25 de octubre de 2024

Mejor que ayer

 

Estoy en una etapa de transición hacia algo superador. Todavía me falta para sentirme al 100 %, pero creo que voy bien encaminado. Es normal frustrarse con facilidad ante los nuevos obstáculos, aunque eso tiene que ver con la personalidad de cada uno. Pero lo que rescato es que sigo andando. Hay aspectos que me gustaría modificar o corregir, pero les aseguro que no es fácil. Y en tal sentido cabe declinar toda pretensión por ser original. El hecho de no sentirse a gusto con quien uno es, nos pone en la necesidad de crear una nueva versión de nosotros mismos. Nos coloca en una posición donde debemos asumir un protagonismo al cual habíamos renunciado. Y eso nunca es gratis o con costo cero. Demanda tiempo y esfuerzo. Porque implica realizar cambios profundos a todo nivel que debemos estar preparados para adoptar.

 

Conocerse a uno mismo significa aceptar que no podemos con todo, que habrá dificultades, que nos encontraremos ante nuevos desafíos que se nos irán presentando. No podemos elegir cómo nos caerán las fichas, eso es algo que escapa a nuestro control. Los hechos se van dando según lo que determinen los factores externos. Nadie puede hacerse cargo de todo o cargar en soledad con su mochila. Claro que si es “tu” mochila, entonces cabe preguntarse por qué delegaríamos esa responsabilidad en un tercero. Pues bien: A veces hay que reconocer que no siempre podemos hacerlo solos. Debemos aceptarlo, reconciliarnos con el propio pasado, establecer prioridades, aprender a ejercer la tolerancia. De lo contrario, sería lo mismo que un mago o un bufón que siempre repite los mismos chistes. Un chiste causa gracia porque te sorprende, no lo esperás. Cuando aparece otra vez, ya pierde el efecto inicial. También podríamos afirmar que las personas que se reiteran en una conversación son aburridas. No hay nada que nos motive a hablar con alguien que está encerrado en su propio laberinto discursivo, porque ya sabemos con qué speech nos vamos a encontrar.

 

Yo creo que todos podemos obtener un rendimiento mayor a nivel personal si lo planteamos con objetividad y capacidad crítica. No hay forma de lograrlo si no nos sinceramos. Porque de lo contrario, nos estaríamos engañando ante una realidad que no auténtica. Es decir, no es la que nos toca enfrentar. Partiríamos del error, de un diagnóstico equivocado. Entonces, si ya empezamos mal, no parece que lo que resta por venir sea muy promisorio. Contamos con la oportunidad de torcer una racha adversa y de brindarnos una gratificación que vaya por encima de cualquier limitación que tengamos. Eso es lo que nos queda como asignatura pendiente, ir sobrevolando, pasando por alto la mediocridad. Entonces, si conseguimos elevarnos, estaremos alcanzando una instancia completamente diferente. Que superará a todo lo vivido, un momento que será de una dimensión distinta a lo ya conocido. Ese es el desafío a partir del instante en que nosotros deseemos darle volumen y plasmarlo en lo cotidiano. De esta manera ya dejará de ser una expresión de deseo para transformarse en algo concreto y digno de ser recordado como un quiebre, un hito, o como ustedes gusten llamarlo. 

La persistencia de la voluntad es un factor clave para alcanzar una meta ambiciosa. Si no tenemos ese fuego sagrado, esa llama interior, todo se volverá más complicado y tedioso. Al asumir nuestra responsabilidad, nos estamos haciendo cargo de lo que nos toca, tomando las riendas de nuestra vida. Es así como podemos vislumbrar el éxito y fracaso en términos relativos. El límite entre uno y otro se vuelve más difuso. Lo que nos parece un golazo, un triunfo rotundo, puede cambiar rápidamente esa condición para transformarse en un revés inesperado. Es interesante que aprendamos a ver los hechos con este prisma, porque si no fuera así, no podríamos procesar lo que nos sucede y despojarnos de los innumerables prejuicios que son parte de lo que ya todos conocemos.

