Hola amigos, me
reencuentro con el blog y con ustedes tras algunos días de ausencia. El
transcurso de la semana no fue muy productivo, por momentos sentí que no había
mucho para hacer, pero lo importante es que para este finde hay varias
actividades programadas. Veremos qué pasa, por lo que dice el pronóstico
tendremos lluvias nuevamente, pero nunca se sabe.
Trataré de darle
prioridad a aquello que tenga más interés para los lectores, aunque por más
olfato periodístico que uno tenga, es difícil saber qué atrae la atención del
público. Como mencionaba en una nota anterior, mi búsqueda personal está
orientada a tener objetivos por los cuales luchar y seguirla remando. Ya no
pienso en el pasado, porque no hay forma de volver atrás el reloj. A veces
surgen imágenes que sirven como disparador para recordar cómo era yo hace 10 o
15 años, o en qué contexto me encontraba. Es algo que aparece de forma
inconsciente, no es que yo me ponga a pensar todo el tiempo en eso. Para mí,
haber transitado buena parte del año con una idea más clara y precisa de lo que
puedo hacer para mejorar, es un punto a favor.
Probablemente tenga más sentido detenerse a observar el pasado reciente, porque ese ejercicio nos permite tener un registro de cómo ha sido nuestra evolución y en qué situación nos encontramos posicionados hoy. En la vorágine en que vivimos, se hace necesario hacer un repaso mental para poder dimensionar lo que hemos conseguido y otorgarle valor. Escribir en este blog es una tarea que emprendí hace mucho tiempo, más de 20 años. Y desde los comienzos me he propuesto darle continuidad porque me atrae la idea de poner en palabras aquello que me ha ido sucediendo y que nos parece tan complejo de expresar. Yo podría hablar de la actualidad política o de la coyuntura económica como hacía antes, pero hoy por hoy estamos saturados de información y es muy difícil aportar un análisis que sea original. Sí es interesante indagar en la reacción de provoca en la sociedad un determinado hecho o la difusión de una noticia. El rol del periodismo está cada vez más cuestionado. Hay personas que no saben ni hablar ni redactar y que pese a ello aparecen en los grandes medios, es decir que no se le otorga valor a la formación profesional que antes era vista como un requisito esencial para poder laburar en la prensa. Cualquiera adquiere notoriedad vistiéndose de influencer, haciendo videos para Instagram o Tik Tok, y obtiene una fama y una llegada masiva que antes sólo era posible con un programa de televisión. El alcance y el impacto de las redes sociales ha sido un fenómeno arrollador, todos consumimos ese contenido y muchas veces ni nos damos cuenta. Incluso, todos sabemos que si uno quiere leer los diarios por Internet, te dejan acceder a dos o tres notas y después te piden que te suscribas, lo cual obviamente implica disponer de una tarjeta de crédito para pagar un costo mensual. Por lo tanto, podríamos afirmar que el acceso a la información ha cambiado notablemente. A decir verdad, no es tan nuevo, hace algunos años que esto se empezó a notar. Muchos pensábamos que Internet iba a ser un camino para poder democratizar la comunicación, llegar a más voces, pero lo cierto es que todos buscan conseguir un rédito económico, y por esa razón en la mayoría de los casos hay que pagar para poder recibir las noticias o el contenido multimedia de un sitio. En cuanto al diario en papel, hace mucho tiempo que se viene diciendo que dejará de existir, pero pese a ello sigue circulando con normalidad. No tiene la tirada de antes, ha habido una merma en la cantidad de ejemplares que se vendían hace 30 o 40 años, y eso tiene que ver con que los hábitos han cambiado, ya que un diario impreso ha dejado de ser la única manera de informarse. En la actualidad, desde un celular, uno recibe al instante el acontecer de los hechos. Es decir, los mismos hechos por lo que hace un tiempo había que esperar que los diarios llegaran a los kioscos. Por supuesto, la televisión en su momento fue un mazazo, pero si nos detenemos a observar lo que ha pasado en el último tiempo, para muchos argentinos ya es un medio anacrónico. Los jóvenes y adolescentes no suelen destinar su tiempo a esa pantalla. Y la calidad de los programas que podemos ver desde la caja boba, ha ido cuesta abajo. Nadie va a hacer un gran desembolso para destinarlo a un formato que ya no ostenta el alcance y la popularidad que supo tener. Pero cuando advertimos la presencia de esos cambios, lo más probable es que ya se hayan producido mucho tiempo atrás. Como dije alguna vez, estamos en constante movimiento. Por ejemplo, la forma de escuchar música tuvo un golpe rotundo con el streaming y la decadencia de los formatos físicos. El auge de las plataformas como Spotify significó un gran cambio para la industria, que antes invertía en la promoción de los discos y destinaba plata para que los cortes de difusión tuvieran rotación en las radios.
Quizás sea mejor aceptar que hemos
llegado a un punto de no retorno. Si dejamos la mirada nostálgica de lado,
vamos a descubrir que las nuevas generaciones han crecido con otras demandas e intereses,
y con un dispositivo móvil al alcance de la mano. Para ellos, tener conectividad a Internet es
lo más normal del mundo, cuando muchos de nosotros crecimos con una conexión
lenta y precaria hasta que llegó la banda ancha. No es casualidad la inmediatez
que hoy predomina como un signo de los tiempos: Todo deber ser ya, al instante,
no se admite esperar. Claro que esa urgencia conduce a desenlaces que está
lejos de ser los que el sujeto está buscando, porque no adquirir el hábito de
la paciencia y de la espera es un error. Tarde o temprano te vas a dar contra
la pared, en un país donde para realizar cualquier trámite en una oficina pública
es necesario esquivar la burocracia e insistir infinitas veces con toda la perseverancia y constancia
que puedas conseguir. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario