29 de marzo de 2025

Terceras partes nunca fueron buenas, ya verán por qué

 

A nivel personal, me siento satisfecho. Ya comencé a tomar clases en los cursos de Formación Profesional. La verdad es que se demoró un poco, y el primer día que llegamos ocurrió una situación inusual, ya que la escuela donde cursamos estaba cerrada, los alumnos tuvimos que esperar afuera y hubo que aguardar 15 minutos hasta que alguna autoridad llegara con la llave salvadora que nos iba a abrir las puertas del conocimiento, por decirlo de un modo poético. Pero por suerte ese día cursamos con normalidad y el inconveniente se pudo subsanar. La primera clase fue muy hablada, esperaba que fuera más interactiva, aunque pensándolo bien, lo fue a su manera, ya que por ser el primer encuentro nos tocó presentarnos en calidad de alumnos y explicar por qué nos habíamos inscripto en un curso de Marketing. Fue así como conocí las historias de varios emprendedores de Lobos que yo desconocía, gente que le está poniendo pilas y esfuerzo a un proyecto y que busca potenciarlo para elevarlo al siguiente nivel. Fue un gran impulso para pensar en cómo incrementar las ventas de mi portal digital, que me costó mucho esfuerzo sostener y que hoy ya está consolidado dentro de los medios de prensa de Lobos. Pero siempre se puede apostar a más, siempre se pueden generar nuevos ingresos. Consolidar un proyecto implica un posicionamiento de marca, que la gente la reconozca y la considere sinónimo de prestigio, de calidad. Lo nuevo siempre atrae, pero al cabo de un tiempo hay que hacer sustentable ese impulso inicial.

 

Yo tengo mi diario Lobos 24 desde 2017, y estoy pensando en darle un nuevo perfil, que no lo tengo definido todavía, pero que es necesario. Cuando yo me decidí a lanzar el portal, tuve que hacer una inversión muy grande, y amortizarla me llevó bastante tiempo. Para ese entonces, el mayor tráfico de Internet ya estaba en los celulares y tenía que ofrecer una plataforma atractiva para ese formato. Trabajamos en conjunto con el diseñador del sitio para lograr el mejor producto posible, que tiene gastos fijos como la renovación anual del dominio y del hosting. El domino es la marca, el nombre que te identifica y que debés renovar porque si no lo perdés y el público ni te registra. El hosting es el alojamiento del sitio en un servidor, para que esté activo y pueda ser visitado por la audiencia. Desde principios de año voy ahorrando lo que pueda para que no me tome de sorpresa, porque los costos suben constantemente. Le estoy dedicando más espacio a noticias regionales que tienen impacto en Lobos, es cuestión de investigar y googlear exhaustivamente porque siempre se encuentra algo. La realidad de los municipios vecinos está muy relacionada con el nuestro. Hay fiestas populares, delitos aberrantes, sesiones del Concejo Deliberante… La vida cotidiana de un municipio no difiere mucho de otro. Lo que sí marca la diferencia son los funcionarios que el Intendente de turno designa para ocupar cargos en el Ejecutivo, ya que hay mucha negligencia o falta de respuesta a los vecinos en determinados casos. Lobos necesita un relanzamiento integral como ciudad, se ha convertido en un pueblo donde abunda la mugre, la basura, los robos son cada vez más frecuentes, el tránsito se vuelve caótico, nadie se hace cargo de nada, y la gente ya no sabe a quién recurrir o a quién reclamar.   


Es cierto lo que me planteaba un concejal: La gestión actual está padeciendo un evidente un desgaste, aunque para mí desde el día uno no mostraron mucho interés en hacerle la vida más fácil a los lobenses. Ya con un tercer mandato encima, esa tendencia se acentúa, no se brindan respuestas a las necesidades básicas, están avanzando en la tercerización de servicios cuando los memoriosos recordarán que hubo una empresa en los ’90 que se llamaba Garbo Sur y que hizo un desastre, no cumplió en absoluto con las expectativas, y lo que se debería hacer es contratar nuevo personal para satisfacer las demandas del servicio de barrido. Por otra parte, el agua corriente sigue con un alto contenido de arsénico y a ninguna autoridad esto parece importarle, seguramente en sus domicilios tendrán dispensers que los abastecerán del vital elemento con otra calidad apta para el consumo. 


Yo tengo una deuda de gratitud con Lobos porque es la ciudad en que nací y que me ha dado todo, pero hay mucha gente de mierda que se empeña en afear el paisaje urbano ya sea por ignorancia o porque buscan la solución más fácil, como sucede con el cableado en la zona céntrica que es totalmente desmesurado e impresionante, sumado a las antenas de televisión abierta que todavía subsisten en los techos de las viviendas y que han quedado obsoletas. Los perros sueltos siguen provocando accidentes, obviamente no se puede culpar a los animales, sino a la ausencia de políticas públicas en materia de zoonosis. Las castraciones barriales están bien, pero con eso no alcanza. Por un lado, los perros de la calle circulan cerca de los domicilios porque hay gente que les brinda alimento. Es un gesto noble, pero perjudicial. Por otro, los canes se acostumbrar a frecuentar esos lugares y cualquier vecino que circula en bicicleta puede ser víctima de mordidas que lo hacen caer del rodado y lesionarse.