 Nos estamos viendo pronto. Punto final.

21 de octubre de 2024

Es por ahí

Voy transitando este camino a mi ritmo, que no sé si será el mejor, pero es el que yo puedo alcanzar hoy por hoy. Ultimamente me he puesto a escribir borradores de varios textos, aunque sé que para lograr la versión definitiva me falta bastante. En el plano personal es lo mismo. Hoy caminé más de lo habitual porque se me había roto la bici y no me quedó otra opción que recorrer el trayecto a pie. Hice una caminata hasta el Hospital para una consulta médica, atravesando el campito de la estación. Cuando salí de allí aún me quedaban cosas por hacer, y ya estaba apretando el calor. El día estaba demasiado húmedo y pesado. Pero, como dije al comienzo, yo tengo mis tiempos, y cada uno tendrá los suyos. Lo importante es tener en claro hacia dónde ir.


Voy a retomar el gimnasio a la brevedad, ya no caben más excusas para justificar el desgano o como se llame. Si todo sale bien, pienso intercalar los días de pileta con otros para el gym, o bien dedicar una misma jornada a ambas actividades. Ayer terminé de leer “El palacio de la Luna”, una de las novelas más famosas de Paul Auster, y me sentí contento de haber llegado hasta el final del libro. Salteé algunas páginas, eso sí, pero lo pude terminar. Resistí el impulso de dejar todo por la mitad, o de hojear las últimas páginas. Así es como voy domesticando a la ansiedad. No voy a dejarme llevar por ningún impulso sin antes medir las consecuencias, eso es algo que aprendí a ejercitar. No hay que bajar la guardia: Pienso que perdemos mucho tiempo dándole rosca a cualquier asunto, haciéndonos los rulos en lugar de actuar. Nos imaginamos una y otra vez en posibles desenlaces y llegamos al final del día sin hacer nada. Nos agobian las preocupaciones, pese a que no tenemos mucha injerencia en las decisiones que puedan tomarse a otro nivel. Nada puede salir bien con la cabeza embotada y llena de problemas. Ideas o pensamientos recurrentes que no van a ninguna parte. Tonterías que sobredimensionamos. Y así podría seguir enumerando.


Creo que el bien más preciado es la tranquilidad. Y para obtenerla, hay que cambiar el chip. No es ni tan simple ni tan complejo como parece. Lo que nos lleva a flaquear en ese proceso es insistir con recetas que ya fracasaron. Es más común de lo que parece, a todos nos pasa, de no ser así no habría margen para el error. Por eso en este último tramo del año, hay que sacar fuerzas de donde haya para remontar vuelo, y despegar de una vez. Si lo conseguimos, tendremos más posibilidades de decir que 2024 no fue un completo desperdicio, y lo recordaremos sin rencor.


No todos los años son iguales, pero debemos aceptar que es lo que nos toca y no sería atinado poner resistencia a períodos turbulentos. Que pase lo que tenga que pasar. Que duela lo que tenga que doler. No es saludable anticiparse a los hechos porque, si lo hacemos, ya nos estamos cargando de ansiedad de antemano. Creamos un estado de alerta que nos pone mal y nos desgasta notablemente. Quizás todo lo que estoy escribiendo yo no lo ponga a la práctica, pero sí puedo saber lo que es bueno para mí. Como dicen ahora, “es por ahí” donde hay que ir, con o sin temores. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

19 de octubre de 2024

Dejar todo en la cancha

 

Desde hace varios días intento, sin éxito, escribir un posteo nuevo para este blog. ¿El resultado? Escaso. Bloqueo creativo. No he hecho mucho últimamente, y no fue porque no haya querido. Se dio una semana con pocas notas por cubrir. Y todo parece indicar que seguirá así. El calor empieza a apretar. Ideal para pasar unos días en la pileta o en algún rincón del patio donde dé la sombra. La verdad es que sentarme en el sillón a ver televisión no es una idea que me atraiga en absoluto, como tampoco lo es derrochar el tiempo con la pantalla del celular. Una opción que parece más atractiva es leer, porque tengo varios libros inconclusos. Si me detengo a pensar, hay varias cosas que dejé de hacer y que podría retomar si contara con la motivación necesaria.


