21 de enero de 2022

Yendo de la cama al chiquero

Recordando (o "recalculando") algunos episodios que debí atravesar, podría decir que con los años terminados en "2" no me ha ido demasiado bien. Pero bueno, siempre hay una excepción, además de que no creo en la numerología y esas boludeces. Desde principios de este año estuve afrontando un cuadro depresivo, y he podido ir saliendo de ella de a poco. Tampoco podría decir que creo solamente en la ciencia, ya que es verdad que existen varios hechos que son inexplicables empíricamente, sin llegar a ser considerados paranormales. Cuando los científicos se quedan sin respuestas, surge la superstición, o los remedios caseros, o los rituales chamánicos. 

En lo que va de este año, no me ha ocurrido aún nada particularmente malo (toco madera), o al menos, nada malo que no haya vivenciado antes. Eso es una ventaja; no es novedad que en determinadas etapas tenés que afrontar situaciones que te resultan totalmente nuevas, momentos jodidos para los cuales nadie está preparado. No voy a dar ningún ejemplo para graficar esto, porque la mayoría de ustedes tendrá su propia experiencia. La historia se escribe en hojas desordenadas, dice la canción. Estoy leyendo una novela que tiene una frase más o menos así: "el dolor es un placer, porque no es envidiado por nadie, por el contrario, todos buscan sacárselo de encima". De más está decir que es una licencia literaria, porque las cosas no son tan así en la vida real. 

Uno puede no cambiar su manera de pensar, pero sí de razonar.. De lo contrario, el sujeto no evoluciona. Como suelo decir, ya no pienso igual que cuando este blog nació en 2005. Por supuesto, en esencia sigo siendo el mismo (o así me veo), pero a todos nos ocurre que hay instantes mundanos y casi irrelevantes que nos hacen ver la vida desde otra perspectiva. Ojo, porque a veces, en lugar de evolucionar, vas en sentido contrario. Te volvés viejo (lo cual es obvio e inevitable), te quejás de todo, nada te conforma, y te convertís en una persona insoportable. 

Tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda para mutar, para no convertirnos en fósiles, para probar cosas nuevas, para arriesgarnos por algo en lo cual creemos. Puedo ser bastante cagón en muchas cosas, pero he aprendido a no esperar que alguien haga en mi lugar aquello que anhelo. Hay personas que tienen una extraordinaria capacidad para socializar. Para relacionarme con alguien, me tiene que inspirar confianza. Siempre que haya ciertas reglas, no vas a tener problemas conmigo (discusiones, peleas, y todo eso). 

No sé si les pasa, pero -por citar sólo una de las viñetas cotidianas- me resulta muy relajante cortar el pasto y poner la mente en blanco, que lo único que se escuche sea el ruido del motor de la máquina o bordeadora. Y el ya conocido olor del césped recién cortado, que después hay que recogerlo, ahí deja de ser grata la tarea. Ese viernes por la tarde me puse a repasar algunos apuntes de mi época de estudiante, porque considero que en el periodismo la capacitación debe ser constante. De todos modos, lo tomo con calma, voy a mi propio ritmo, y los domingos o días de lluvia trato de rescatar algo de ese tiempo muerto para descansar y dormir un poco más. Cuando puedo, pongo el celular en modo de silencio y me desconecto de todo. Escuché a Barry White y a Duran Duran. A su vez, actualicé la música que tengo almacenada en el teléfono y borré varios temas que estaban de relleno, o que ya me harté de escucharlas hasta nuevo aviso. Todos los que leen este blog saben que me gusta más escuchar la música en CD que en Mp3, pero cuando tengo sueño y no tengo ganas de andar revolviendo discos me pongo los auriculares y hago la cosa más sencilla con la música que seleccioné.

Hay días (no abundan), en los que todo te sale sorprendentemente bien, y lo sorprendente es que vos no hiciste nada extraordinario para lograrlo. Y también están los otros, cuando necesitás recuperar la tranquilidad perdida, pensar que el día de mañana será mejor, y ese tipo de aforismos optimistas. 

Cambio de tema: Buenos Aires debe ser una de las metrópolis que ha mostrado un antiperonismo recalcitrante y casi constante. Nunca, desde que es Ciudad Autónoma, pudo ganar las elecciones un candidato del Justicialismo. El electorado les ha sido históricamente esquivo. Pero como hablábamos con un amigo, lo que vemos en los noticieros mientras estamos almorzando o cenando, son títulos al estilo de "lo mataron delante de su familia", o "remisero fue ejecutado de cuatro balazos", no implica que Buenos Aires sea un caos. Tal vez estaría más facultado para opinar o emitir un juicio de valor una persona que reside en Capital en forma permanente, pero a mí me parece que los noticieros de TV te muestran lo peor. Las buenas noticias (si es que las hay), los gestos nobles o altruistas, no miden en puntos de rating. Pero, llega un punto en que te preguntás: "¿Qué pasa, loco, nunca hay una buena?". Clarín es otro ejemplo. Tengo muchas disidencias con el Gobierno actual, pero alguna cosa positiva siempre se puede amplificar.

El morbo, en cambio, "garpa" en términos de rating. Quizás por eso todavía me acuerdo de cómo aparecía todos los programas de mayor audiencia la "novela" del crimen de Angeles Rawson, que el portero dijo tal cosa, que se autoincriminó, que está loco, etc. Y hay mucha gente que está en su casa aplastada al pedo en un sillón o en el sofá del living  que consume eso, que ni siquiera es periodismo. Sería bueno elegir de un modo más segmentado lo que miramos por televisión, aunque yo no soy quién para decirle a nadie lo que debe mirar o cómo debe informarse. Pero si nos interesan las noticias policiales, nada mejor que buscar información certera y creíble, porque hoy en día cualquiera dice cualquier disparate. Total, para mañana la gente ya se olvidó. Así funciona la caja boba, que ahora es plana. Como la Tierra, dicen. Punto final.


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