Los servicios públicos que presta el municipio distan mucho de ser óptimos. La recolección de ramas, el barrido que ya mencionamos, el mantenimiento de los espacios verdes… Y la lista sería larga de enumerar. La inseguridad se da a todo nivel, los robos de motos y bicis, las riñas callejeras, son cada vez más frecuentes, y todos nos preguntamos qué función cumple el Centro de Monitoreo, porque ha habido casos, como los robos a las inmobiliarias, que se perpetraron en pleno centro y al parecer, nadie vio nada. Si el Intendente tiene la aspiración de finalizar bien su tercer mandato, es necesario ajustar varias clavijas y hacer cirugía mayor, para paliar todo aquello que se ha deteriorado ostensiblemente. Punto final.

27 de marzo de 2025

Cualquiera puede enseñar, pero no todos pueden aprender

 

Hace varios días que no escribía nada por acá. El verano se fue, ya es historia. Entramos en el otoño sin saber qué nos deparará, sólo pensando en el día a día. Ahora estamos en una coyuntura diferente, porque en breve comenzará la actividad política, habiendo ya transcurrido el período de vacaciones. Y como este año no hay PASO, sólo se votará en octubre. Yo creo que es necesario apoyar a una oposición responsable en el Congreso en estas elecciones de medio término. Todos, sin importar el partido, han demostrado ser impresentables, pero los libertarios en particular se comportan como kamikazes, parecen haberse escapado de un zoológico para refugiarse en los estrados del Parlamento. La verdad es que lo que hemos visto en las últimas sesiones da vergüenza ajena, son personas incapaces de debatir de un modo civilizado porque creen que haciéndose los guapos o provocando escándalo tendrán más notoriedad. 


Los peronistas y la izquierda parecen más mesurados, aunque a todos les complace hacer quilombo en las sesiones mientras transcurren las horas y la cuestión de fondo sigue sin zanjarse. Esa degradación de la labor legislativa no es casualidad, como tampoco lo es que diputados y senadores negocien periódicamente un suculento aumento en sus sueldos. Para eso sí que se ponen todos de acuerdo, a nadie le conviene sacar los pies del plato. A mí me da la impresión de que nada de lo que hacen es improvisado, ya antes de entrar al recinto tienen bajo la manga toda clase de chicanas y estupideces para entretener a la manada. Y lo peor de todo es que les da resultado desde lo simbólico. Por insultar a tu colega no vas a ser más combativo. Sos patético, por más que esa estrategia de militar desde la agresividad te reditúe algún voto. Los ves por televisión y parecen sujetos encerrados en la casa de Gran Hermano. Hay mucho freak dando vueltas, eso no se puede negar. A más de uno le faltan varios jugadores. Deberían ir a un neuropsiquiátrico antes de recalar en el Congreso.


Toda esta violencia institucional va a traer consecuencias por algún lado, eso dalo por hecho. La gente está cada vez más escéptica de los políticos porque ni siquiera ocultan su mediocridad. Es evidente que no tienen ningún prurito en exponerse con argumentos sin sustento y una escasa capacidad intelectual. Ese trabajo de pensar lo hacen sus asesores, no el diputado o senador que ocupa su banca. Y cada asesor debe ganar muy bien para haberse ganado ese sitial. En cuanto a Lobos, también hemos tenido concejales que ni saben ni hacer la “o” con un vaso, y sin embargo están ahí, como un premio a los años de pegar carteles y de cantar la marcha partidaria. Su desempeño es paupérrimo, casi ni se les conoce la voz, porque lo presentan ninguna moción. Están pero no están, son como seres virtuales. Parte de esa mediocridad tiene que ver con que son vecinos conocidos en muchos casos y se considera que por ese solo motivo tienen la idoneidad necesaria, pero no funciona así. El hecho de ser conocido en un pueblo ayuda a conseguir votos, pero no es una garantía de tener a un gran concejal ejerciendo sus funciones.

 

Y la escuela, ¿qué onda? Da la impresión de que hace rato que comenzó a asumir roles que la exceden, como contener a pibes violentos que impiden que los demás puedan aprender algo. Ya no se exige disciplina porque no existen las amonestaciones tal como nosotros las conocíamos: Si acumulabas 25 o más, te rajaban. Eso es impensado hoy, y viene desde hace años, cuando se empezó a pregonar la inclusión a cualquier costo, porque los chicos sí o sí debían estar en la escuela aunque no aprendieran nada. Y si no se incluye a todos, ¿con qué criterio se excluye? Eso debería quedar establecido en algún estatuto para despejar pronunciamientos difusos. 