No sé qué me deparará el destino, nunca es bueno planificar a largo plazo. Ahora lo que resta es ponerme a estudiar para rendir bien el examen final de uno de los cursos que estoy haciendo. Habrá que buscar el momento propicio para concentrarme en lo que pretendo lograr, lejos del ruido y de las distracciones. También es cierto que voy en camino a activarme plenamente, tal como supe hacerlo el año pasado. 


No tiene sentido lamentarme de aquello que no pude hacer, ahora debo pensar en lo que me queda pendiente conseguir. Sigo con la idea de cerrar el año lo mejor posible. Sigo pensando en 2025 como una nueva oportunidad. Sigo creyendo que lo mejor está por venir, pero no sé exactamente cuándo. Es cuestión de estar atentos. Con eso ya basta para ir en la dirección correcta. Necesitamos salir del estancamiento, a título personal ya me lo he planteado varias veces. Este año pasé por muchos “sube y baja” emocionales, y si hay algo que no predominó fue la estabilidad. Ante ello, intenté adecuarme a cada situación que me tocó afrontar haciéndolo lo mejor que pude, pero siempre flota la sensación de no haber hecho lo suficiente. No haberlo dejado todo en la cancha.


Como a muchos de ustedes, hay días en que no se me cae una idea, pero aun así me pongo a escribir porque sé que de ese proceso saldrá algo digno de ser leído, aunque para ello requiera de numerosas correcciones y revisiones. Hay situaciones que no me gustan y que sin embargo debo sobrellevar. Pero lo más preocupante es que estemos naturalizando una realidad que es abiertamente anormal: Eso sí merecería un análisis sociológico o de otra índole. Tenemos que reforzar la capacidad para amoldarnos a una coyuntura que se presenta adversa. Paso bastante tiempo del día reflexionando sobre eso, porque tuve que adaptarme a este nuevo escenario (dentro de mis posibilidades), y sinceramente me fastidia ver cómo desde los grandes medios buscan distraernos con boludeces. Estamos necesitando un gran recambio generacional en la dirigencia política. CFK podrá presidir el PJ, pero para mí quien mejor encarna el futuro del partido es Kicillof. Le falta rodaje quizás, pero lo veo con entusiasmo para pegar el salto. Además, todavía le quedan tres años por delante para ir sumando experiencia. Su gestión al frente de la Provincia ha sido buena, más allá de lo que se quiera entrever desde Lobos. Acá no han hecho ninguna gestión para que el Gobernador entregue obras o subsidios, nunca les importó. La discriminación por color político la ejercen ellos mismos, no Kicillof. Tiene cientos de municipios a lo largo de la provincia como para preocuparse por que no le den bola en uno o dos de ellos.


¿Pero dónde está depositada nuestra esperanza? ¿Cuál es nuestro reservorio espiritual? Cada uno tendrá el suyo, pienso yo. Nunca dejo de reflexionar sobre lo que nos toca en suerte, y si tenemos chanches de revertirlo o no. Sería fácil afirmar que éste no fue un buen año, pero todavía faltan poco más de dos meses. Mucho de ello depende de nosotros. Como digo siempre, la toma de decisiones. Tendremos que aprender a transitar este verano en ciernes con otra actitud. No será fácil, eso es casi seguro. Habrá que resistir los embates de la crisis económica y ajustar el presupuesto. Por más que los índices de inflación bajen, lo concreto es que ese descenso no se advierte en el costo de la canasta básica. Los salarios siguen siendo paupérrimos y las tarifas no tienen freno. Por ese motivo, ver cómo se cuentan las costillas en la interna del PJ es un espectáculo desagradable y totalmente extemporáneo. No es momento de confrontación, pero esta gente parece no entenderlo. Todos los candidatos tienen aspiraciones legítimas y no es necesario encolumnarse detrás de nadie. Esto cabe, incluso, para aquellos con vocación más verticalista. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

