11 de enero de 2025

Televisión berreta

 

Hay factores que inciden en la valoración y el uso que hacemos del tiempo. Yo trato de dedicar todos los días unos minutos a pensar en un objetivo diario (aunque no lo vaya a cumplir), si no lo hago siento que se me pasa el tren. Imagínense lo increíble que puede resultar, que ya estamos al día 11 desde el comienzo del año, estancados en el fango mientras hay mucha gente que aprovecha este período para vacacionar. Y está bárbaro que lo hagan, si no fuera por la gran disparidad de ingresos que uno puede advertir. 

 

Hoy es sábado, pero parece un feriado, hay poco movimiento. Casualmente me encontré con un conocido en el supermercado ayer y hablábamos de la chatura que tiene el pueblo en este receso de verano. Quisimos indagar en las posibles causas pero no arribamos a ninguna conclusión. Podría decirse que todo está relacionado a una gestión de gobierno deficiente a nivel local. La cuestión es que ese parate es evidente y palpable, no hace falta hurgar mucho para percibirlo. No todos podemos ir en plan de descanso a algún lugar, la mayoría de los habitantes de la ciudad permanecemos aquí casi todo el año, y el dinero que gastamos va a las arcas de los comercios locales. Panadería, carnicería, tiendas de vestir, aquello que es necesario para desenvolvernos en lo cotidiano. Los precios parecen haber alcanzado cierta estabilidad, y no sé por cuánto tiempo seguirá así. Aunque no es taxativo: Antes de las Fiestas, la carne aumentó un 20 %, y seguramente en los próximos meses acumulará otra suba. Hay que cuidar el mango, no queda otra. Más que nada, porque enero es un mes muy difícil para recaudar unos pesos, al menos en mi rubro.

 

Pero, pese a todo, estoy bien por el hecho de saber que voy en la senda correcta, que estoy haciendo todo lo posible para mantener mi mente funcionando. No voy a dejarme venir abajo como ocurrió en el pasado. Destino mis ratos libres a leer o a escuchar música. Ya me está hartando ver por televisión siempre las mismas taradeces. La TV abierta se ha convertido en una bazofia, un emblema de la decadencia argentina. Se reduce a una programación paupérrima, bajos números de rating, muchos ciclos “enlatados” para gastar dos mangos, y sobreoferta de programas de cocina o de chimentos. El contenido Premium ya ni siquiera puede hallarse en la TV por cable, sino en los servicios de streaming. 


El rol de la televisión en la vida de una familia tipo ha cambiado radicalmente con el paso de los años. Nadie invierte en una producción de calidad porque los niveles de audiencia cayeron estrepitosamente, y no se gasta en algo que dejó de generar atractivo en las distintas franjas etarias. Hoy la mayoría de la gente se entretiene con el celular, algunos con la Playstation, y de esta forma los canales de aire tienen totalmente relegado su lugar.


Lo que se está haciendo es abaratar costos, lo cual da como resultado una calidad de contenidos por debajo de lo aceptable. Y eso se nota, porque los actores que cobran un cachet elevado son contratados para protagonizar series en Netflix. Los ciclos de ficción se destinan a ese tipo de plataformas. Por otra parte, el celular se ha convertido en un objeto comodín. Es como un cortaplumas suizo: tenés de todo. Podés grabar audio, video, sacar fotos, enviar mensajes, mandar archivos de diferentes formatos, reproducir canciones, navegar por la Web, ver mapas para ver dónde queda un determinado lugar que quieras visitar… Y esa evolución es irreversible. Pero lo notable es que se trata de una evolución que conduce a la haraganería, a la pereza, a buscar lo más fácil, a “hablarle” a Google para que te busque más rápido lo que voy necesitás, y me da la impresión de que ese cúmulo de funcionalidades no va a terminar bien. Cada vez que vuelve más precoz el uso del móvil, es decir que la edad a la cual los padres autorizan que su hijo disponga de un teléfono va disminuyendo. Y no controlar aquello a lo que los chicos tienen acceso puede volverse un búmeran peligroso. Debe ser difícil poner límites cuando los pibes ven a otros haciendo lo que –quizás- a ellos le gustaría. Digo esto porque no soy padre, y entiendo que no debe ser fácil ejercer ese rol en la sociedad actual. En una próxima nota voy a profundizar sobre esto, porque sin duda el uso del celular en cualquier ocasión y sin respetar espacios de intimidad da lugar a una adicción que antes no existía y cuyas consecuencias todavía no han sido investigadas a fondo, por tratarse de un fenómeno relativamente nuevo. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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