Los docentes hacen lo que pueden, pero como decía Pepe Mujica, la institución escolar no educa, sino que imparte conocimientos. La que debe educar es la familia, enseñar pautas de conducta, buenos modales, el valor de la paciencia, del esfuerzo, del ahorro, y tantos otros que se me vienen a la mente. No es relevante cómo está constituida cada familia porque es natural que eso pueda variar de un hogar a otro. Los maestros y profesores no enseñan a decir “buen día” o “por favor”, porque su función no es esa, sino que se dedican a enseñar Lengua, Matemática o Geografía. Antes, cuando no existía Internet ni mucho menos Wikipedia, los chicos tenían que buscar en las enciclopedias impresas, yendo a una biblioteca, la información que el docente les solicitaba. Hoy todo eso no va más, y no hay marcha atrás, si hasta la Inteligencia Artificial brinda respuestas rápidas (a menudo erróneas) ante cualquier duda. Los alumnos consideran que su paso por la escuela es una pérdida de tiempo, les da igual sacarse un 10 que un 6, y en el futuro se verán las consecuencias de una generación que, por estar escolarizada, se creyó que iba a erradicar la ignorancia generalizada. 


Si no hay un estímulo para leer, para escribir, para hacer de la escuela un espacio del pensamiento, a nadie le interesa perder el tiempo allí, sólo concurren porque es obligatorio. Si más adelante quieren ingresar a la universidad, se dan la cabeza contra una pared porque allí no se jode, hay un examen de ingreso, o un Ciclo Básico, y pasar por ese filtro no es apto para cualquiera. Lo mismo pasa con un instituto terciario. El bajo nivel de aprendizaje de los años previos se paga muy caro, porque la escuela no logró crear una conciencia en el alumno de que esos conocimientos son útiles para el futuro. Por supuesto, sería erróneo generalizar, pero parece que a nadie le interesa indagar en las causas del fracaso escolar, porque el hilo se corta por lo más delgado. La educación formal, que se imparte en un establecimiento, es insuficiente si no se cuenta con el acompañamiento de las familias de esos pibes. Ojalá en algún momento lo podamos entender, para que cuando nuestros hijos regresan de clase, nos tomemos la molestia de ver en el cuaderno o la carpeta qué fue lo que hicieron al cabo de cuatro o cinco horas por día. No estamos viendo pronto. Punto final.

21 de marzo de 2025

Noticias que parecen de la prehistoria

 

Parece que hubiera ocurrido en la prehistoria, pero ocurrió anteayer. Esto ocurre porque las noticias pierden actualidad rápidamente. Finalmente, la Cámara de Diputados dio luz verde al DNU del Gobierno que habilita a la negociación con el FMI. Fue en el marco de una sesión extensa en la cual no faltaron las chicanas, los pases de factura y los cruces entre los legisladores. Un espectáculo vergonzoso, en la misma jornada en que se organizó una nueva protesta contra el ajuste a los jubilados. La presencia de manifestantes fue variopinta y excedió a los integrantes del sector pasivo. Estuvieron referentes de La Cámpora, partidos de izquierda, pero ello no le resta legitimidad al reclamo. La concurrencia fue menor a la de la semana anterior, y hubo algunas escaramuzas entre las fuerzas de seguridad y los peticionantes promediando la noche. Afortunadamente, ninguno de ellos pasó a mayores.

 

En lo que a mí respecta, nunca bajé los brazos a pesar de las adversidades. He pasado por momentos muy gratificantes y otros no tanto, pero nunca tiré la toalla. Y menos voy a hacerlo ahora, cuando me estoy preparando para volver a capacitarme en el Centro de Formación Profesional, cuando la actividad política comienza a salir de la modorra, cuando se respira otro aire que es el de una nueva realidad que nos toca vivir. “Otro aire” es una expresión quizás demasiado presuntuosa, pero que tiene que ver con los hábitos de consumo, con las tendencias culturales, con los cambios que se van dando a un ritmo imperceptible pero sostenido. Es tal cual como lo digo: Hoy no podemos notar muchos matices o diferencias, pero dentro de dos o tres décadas se podrá analizar con mayor claridad la economía, la irrupción de la antipolítica y de los outsiders, los nuevos liderazgos. No podemos permanecer con la guardia baja en medio de ese contexto.

 

Nadie pensaba que Milei podría llegar a ser presidente, y sin embargo ahí lo tenés al tipo, acumulando millas en viajes a EE.UU. y a la elite del poder mundial. Es un fenómeno nuevo, porque si se descalabra la inflación nuevamente, ya tendrá la Espada de Damocles sobre su cabeza. Es lo único que lo sostiene, porque la negociación con los adversarios no es su fuerte. Tiene un discurso violento, vulgar y disruptivo. Carece de la estatura de un presidente que se ha consolidado en el ejercicio de la función pública. El problema es que “la casta” a la cual tanto denostaba es el sector al cual pertenece hoy. La burocracia de los pasillos de la administración pública. Las ínfulas de desregulación y privatización. Los pasos en falso que parecen, para ser francos, pasos de comedia. La pobreza que sigue creciendo entre los sectores excluidos no parece hacerle mella por ahora, y la oposición todavía no logró reaccionar como debería hacerlo ejerciendo ese rol que le fue conferido. Los radicales cometen muchos errores e imprecisiones, los del PRO se pasan a las filas del Gobierno, los kirchneristas se contentan con conservar una porción de ese electorado que les sigue siendo favorable en las urnas. ¿Cómo es posible que alguien salido del panel de un programa mediocre como Intratables hoy sea Presidente? ¿Por qué se votó esto? Una posible respuesta puede ser que haya sido como reacción ante la dirigencia tradicional que ha hecho desastres en este país desde hace casi un siglo.