14 de octubre de 2024

Un lunes agitado

 

Lunes en la ciudad. La semana arrancó complicada. Buena parte de la mañana se me fue en hacer varios trámites que eran impostergables. Entre ellos, ir a banco. Sabido es que después de un fin de semana largo, la atención en la sucursal se convierte en un cuello de botella. Por suerte, mientras esperaba mi turno, me encontré con un amigo y nos pusimos a conversar, con lo cual la espera no resultó tan tediosa. Fui al correo a retirar una encomienda, y luego al Municipio para solicitar una tarjeta SUBE porque la que tenía la extravié y no logro recordar dónde fue a parar. Fue una jornada intensa, pero lo que no puedo dejar de mencionar es que todo salió bien. Pude resolver todo lo que a priori me causaba mucha incertidumbre. 


El domingo, fiel a mi costumbre, me venía maquinando con todo lo que tenía que hacer al día siguiente, y cuando finalmente cuando llegó el lunes conseguí resolverlo de un modo más sencillo del que yo esperaba. Hay que esperar, sí, pero eso es natural de la administración pública. Me levanté temprano, tomé unos mates, hice un paso fugaz por una cafetería a la que voy siempre, y cuando ya era hora de poner manos a la obra no tuve que demorarme tanto como había pronosticado. Llegué a mi casa muy cansado, porque no había podido dormir bien la noche anterior. Ante la falta de noticias, publiqué algo de índole zonal y me dormí una siesta después del almuerzo. Me desperté renovado, realmente me hacía falta un descanso, venía enroscándome al pedo y no tenía la menor intención en continuar así.


Como pude desbloquear la tarjeta de débito, pagué todo lo que se me había acumulado durante los últimos tres días, y me puse al día con las cuentas. Ahora tengo que tirar todo el mes con el dinero que tengo disponible, y confío en que llegaré a cumplir con todo. Lo más útil es anotar los gastos diarios porque si no lo hacés no sabés en qué se te va la plata. A veces me olvido de hacerlo, o cometo la insensatez de no establecer prioridades. Aunque hay dos de ellas que respeto a rajatabla: Los honorarios de una consulta médica y el pago del monotributo. Separo una parte del dinero para esos fines, y esa plata no se toca hasta que llegue el momento.


Tengo ganas de retomar en este blog mis columnas de análisis político. Por ahora, todo está demasiado revuelto y confuso como para arribar a una conclusión esclarecedora. Y si yo decido escribir algo al respecto, la idea es profundizar y tratar de que el lector se lleve una mirada distinta a la de los grandes medios. Si vos replicás lo mismo que ves en los portales de noticias de mayor audiencia, no tiene ningún atisbo de novedad. Todo lo que puedo decir, hablando de Lobos, es que desde hace varios años veo al pueblo estancado, sin iniciativa, sin futuro, y con una sensación de dejadez en casi todos los aspectos.

 

Las cámaras del Centro de Monitoreo no parecen brindar un aporte significativo para el esclarecimiento de delitos. No hay voluntad política por gestionar ante la provincia. La obra pública es casi inexistente. Las tasas municipales son bastante onerosas y uno no ve que lo que paga como contribuyente se vea reflejado en avances sustanciales. Además, hay mucha improvisación: Cosas que se podrían hacer mejor sin un gran desembolso de fondos y que pese a gastar más no logran el lucimiento que se merecerían. No sé cuánta gente trabaja en el Palacio Municipal, pero lo que yo veo en algunas dependencias es hay dos o tres personas para una tarea que bien podría llevar adelante una sola. No creo que todo lo que acabo de mencionar se vaya a revertir. Porque los que resulten electos en 2027, también pondrán a su gente a ocupar dichos cargos, y habrá privilegios para familiares, parientes y militantes. Hay cargos cuyos sueldos son muy altos, pero esos funcionarios, con gran hipocresía, hablan de asistir a los más necesitados “con la panza llena”, ya que ellos no tienen ningún tipo de privaciones y en definitiva demuestran sensibilidad de la boca para afuera. Nunca los vi poniéndole el cuerpo a un merendero o a un comedor comunitario, ayudar a preparar viandas, o ejercer un voluntariado. Nadie les pide que se vistan de algo que no son, pero que al menos den el ejemplo. Ellos fueron los que fiscalizaron votos para que ganara Milei. Por lo tanto sería bueno que se hagan cargo.


