que me repito en algún enunciado que ya leyeron, tengan en cuenta que hace 17 años que escribo acá. Es inevitable, la mayor de las veces me pasa de un modo inconsciente.

En el lapso que no pude usar la notebook porque el técnico se la había llevado a revisar, traté de seguir interiorizado de las noticias regionales y locales con el celular, porque hay muchos portales similares al mío, que brindan una cobertura completa. Yo diría que el único punto flojo de mi diario son los deportes, pero fue así desde el comienzo, es una elección que hice porque no puedo estar en todos los lugares a la vez. No cubro absolutamente nada a menos que me envíen material; tampoco voy a la cancha. Pero -ahora que lo pienso bien-, hasta hace no mucho tiempo, iba a ver los partidos de basquet los viernes por la noche, de la Primera de Athletic (cuando jugaba de local).

No es novedad que ese nicho o ese segmento ha sido ocupado por páginas especializadas de acá de Lobos. Son pibes que estudiaron periodismo deportivo y que le encontraron una veta rentable. Me parece bien. Con algunos de ellos tengo buena relación, con otros no tanto. Pero, al final de cuentas, cada uno hace su juego. Claro que ver una final de la Liga Lobense, aunque sea un ignorante total, siempre me genera algo de entusiasmo, si es que hay equipos de Lobos, porque el último torneo lo ganó un equipo de Roque Pérez. ¿Ven? Tan desinformado no estoy, digamos (cuack). Nos estamos viendo pronto, ya sin hablar del clima y con otros temas que revistan mayor interés público. Punto final. 


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