 

2024 fue un año flojo en el plano personal, y en lo que va de este 2025 no registro todavía algún momento memorable. Pero lo que sí puedo afirmar es que desde el día uno, encaré este ciclo con mayor esperanza. No podemos hacer de cada instancia un gran acontecimiento, porque no sería un análisis real. Si cada día esperamos que nos pase algo extraordinario, vamos camino a la frustración. Hay que trabajar para concretar esos logros que anhelamos a mediano plazo.

 

Sin darme cuenta, cambié de tema, venía hablando de la política nacional, pero no lo hice de un modo antojadizo. Lo hice porque para mí las decisiones que vienen desde la política también ejercen una influencia en el comportamiento de la gente. No importa que tengamos un gobierno proteccionista o de corte liberal, lo más relevante es comprender que todos somos responsables de forjar un futuro. Si delegamos en nuestros representantes es porque la democracia es representativa, no por otra razón. Pero eso no nos exime de la responsabilidad de ciudadanos. Por eso, voy y vengo con la misma idea. Para que un determinado período sea de prosperidad, es necesario hacer algo. Las cosas no vienen solas. Yo acepto que 2024 no fue un gran año a nivel personal, pero eso no quita que este 2025 no pueda serlo. Las expectativas se van acomodando en función de lo que nos toca afrontar. Si estamos ante un escenario de crisis e hiperinflación, habrá que aceptar que nos encontramos ante una situación incómoda para poder despegar y progresar. Lo mismo cabe si se nos presenta una recesión, como está sucediendo ahora. De todos modos, lo más fácil sería buscar excusas en el “afuera”. Que el país no esté en su mejor momento no debe ser un limitante, lo único que es útil en esos casos, como dije antes, es adaptar las expectativas, lo cual no significa renunciar a ellas. Es posible que hoy no sea el contexto más adecuado, pero eso no significa claudicar en nuestros sueños. La mayoría de la gente sueña con un futuro mejor para sí misma y para sus familias. Nadie juega para que le vaya mal o para seguir hundiéndose en el pantano.

 

Yo diría que tenemos mucho de autoboicot en nuestro ADN, eso es cierto. Somos nosotros quienes saboteamos nuestro real potencial y le vamos bajando el precio a nuestras capacidades porque no encontramos incentivos en el exterior. Es una autolimitación que nos imponemos casi sin advertirlo. Cada uno conoce sus puntos débiles y sus fortalezas, y yo antes no le daba bola a todo lo que estoy diciendo, hasta que llegué a una determinada edad en la cual busco otros intereses. Lo que a mí me atrae como desafío no es lo mismo de hace 10 años. Cuando sos adolescente, vivís sin responsabilidades, no tenés que trabajar, tus viejos te bancan los gastos, todo parece fácil… Y de repente te encontrás con que tenés que pagar un montón de cuentas, sostener tu economía, generar ingresos, administrar la plata que ganás. La transición de la adolescencia a la adultez nunca es sencilla. Al principio cuesta mucho entender esos cambios, que van cayendo como las fichas de un dominó. Ya cuando pasás los 40, seguramente tenés un hijo a cargo o formaste una pareja, y las responsabilidades son otras. La vida misma te lleva por esos caminos, te va interpelando, haciéndote preguntas. Aparecen las dudas, los miedos… Otros miedos, no los que te aquejaban cuando tenías 18. El miedo a perder el laburo, a no llegar a fin de mes, a no poder superarte porque sentís que ya llegaste a un “techo”… Y hablando de techo, el mayor desafío pasa por tener una vivienda propia, o aunque más no sea un terreno, un tema que ya hemos abordado en este blog. Para aquel que percibe una suma promedio, se hace muy cuesta arriba alcanzar esa meta. Y destinar una porción de tu sueldo todos los meses para pagar un alquiler tampoco es una situación grata. Algunos lo verán de otra forma, yo no soy el dueño de la verdad, simplemente expreso lo que para mí debería ser una prioridad y que se vuelve tan engorroso como complejo. Además, hay que pagar impuestos, servicios, tasas municipales… Todo eso te empuja a decirle adiós a la adolescencia. Te das cuenta de que esa etapa terminó, no porque lo diga tu edad, sino porque lo que te toca vivir es distinto. Antes no era tan difícil, si hasta con el Secundario completo alcanzaba para acceder a un buen trabajo, y hoy es un requisito mínimo e imprescindible en cualquier currículum que vayas a presentar. Pero no les doy más lata. Es una próxima nota voy a hablar un poco de eso, de la educación formal, de cómo cambió y qué contenidos que hoy se enseñan, no existían hasta hace unos pocos años. Punto final.  