Pero hay que ser justos: Los que estuvieron antes también caían en esos viejos vicios de la política. Si vas a la Legislatura, por ejemplo, al tener miles de empleados seguramente habrá un montón de ñoquis y asesores que se rascan el culo todo el día, pero en un pueblo chico eso se nota mucho más. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

12 de octubre de 2024

La llave

 

Cada uno alcanza la felicidad a su modo. Son episodios fugaces que nos otorga la vida y que hay que aprender a disfrutarlos, a degustarlos como si fueran los mejores platos que nos pudieran servir. Darles valor a esos instantes únicos que difícilmente se repitan, requiere de intuición y de conciencia plena. Celebrar que estamos viviendo en un estado de satisfacción. Pero debemos saber que ese condición tan particular de nuestra mente no dura para siempre. Es efímera, y hay que estar atentos para no dejarla pasar. Yo no sé si existe la “llave” de la felicidad, creo que no. Y sería complejo definirla. Tomar unos mates, fumar un cigarrillo, escuchar música, nadar en el mar, pueden darte un momento de placer que se asemeja bastante a ser feliz. El error está en esperar que ocurra un gran acontecimiento que nos colme por completo y que quizás nunca llegue. Uno puede estar solo y sentir algo de desazón porque al no tener la experiencia de compartir lo que está haciendo con nadie, en ese caso el placer se percibe como un acto individual. Es un placer que busca hacer partícipes a otros de esa alegría. Cualquiera puede tomar un café solo, sentado en el bar que prefiera o en la cocina de su casa, pero si lo puede compartir una charla con un amigo o un familiar, mucho mejor. Por eso tiendo a enfatizar la necesidad de adaptarse. Por muchos amigos o conocidos que tengamos, no siempre estarán disponibles cuando los necesitemos. Ellos tienen su propia vida, y si aprendemos a actuar con autonomía no habrá lugar para reproches. Por supuesto, la amistad se construye en las buenas y en las malas. Si vos percibís que tus supuestos amigos sólo están para acompañarte en la joda, comprenderás que esa gente es oportunista.

 

Ahora bien, volviendo a lo que a mi modesto entender significa la felicidad, reitero que no espero acceder a ella por la puerta grande. Ni siquiera hago el intento, porque me parece que no es por ahí. Todas esas rutinas que mencioné en el párrafo anterior son simples ejemplos de hábitos que me hacen sentir bien. Pensemos lo siguiente: Uno puede reírse de un chiste verde que te cuentan en la cola del banco, pero eso es un entretenimiento, no es felicidad. Es lo mismo que nos pasa cuando vemos una comedia por televisión. Nos sentamos una hora y media frente a la pantalla, pasan los títulos finales y se acabó la diversión, si es que la hubo. Divertirse es más fácil de lograr, porque existen más recursos para alcanzar ese estado emocional. El humor no es para todos por igual: Abundan chistes de todo tipo, que a unos les causarán más gracia que a otros. La ola feminista hizo que aquellas películas de Olmedo y Porcel, rodeados de vedettes exuberantes, hoy pierdan todo interés, son un anacronismo. Es un cambio cultural que se fue dando, y hoy el humor pasa por otro lado, no sé exactamente por dónde, es posible que por el stand up. Los cordobeses no se ríen de lo mismo que los porteños, o que los misioneros. 


