Como se preveía,
durante el fin de semana pasado hubo bastante actividad, luego se planchó, y en
estos días no hay mucho para informar, a decir verdad. No falta demasiado para
que haya que votar otra vez, y yo creo que no se ha hecho suficiente docencia
respecto a cómo sufragar con la boleta única. Si bien no es muy difícil, es
algo nuevo, quizás lo más atinado hubiera sido dejar esos cambios para más
adelante, pero todos sabemos que este país es el reino de la improvisación. Es
lógico pensar que mucha gente no esté al tanto de las modificaciones. Recién ahora,
en la Plaza 1810 aparecieron algunos stands de los partidos políticos para
explicar a los vecinos cómo será la jornada electoral. Básicamente, se debe
hacer una marca con un bolígrafo en uno de los casilleros de la boleta, según
el candidato que cada uno elija. Pero no faltarán aquellos que tilden más de un
casillero, con lo cual se supone que ese voto será nulo. En la Provincia, hay
17 listas a diputados nacionales. La de La Libertad Avanza sigue con la cara de
Espert, pese a que por el escándalo de público conocimiento, tuvo que resignar
su candidatura. Ese lugar lo ocupará Diego Santilli, que no es muy carismático
que digamos.
Cambiando de
tema, lo que podemos afirmar es que Lobos no muestra señales de crecimiento.
Hace bastante tiempo que la ciudad carece del impulso que supo tener. Por
ejemplo, el municipio anunció hace unos días la pavimentación de seis cuadras,
una cifra ínfima, por más que digan que la obra se hará con fondos propios. Al
común de la gente no le interesa de dónde salga la guita, siempre y cuando ese
dinero se vuelque para el mejoramiento de la infraestructura de la ciudad. El
asfalto siempre es bienvenido, pero no hace falta ser muy perspicaz para
suponer que hay otras prioridades. Por ejemplo, un plan de viviendas. No se
trata de entregar casas gratuitamente, sino de ofrecer una financiación en
cuotas que resulte accesible para poder acceder al techo propio. Los alquileres
suben constantemente e implican una erogación importante del sueldo promedio. Y
cabe detenerse en una situación que se viene percibiendo desde que asumió la gestión libertaria. Los sueldos son bajos, y aunque los índices de inflación no sean
significativos, ello implica que el acceso a la canasta básica es cada vez más
lejano. Si al costo del alquiler le sumamos los impuestos nacionales y las
tarifas de los servicios públicos, nos encontraremos ante un monto considerable
que se lleva buena parte de los ingresos. Esos gastos fijos no contemplan otras
variables como el valor de los medicamentos. Si vamos a la canasta básica, cualquiera
que vaya al supermercado podrá comprobar que un kilo de carne vale más de
10.000 pesos. Es un alimento esencial, que difícilmente se pueda reemplazar por
otro. Para ser precisos, con dos o tres productos que uno lleve de la góndola
ya supera esa suma. Es decir, que para mantener un hogar promedio hay que
desembolsar un mínimo de 10.000 pesos por día. Claro está que en el caso de
tener un auto se acumulan muchas erogaciones más: Patente, combustible, VTV,
seguro. En el supuesto de que un asalariado gane un millón, tendrá que
ajustarse bastante para llegar a fin de mes. Casi la mitad de ese dinero que
percibe irá destinado a pagar el alquiler. Y con lo que le queda en el
bolsillo, tendrá que pagarle al fisco y comprar los comestibles para consumir
cada día. No sé, puse el ejemplo de un millón de pesos porque en primera
instancia pensé que alcanzaba, pero ahora que me pongo a hacer números, no es
una cifra que permita hacer frente a todos los gastos.
Con estos indicadores, podemos afirmar que llegamos a la última etapa de 2025 con un clima enrarecido. El sostenimiento artificial de los mercados por la intervención del Tesoro de EE.UU. no se extenderá más allá de las elecciones. ¿Cómo seguimos después? Toda esta movida que están haciendo los yanquis no es gratis, ellos no van a otorgar un préstamo o un swap para quedarse con las manos vacías. Se han encontrado con el contexto ideal para poder meter presión, ellos saben que les debemos un favor. Una de las condiciones tiene que ver con limitar el rol y la influencia de China en la región. Aunque políticamente estemos en las antípodas, se trata de un socio estratégico de la Argentina. Los chinos son uno de los principales compradores de la soja que exportamos. Por esa razón, más allá de no compartir la forma de gobierno, es necesario preservar la relación comercial. Párrafo aparte, en las últimas ruedas financieras de la City la suba del dólar no pudo ser contenida ni siquiera con todo el arsenal que los funcionarios de Trump pusieron a disposición para evitar una escalada. La principal preocupación es que el salto de la divisa se traslade a los precios de la canasta básica. Si eso ocurre, el impacto de la volatilidad cambiaria se empezará a sentir en los bolsillos más humildes. Y como falta poco para las Fiestas, en esta época del año se suele dar un aumento de los productos que trae aparejado una mayor inflación. Vamos a ver qué pasa en los próximos días. Por ahora, lo que podemos anticipar es que el escenario post-electoral tiene elementos complejos de analizar. La Libertad Avanza puede sumar una nueva derrota si el Gobierno sigue obsesionado en complacer al FMI y no da indicios de reactivar la economía doméstica. Hay muchas alternativas que pueden implementarse para incentivar el consumo y recuperar el poder adquisitivo, pero la intransigencia de los talibanes del oficialismo se ha convertido en un escollo insalvable. Mientras tanto, el peronismo se ilusiona con dar otro batacazo el 26 de octubre. En la mayoría de los casos será un voto castigo. No son ciudadanos que comulguen con el ideario justicialista ni mucho menos que otorguen un respaldo incondicional a sus candidatos, sino que simplemente ven que la plata no les alcanza para vivir. Sólo resta sentarse a esperar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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