 

 

 

17 de marzo de 2025

Comienzo de semana

 

Lunes en la ciudad. Últimos días del verano. Ya tengo casi resuelto retomar el gimnasio. Me gusta ir, lo que pasa es que cada uno, como es natural, hace su rutina, y en consecuencia está concentrado en ella. Eso hace que no sea el mejor espacio para poder socializar. Me aconsejaron hacer actividad física grupal para paliar esa carencia, y estoy evaluando la posibilidad de ir a un gym distinto al que estoy yendo habitualmente. No lo tengo decidido todavía, lo que me gustaría es que pueda formar parte de un grupo donde todos tiren para el mismo lado. De todos modos, mi prioridad es salir del estancamiento en que se encuentra mi físico. Soy relativamente joven, pero eso no alcanza para suplir ciertas falencias. Estoy más cerca de los 50 que de los 40. Me refugio en el periodismo, que es mi pasión, y trato de hacer mi trabajo de la mejor forma posible. Antes de escribir cualquier pavada sin sustento, prefiero no publicar nada, porque si para mí no está bien hecho, no me inclino a ponerlo a consideración de los demás.

 

En mis ratos libres, escucho música, que es un hobby que cultivo hace años. Tengo una colección de discos (CD), y los voy rotando, un día escucho uno y a la mañana siguiente otro, además de que también uso Spotify. Hago zapping en la tele en el horario de los noticieros, que se repiten en su agenda informativa, por lo cual es lo mismo ver cualquier canal que ir saltando de un número a otro con el control remoto.

 

Trato de aprender de los grandes escritores, detenerme a analizar cómo van tejiendo una trama que atrapa al lector. Yo hago literatura como hobby, y hasta que no me convenza a mí mismo de que ese contenido es publicable, no lo haré. Vengo madurando ideas para futuros relatos, y ese es el camino inicial para desarrollar borradores e irlos puliendo. El respeto al público significa no subestimarlo ni darle cualquier porquería sin sustento, aunque pueda tener éxito comercial. En cada columna que yo redacto me guío por la misma premisa: Escribir sobre un tema interesante, en el cual sea idóneo, y entender que hay muchas ideas repetidas, por lo cual hay que redoblar los esfuerzos por escribir narrativa original. Si vamos a la literatura, hay libros que se han convertido en best sellers y son malísimos, no tienen calidad. Los escritores amateurs nos conformamos con el hecho de poder publicar y vender los ejemplares que la editorial haya impreso para la ocasión.

 

Los periodistas que más plata ganan están encorsetados en intereses espurios y reciben una generosa pauta publicitaria de parte de las empresas. Son los que dominan los grandes medios de comunicación, sobre todo los canales de noticias. En realidad, lo que menos abunda son noticias, ya que tienen columnistas sobre diferentes temas que se dedican a bajar línea constantemente. No informan, sino que buscan influir en un posicionamiento de la audiencia. Nunca me gustó que el periodismo se adjudique el rol de formador de opinión. Yo no ejerzo esa posición, lo único que hago es describir los hechos según mi mirada y dejar que el lector saque sus propias conclusiones. A lo que me refiero es a que nunca he buscado erigirme como el depositario de la verdad. Que otros lo hagan, corre por su cuenta. El público lector no es una masa amorfa que absorbe cualquiera cosa. Muy por el contrario: Es crítico de esa información que recibe, la cuestiona en caso de ser falsa o de faltar a la verdad.

 

Hay gente que destina todos sus días a pensar. Pero no a pensar cualquier boludez, sino a barajar posibles soluciones ante los problemas que afectan a la sociedad. Después viene la fase de la acción, que es la más compleja de llevar a cabo. Con planificar solamente no se llega a ningún lado. Los dirigentes y funcionarios cuentan con varios asesores que hacen todo ese trabajo de diseñar políticas públicas. Y deben aportar alternativas viables, no salidas de la ciencia ficción. Si nos detenemos a escuchar discursos grandilocuentes, no iremos a parar a ningún lado. La realidad exige que se otorgue valor a aquellas soluciones que están al alcance de las autoridades, en cuestiones tales como la seguridad, las protestas callejeras, la economía, el comercio exterior, el tipo de cambio, entre otras.

 

No sé qué les sucederá a ustedes, pero yo ya estoy cansado de palabras vacías, de discursos que apelan a la fibras íntimas y emotivas pero que no dicen nada en concreto. Me aburrí de los líderes mesiánicos que se suben al caballo como si fueran a cruzar los Andes y apenas pueden dar un trotecito por una calle polvorienta. Ya no me interesa que me digan “qué” es lo que van a hacer, sino “cómo” lo prevén hacer. La diferencia es sustancial, porque implica cambiar el eje de la discusión retórica, dejar de hurgarse el ombligo para ver las necesidades palpables y concretas que tiene la gente. Tenemos personas que no pueden esperar a que se implementen planes o proyectos, porque su vida corre peligro, o bien porque están en una situación de vulnerabilidad social. Son personas que necesitan de la asistencia del Estado, al menos durante un tiempo, porque están cayendo en la indigencia como consecuencia de las medidas económicas adoptadas por ese mismo Estado. Es un tema que daría para largo, porque implica indagar en la compleja idiosincrasia argentina, que parece repetirse en sus errores e incongruencias sin que nadie se haga cargo de ello. Nos estamos viendo pronto, ya metidos de lleno en la cuestión que nos convoca al debate. Punto final.