La torpeza causa risa, incluso si es uno el que la comete. Tener la capacidad de reírse de uno mismo nos quita la mochila de tomarnos todo el tiempo demasiado en serio. Eso no se consigue de un día para el otro, hay que ejercitarlo. Es sumamente útil porque nos permite, además, sopesar los hechos para darles su verdadera dimensión. Hay pocas cosas terribles e irremediables, ustedes podrán imaginarse cuáles son. Para todo lo demás hay que seguirla remando. Seré sincero: Hay veces en que -a priori- no se me cae una idea para escribir en este blog, pero si no me predispongo frente a la computadora, no voy a avanzar en nada. Lo mínimo que debo hacer es sentarme a escribir y darle forma a un texto, de la índole que fuere. Puede ser una nota de opinión, una crónica, un cuento. El procedimiento es el mismo, puede cambiar levemente si hay una entrevista que desgrabar o bien comenzar a redactar desde cero. Pero esas ideas que flotan por encima de nuestra cabeza tienen que expresarse en palabras. El pintor lo hará en una obra de arte, el escultor otro tanto, y así.  


Esto me lleva a pensar lo siguiente: Hay una disciplina en el ocio, aunque no lo parezca. Estar todo el día en la cama es lo más parecido a un desperdicio, al menos para mí, salvo que estés muy cansado. En cambio, emprender una caminata o cultivar una huerta implica una actitud más activa. Otra cosa: Cuando leemos un libro o un buen reportaje, nuestra mente se transporta hacia el lugar imaginario o ficticio que su autor concibió para recrear una determinada escena. Describe a los personajes, nos hace amarlos u odiarlos. Podemos pasar horas recorriendo las páginas, asumiendo una actitud que en principio no parece muy proactiva, pero la historia que ese escritor se propuso contar podrá calar hondo en nosotros. Tal vez pase que nos sintamos identificados, o bien que la narración está situada en un contexto que nos resulta familiar. Los buenos escritores no defraudan, y nos están esperando para regalarnos una dosis de felicidad. Buscarla no es tiempo perdido, y hallarla en la sencillez es un acto de virtud y sabiduría que nos va dando los años. Nos estamos viendo pronto. Punto final.   

Día de actualización

 

Hace tiempo que no escribo nada por aquí. Estuve con algunas cuestiones más urgentes por resolver que todavía no logré solucionar del todo. En ese sentido, este fin de semana largo me partió al medio. El lunes tengo que ir al banco a solicitar un blanqueo de clave porque se me bloqueó la tarjeta. En consecuencia, todo lo que tenga que comprar hasta entonces sólo puedo hacerlo con Cuenta DNI. Todavía hay clientes que no me pagaron, y ya me cansé de reclamar por lo que es mío. Veremos cómo evoluciona todo, quizás sean trámites más rápidos de lo que uno supone. Mientras tanto, aprovecho mis ratos libres para leer o dar una vuelta en bicicleta. Me molesta la idea de tener que gastar dinero por estos sucesos imponderables. Si gasto en un café, por ejemplo, es distinto, porque yo elijo hacerlo o porque quiero compartir un momento con amigos. Debo administrar mis recursos con mayor cuidado, porque el mes se hará largo, y nadie sabe qué vendrá después.


