La semana se pasó
volando. Hoy es jueves, pero podría ser cualquier otro día ya que mi rutina
cotidiana no varía. Casi ni recuerdo lo que hice el lunes, excepto que comencé
con las cobranzas a los anunciantes. Nada memorable, aunque necesario. La
verdad es que debería tener un registro más preciso de mis acciones diarias,
pero es así la cosa. Ha sido una semana tranquila, con mucho frío que arrancó
fuerte desde el lunes y recién hoy empezó a menguar para adaptarse a la nueva
normalidad. Una normalidad a la cual no estábamos preparados, con bolsillos
flacos y un desbarajuste económico notable. No se me ocurre pensar en otro
escenario que no sea éste, porque he pasado casi toda mi vida en Lobos y desde
hace tiempo vengo notando un “piojo” que es el resultado de la recesión que
estamos viviendo y que se nota a todo nivel. Hay un parate general en las
actividades, poco entusiasmo para emprender proyectos nuevos, y esa falta de
iniciativa contribuye a agudizar la retracción de la economía. Sin duda, es un
contexto complicado el que nos toca afrontar. Ayer estaba hablando con el dueño
de una inmobiliaria que me comentaba los aumentos que en breve se aplicarán a
los alquileres, cuyo valor se actualiza cada 6 meses. Es imposible prever los
vericuetos de un contrato de locación para tener estabilidad en el presupuesto
doméstico. No se puede prever nada, da la impresión de que todo está atado con
alambre, que se sostiene de un modo demasiado precario.
Este frío polar
dejó al desnudo la necesidad de una planificación eficaz para asistir a las
familias que viven en viviendas carenciadas. Gente que no tiene la culpa de ser
pobre o de que no le alcance la plata, que toma dos o tres colectivos por día
para ir a trabajar, que debe calentarse con garrafas que aumentan todos los
meses. Personas que no disponen de un abrigo o de mantas para dormir. Ya no
estamos en condiciones de estigmatizar la pobreza, y mucho menos de
romantizarla. Se ve que a la dirigencia política le hace falta un baño de
humildad, porque ya están pensando en las próximas elecciones y se olvidan de
que hay necesidades más acuciantes en el corto plazo. No sé si alguna vez lo
entenderán o si seguirán con la “rosca” en las mesas de café, que ya cansa y
agota sobremanera porque no arroja ningún resultado en beneficio de la
sociedad. Hacen falta soluciones, no promesas. Ideas, no proyectos faraónicos que
no conducen a ningún lado. Basta con mirar por encima de la nariz para ver que
muchos vecinos la están pasando mal, porque no les alcanza para llegar a fin de
mes. Estamos transitando una estabilidad artificial, con el dólar planchado y
la inflación baja, pero con una recesión que se siente en la caída del consumo.
Los expertos en economía que nos gobiernan aseguran que está todo bajo control,
que es parte del plan, pero acá no se advierte que la existencia de un plan que
traiga una mejora en la calidad de vida. Los precios de los comestibles no son
elevados, el tema es que con el sueldo promedio “congelado”, nos encontramos
con haberes muy bajos como para destinarlos a las compras esenciales de
cualquier familia. Yo espero que esta situación se revierta, aunque no hay
señales de que ese proceso vaya a darse. Hasta que el propio Gobierno no
reaccione, seguiremos jactándonos que una falsa prosperidad que sólo beneficia
a unos pocos.
Tenemos que
ampliar la mirada, aprender a bucear en un mar de contradicciones hasta hallar
una respuesta adecuada a las demandas de los sectores más postergados. Gente
que confió en Milei y lo votó, y que hoy está profundamente decepcionada. O más
que decepcionada, desencantada ante la vigencia de un modelo de exclusión. El
que puede, compra dólares a precio vil y especula con un aumento en la
cotización para salir a vender y obtener una ganancia. Pero la gran mayoría de
la población no vive de la timba financiera, no tiene recursos para hacerlo,
todos sus ingresos se destinan a alimentos y al pago de servicios. Yo procedo
de la misma manera, porque no me queda margen para invertir en nada, todo lo
que gano lo gasto en lo que considero prioritario, a veces si puedo me doy
algún gusto, pero eso es cada vez más esporádico. Mientras tanto, en la
oposición no emerge ningún liderazgo de peso que pueda hacerle frente a LLA.
¿Kicillof puede ser un buen candidato? El tiempo lo dirá. Fuera de la provincia
de Buenos Aires, sigue siendo un desconocido, algo que no ayuda a un referente
que tiene aspiraciones presidenciales. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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