 

 

 

13 de marzo de 2025

La libertad de decidir

 

Hoy me siento tranquilo. Grabé un nuevo programa para la tele, hubo buena química con el entrevistado, y me quedé satisfecho con el resultado conseguido. En realidad, con el susodicho invitado somos amigos, pero obviamente no íbamos a andar tirándonos flores durante el desarrollo del ciclo. En este caso, como se trata de un músico amateur, hablamos de eso, de su arte, de las dificultades para trascender, y la charla fluyó naturalmente, sin sobresaltos. No daba lugar para polemizar, sino para difundir su quehacer. A mí siempre me ha parecido importante brindar un lugar en los medios a los artistas, visibilizar historias de vecinos que quizás no han tenido la oportunidad de estar frente a una cámara, o de poner en conocimiento de la audiencia lo que ellos hacen. Sería muy mezquino que el conductor de un programa buscara ganar protagonismo, siendo que -a mi modo de ver- el protagonista debe ser el invitado.

 

Por supuesto que uno no se queda callado, porque se trata de una charla de la cual ambos participan. No es lo mismo entrevistar a un político que a un vecino que es instructor de Yoga, por dar un ejemplo. Los políticos tienen una responsabilidad institucional mayor, deben rendir cuentas ante la sociedad sobre su accionar. Sea como fuere, el programa tiene que ser ameno, ágil, para no aburrir al público. Ahora estoy subiendo a YouTube ciclos de temporadas anteriores y la verdad es que me brinda satisfacción que muchos hagan un redescubrimiento del invitado que quizás estuvo dos o tres años atrás, porque eso pone en valor lo que significó el hecho de convocarlos.

 

Ya entrando en la sexta temporada, es inevitable no repetirse, pero yo hoy me siento más idóneo en mi tarea. Los primeros programas no son los que recuerde de la mejor manera. Como es lógico suponer, no sabía cómo comportarme frente a una cámara, qué gestos hacer, y a veces sin darme cuenta cerraba los ojos cuando iba pensando lo que iba a decir. Por suerte siempre tuve el respaldo del canal, que me bancó en esa coyuntura. Con el transcurso del tiempo fui mejorando, ya estaba más suelto al momento de grabar, pese a que hubo ocasiones en las que hubo que editar o hacer varias tomas. Cuando algo no sale como yo espero, soy mi peor crítico. No me gusta improvisar ni faltarle el respeto a la audiencia. Pienso que los abonados están pagando por un servicio de cable y se merecen lo mejor. Al actuar con profesionalismo sos vos quien te ganás el respeto y la consideración de los demás. Aunque como ustedes saben, nunca me gustó sobresalir, soy de perfil bajo, no ando por la calle sacando chapa de nada. Hago lo que me corresponde y los televidentes juzgarán el resultado final.


Tal vez sería bueno darle otro formato, buscar renovar la escenografía, pero es algo que me excede, porque si el canal no invierte en eso, yo no voy a poner plata de mi bolsillo. Además de que no me parece correcto, no estoy en condiciones de hacerlo. Voy, grabo mi programa, intento hacerlo lo mejor posible, y ahí se terminó la historia. Nos vemos la semana que viene, así funciona. Hubo veces en que entré en conflicto con algunos invitados que me querían engatusar con argumentos estúpidos, y yo no voy a aceptar que me tomen por estúpido. Es decir que también hubo momentos tensos. Uno de los roles del periodismo es esclarecer, y nunca perdí de vista esa premisa. O, como suele decirse, hay que ser esclarecedor en la polémica. Si algo no está claro o no se entiende, el periodista debe preguntar todas las veces que sea necesario para arribar a una conclusión que sea la que el público espera. 


La información no se puede retacear, debe brindarse completa, de lo contrario se está ocultando, y para tener credibilidad la gente no puede perderse nada de lo que constituye una noticia. La entrevista es un formato con el cual me siento cómodo, porque me permite hablar con la gente con franqueza, intercambiar ideas y opiniones, interiorizarme de la vida y obra del otro. Muchos me han elogiado mi forma de preguntar en las conferencias de prensa, pero yo lo tomo como algo natural, no como una forma de lucirme o destacarme. Si algo no me queda en claro a mí, menos lo será para los televidentes. Preguntar y repreguntar no es tan fácil como parece, pero si partimos del sentido común, de lo que debe informarse al público, es una práctica habitual en el ejercicio de la profesión.


