Hay factores que inciden en la valoración y el uso que hacemos del tiempo. Yo trato de dedicar todos los días unos minutos a pensar en un objetivo diario (aunque no lo vaya a cumplir), si no lo hago siento que se me pasa el tren. Imagínense lo increíble que puede resultar, que ya estamos al día 11 desde el comienzo del año, estancados en el fango mientras hay mucha gente que aprovecha este período para vacacionar. Y está bárbaro que lo hagan, si no fuera por la gran disparidad de ingresos que uno puede advertir.
Hoy es sábado,
pero parece un feriado, hay poco movimiento. Casualmente me encontré con un
conocido en el supermercado ayer y hablábamos de la chatura que tiene el pueblo
en este receso de verano. Quisimos indagar en las posibles causas pero no
arribamos a ninguna conclusión. Podría decirse que todo está relacionado a una
gestión de gobierno deficiente a nivel local. La cuestión es que ese parate es evidente y palpable, no hace falta hurgar mucho para
percibirlo. No todos podemos ir en plan de descanso a algún lugar, la mayoría
de los habitantes de la ciudad permanecemos aquí casi todo el año, y el dinero
que gastamos va a las arcas de los comercios locales. Panadería, carnicería,
tiendas de vestir, aquello que es necesario para desenvolvernos en lo
cotidiano. Los precios parecen haber alcanzado cierta estabilidad, y no sé por
cuánto tiempo seguirá así. Aunque no es taxativo: Antes de las Fiestas, la
carne aumentó un 20 %, y seguramente en los próximos meses acumulará otra suba.
Hay que cuidar el mango, no queda otra. Más que nada, porque enero es un mes
muy difícil para recaudar unos pesos, al menos en mi rubro.
Pero, pese a todo, estoy bien por el hecho de saber que voy en la senda correcta, que estoy haciendo todo lo posible para mantener mi mente funcionando. No voy a dejarme venir abajo como ocurrió en el pasado. Destino mis ratos libres a leer o a escuchar música. Ya me está hartando ver por televisión siempre las mismas taradeces. La TV abierta se ha convertido en una bazofia, un emblema de la decadencia argentina. Se reduce a una programación paupérrima, bajos números de rating, muchos ciclos “enlatados” para gastar dos mangos, y sobreoferta de programas de cocina o de chimentos. El contenido Premium ya ni siquiera puede hallarse en la TV por cable, sino en los servicios de streaming.
El rol de la televisión en la vida
de una familia tipo ha cambiado radicalmente con el paso de los años. Nadie
invierte en una producción de calidad porque los niveles de audiencia cayeron
estrepitosamente, y no se gasta en algo que dejó de generar atractivo en las
distintas franjas etarias. Hoy la mayoría de la gente se entretiene con el
celular, algunos con la Playstation, y de esta forma los canales de aire tienen
totalmente relegado su lugar.
Lo que se está
haciendo es abaratar costos, lo cual da como resultado una calidad de contenidos por debajo de lo aceptable. Y eso se nota, porque los actores que cobran un
cachet elevado son contratados para protagonizar series en Netflix. Los ciclos
de ficción se destinan a ese tipo de plataformas. Por otra parte, el celular se
ha convertido en un objeto comodín. Es como un cortaplumas suizo: tenés de
todo. Podés grabar audio, video, sacar fotos, enviar mensajes, mandar archivos
de diferentes formatos, reproducir canciones, navegar por la Web, ver mapas
para ver dónde queda un determinado lugar que quieras visitar… Y esa evolución es irreversible.
Pero lo notable es que se trata de una evolución que conduce a la haraganería,
a la pereza, a buscar lo más fácil, a “hablarle” a Google para que te busque
más rápido lo que voy necesitás, y me da la impresión de que ese cúmulo de
funcionalidades no va a terminar bien. Cada vez que vuelve más precoz el uso
del móvil, es decir que la edad a la cual los padres autorizan que su hijo
disponga de un teléfono va disminuyendo. Y no controlar aquello a lo que los
chicos tienen acceso puede volverse un búmeran peligroso. Debe ser difícil
poner límites cuando los pibes ven a otros haciendo lo que –quizás- a ellos le
gustaría. Digo esto porque no soy padre, y entiendo que no debe ser fácil
ejercer ese rol en la sociedad actual. En una próxima nota voy a profundizar
sobre esto, porque sin duda el uso del celular en cualquier ocasión y sin
respetar espacios de intimidad da lugar a una adicción que antes no existía y
cuyas consecuencias todavía no han sido investigadas a fondo, por tratarse de
un fenómeno relativamente nuevo. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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