Ya perdí la cuenta de la cantidad de vecinos y amigos que han pasado por “Café Doble” en estas seis temporadas. Y les estoy agradecido a todos aquellos que aceptaron participar, porque fueron muy pocos los que dijeron que no. En este año electoral seguramente habrá más invitados vinculados a la política, candidatos o referentes de los distintos partidos. Es un desafío interesante, porque la gente nota enseguida si vos sos condescendiente o complaciente. Y yo no me veo en ninguno de esos roles, los aborrezco. El periodismo comprometido y sin dobleces es el único que admite la posibilidad de acceder a la verdad. Lo demás es propaganda oficialista de comunicadores de grandes medios que se venden al mejor postor, y a mí eso no me va. Porque ese “sobre” que te da alguien del poder, está comprando tu conciencia. Y si hay algo que priorizo, es que nadie me arrebate la libertad de decidir. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

10 de marzo de 2025

Actuar para vivir

 

Uno de los grandes dilemas que atraviesa la historia de la humanidad desde sus orígenes, es que no puede aceptar su propio final. Nos cuesta hablar de la muerte, ni la podemos mencionar. Es un proceso natural. Es lógico asociarla al dolor, al olvido, al sufrimiento. A mí también me pasa algo parecido, me cuesta referirme a ella, y quizás sea porque pocas veces en mi vida he experimentado una pérdida cercana. Nos preguntamos qué pasará con nuestros hijos cuando nosotros no estemos, adónde irán a parar nuestras colecciones de libros u objetos de valor, quién irá a nuestro funeral. La fuerza de la vida es la que nos motiva a seguir adelante ante la certeza de lo irremediable. Esta nota no tiene un comienzo muy alentador, como podrán comprobar, pero todo es parte de lo mismo.

 

Pasan los años y creemos que no hemos logrado demasiado, vamos aceptando que ya no nos queda espacio para ser personas talentosas o superdotadas, a que seremos uno más de la manada que sucumbirá en ese día opaco y oscuro. Por supuesto, las religiones ofrecen consuelo ante estas dudas existenciales, con mayor o menor grado de eficacia. La salud tiene factores de riesgo, que los propios médicos conocen, y sabemos que si adoptamos determinados hábitos corremos el peligro no llegar a la longevidad 

 

Mis aspiraciones son modestas: Me gustaría ser recordado como una buena persona, y los que me conocen saben que reúno esa condición, más allá de todos mis defectos y desaciertos. Nunca me gustó hablar mucho de mí, pero prefiero hacerlo yo antes que lo hagan los demás tergiversando la realidad. Siempre actué de acuerdo con mis convicciones, aunque algunas veces tuve que tomar decisiones sin estar del todo convencido de ellas. Cuando tenés poco margen para pensar, y hay que adoptar decisiones rápidas y urgentes, no solemos disponer de muchas alternativas. Sólo nos queda elegir por el mal menor. Decir “nunca me traicioné” suena muy pretencioso, todos nos traicionamos alguna vez cuando renunciamos a nuestros sueños, cuando ya nos sentimos derrotados antes de subirnos al ring, cuando no nos damos la oportunidad de asumir un riesgo para recibir un potencial beneficio. La mirada retrospectiva es selectiva y está teñida de indulgencia. Recordamos aquello en que nos vemos favorecidos según nuestra propia versión y hacemos la vista gorda ante episodios vergonzantes, metidas de pata, y demás.

 

Todos hemos tenido en algún momento la sensación de que se nos pasó el tren, de que hemos estado bregando por aspiraciones que nunca llegan. Las expectativas que cada persona pone en sí misma son diversas, pero lo que hace la diferencia es la capacidad de concretarlas. Si actuamos con convicción, el objetivo estará más cercano ante nuestra mirada. A esta altura de mi vida, he reconsiderado mis prioridades: No me interesa renegar ni discutir con nadie, y menos por boludeces. Pocas cosas son realmente importantes como para ameritar una discusión o una situación de conflicto. Es más fácil darles la razón a los necios y que ellos se sientan a gusto con su ignorancia antes que caer en una refriega inútil. Lo que a mí me importa en esta etapa es ser un mejor profesional, interpelar a quien me está leyendo con argumentos sólidos, brindar un espacio para el debate y el pensamiento.

 

Hay quienes se organizan para pensar en qué hacer en su tiempo libre, y ese tiempo no es el mismo para todos los individuos por la jornada laboral de cada uno. Yo lo dedico a tomar unos mates, a leer, escuchar música, a aprender dentro de todo lo que hay disponible en la Web. Y cuando siento que estoy estancado, salgo a caminar o doy una vuelta en bici. Hoy me hice 6 kilómetros. Como les decía, ninguna sensación es más desalentadora que la de estar estancado, al menos para mí, porque implica la imposibilidad de avanzar. Subyace algo que nos impide salir del atolladero. Pero siempre se puede, esa sería la versión positiva de esta historia. Como decía antes, no todos manejamos los mismos tiempos, hoy se dio la circunstancia de que tenía que hacer una cobranza cerca de la Ruta 205 y mi único medio de movilidad es la bicicleta. En un principio me pareció que se me iba a hacer farragoso porque arranqué a pedalear con todo el ímpetu, pero cuando terminó el asfalto y empezó el tramo de calle de tierra fui regulando. Hay muchos pozos y charcos que permanecieron de las últimas lluvias, y no tenía ningún apuro en llegar a destino. Lo único que me molesta es que siempre me dan un cheque por una suma ínfima, y cambiarlo es una tarea complicada. Quedaba la opción de cobrarlo en el banco, por supuesto, pero no tenía ganas de comerme una larga cola en hora pico para cobrar unas pocas monedas. Finalmente encontré alguien que aceptó cambiármelo, y con ese dinero pude saldar las deudas que tenía. Fue un buen gesto. Y a esas gauchadas yo las sé valorar. Bueno amigos, ya les di demasiada “lata” por hoy. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

9 de marzo de 2025

Los cambios de la sociedad y el nuevo rol de la mujer en el Siglo XXI

 

Estuve varios días sin escribir nada por aquí. Hoy es una ocasión propicia para hacerlo. Ya se disipó esa combinación casi letal de calor y humedad que nos agobió a todos a mediados de semana. Hoy tenemos un clima cálido pero sin ser insoportable, anoche llovió y ello hizo temperatura registrara un descenso significativo. Ahora lo que resta por hacer es cubrir la agenda de actividades para este finde, que promete ser intensa. Se le viene dando mucha rosca al comienzo del ciclo lectivo, pero para mí no tiene mucha diferencia respecto de los anteriores. Se habla del tema porque no hay otra cosa (excepto las inundaciones en Bahía Blanca). Si hay algo que trato de hacer es analizar los hechos, indagar en las causas, porque la mayoría de las cosas tienen una explicación, pasan por algún motivo, no son fruto del azar. Y con las noticias de índole nacional es lo mismo. El periodismo afronta ese desafío, que es el de profundizar lo que aparece escrito en una mera crónica, darle al lector otra mirada que satisfaga su curiosidad o su deseo de interiorizarse. Buena parte de la prensa está desprestigiada porque durante años se fue degradando con contenidos paupérrimos y pocos espacios de debate.


Todas las corrientes del pensamiento (que no sean reaccionarias o discriminatorias) merecen tener lugar en un medio. Es la única manera de ejercitar el pluralismo y el compromiso que el periodismo debe asumir con la democracia. Todos estos enunciados parecen bastante utópicos, porque las empresas lo que buscan es ganar guita con el apoyo de sus lectores. El tema es cuando se pierde la credibilidad, ya que luego es muy difícil recuperarla. El lector confía en la información que se le brinda, pero si ésta es falsa o distorsionada, su postura no vuelve a ser la misma. Algo parecido sucede con una obra literaria. Uno puede ser aficionado a un determinado autor, pero si en las sucesivas novelas o relatos ese escritor nos defrauda, el vínculo que se teje entre ambos no es incondicional. La confianza se construye en lo cotidiano, en actitudes nobles, en gestos que demuestren una fidelidad y autenticidad. A mí me parece importante que se hable sobre esto, porque también tiene que ver con las relaciones humanas. Si somos confiables ante los demás, tendremos mayores oportunidades, porque estaremos demostrando una conducta previsible.


En mi caso, lo que yo hago a nivel profesional o laboral está a la vista de todos: Cuando salgo a cubrir noticias a la calle todos me ven, cuando voy a hacer un mandado también, y ni hablar cuando grabo el programa de TV. Una vez dije que estoy en una edad de empezar a cosechar lo sembrado, y sigo pensando lo mismo. El problema es que ya no recuerdo cuántas semillas sembré, o si germinaron y dieron fruto. Todo lo que puedo hacer ahora es continuar revalidando ese vínculo, he dedicado toda mi vida al periodismo y sin duda lo seguiré haciendo. Hubo años en que tuve la posibilidad de ejercer la docencia, pero aun así nunca descuidé mi auténtica vocación. No quisiera llegar a viejo y arrepentirme de lo que no hice. Porque como dijo una vez un amigo: “Yo me arrepiento más de lo que no hice, que de lo que hice”. Lo hecho, hecho está, pero quedarse con la nostalgia de no haber emprendido un determinado camino es muy frustrante.

 

Lo que sucede es que las personas cambian, evolucionan, lo intereses cambian, ya no nos sorprende o fascina cualquier cosa. Y volviendo al periodismo, lo que “vende” no es lo mismo de hace 40 o 50 años, el público cambió, las noticias policiales ya no provocan conmoción, la economía doméstica es lo que preocupa a la sociedad. La inflación, el valor del dinero, la capacidad de ahorro, son los temas más elegidos. Por eso hay publicaciones que no supieron ver a tiempo ese cambio de paradigmas y fracasaron. Ayer fue el Día Internacional de la Mujer, que reconoce la abnegación y el compromiso que ellas tienen en la vida comunitaria, en el mundo del trabajo, en los quehaceres cotidianos. A mí me parece que la mujer hoy tiene un rol predominante en la sociedad, y que fue consiguiéndolo con luchas y reivindicaciones que se fueron dando en más de un siglo. Debemos abrazar y proteger a nuestras mujeres, integrarlas en cada actividad, para que sean protagonistas y no testigos pasivos de la historia. Vamos en camino a lograrlo. Sólo resta seguir avanzando. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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