Por lo tanto, yo diría que permanecí varios días actualizar este blog porque nunca se daba el momento. Siempre surgía algo que distraía mi atención. Para mí es importante retomar el ritmo de laburo habitual: De hecho, pude cumplir con las actividades que tenía que hacer, y me siento esperanzado de ir transitando los próximos días despojado de la abulia. Activarse no es tan fácil como parece. No lo es porque el placer y el deseo no van de la mano de aquello que uno busca alcanzar. Hay veces que ni yo mismo me aguanto, me invento excusas para postergar decisiones que no revisten mayor complejidad. Pienso que debería ser más expeditivo, volcarme más a la acción. Pero hago lo mejor que puedo. Sigo adelante y eso no es poco. En un futuro retomaré el análisis político que venía realizando habitualmente. La verdad es que todo está tan convulsionado que es mejor dejar esas variables para otra ocasión. Por otra parte, ya cuando se acercan las Fiestas se vive un clima extraño, hay mucha tensión dando vueltas en el aire. Todos se apresuran a hacer compras, aun en esta época de bolsillos flacos. La canasta navideña será más austera para la mayoría, y a mí no me desvelan ni el Mantecol, ni la sidra, ni las garrapiñadas. Si uno tuviera todos esos manjares pero careciera de alguien con quién compartirlos, no tendría sentido


Anoche tuve que cubrir la presentación de un libro. Me alegré por la autora, ya que es una persona humilde y sencilla que quiere compartir su obra literaria con el público. No era alguien vanidoso, que se regodea en su propio ego y se cree el mejor escritor de todos. Hizo una inversión económica para poder publicar su primer ejemplar y –seguramente- para cumplir con una asignatura pendiente. Yo no suelo leer poesía, pero acá lo importante es que sigue habiendo una cantera de buenos autores en Lobos. Ojalá que este efecto se multiplique y que los más jóvenes también puedan acceder al sueño del primer libro. Que alguien te lea tus publicaciones y te haga un comentario es una sensación maravillosa, aunque sea con tono crítico. Y la peor de las actitudes es la indiferencia, hacer como si el otro no existiera. Es una de las razones por las cuales no podemos despegar como sociedad: Ignorar alevosamente a quienes nos rodean. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

6 de octubre de 2024

Feliz domingo

 

Domingo en la ciudad. Hoy debo hacer un par de notas, que por lo menos son interesantes y no significarán un tedio para mí. La verdad es que no siempre el interés propio coincide con el de los lectores. De vez en cuando se alinean los planetas y todo parece funcionar mejor. Mientras me cebo unos mates voy pensando en cómo administrar mis tiempos para esta jornada. En la radio están relatando una carrera de automovilismo. Como me distrae la atención y no me importa lo que puedan decir, la apago. Así que sólo estoy yo con mi silencio. Un silencio que es útil para un montón de cosas que requieren concentración. Un silencio que no es pesado, que no agobia, sino que se disfruta. Los únicos sonidos que se escuchan son el del teclado de la compu y el de la bombilla del mate.
 
Pienso que me tocó vivir en una época en que los cambios se producen más aceleradamente que hace décadas atrás. Todos, en mayor o menor medida, debemos consumir (es decir, gastar dinero) para sobrevivir. Pero no me gusta esa fascinación por lo nuevo, por el último modelo de celular, o por el chiche tecnológico más reciente. Creo que aun teniendo todo el dinero disponible para comprar lo más novedoso y atractivo, no haría uso de esa posibilidad. Hoy por hoy es imposible pensar en una sociedad "anticonsumo", pero sí podemos advertir entre quienes nos rodean a las personas que tienen otra visión del dinero: No se endeudan inútilmente, lo saben administrar, y prefieren disfrutar de un asado con vino los domingos al mediodía antes de empeñarse a cinco años para comprar un auto cero kilómetro.
 
Todo envejece rápidamente, y lo que hoy es considerado el máximo adelanto de la tecnología pasará al olvido en un par de años. A su vez, los objetos tienen una vida útil, que está determinada por el uso que les damos y por el desgaste propio de los materiales en que están fabricados. Cuando un artefacto deja de funcionar, es momento de reemplazarlo, no antes. Yo tengo el mismo celular desde hace un año y no tengo la menor intención en cambiarlo, porque es todo más de lo mismo, correr detrás de lo último, de lo nuevo, cuando a mí no me atrae en absoluto un teléfono móvil con un gran procesador o cámara de fotos con muchos píxeles. Me resulta suficiente con que me permita recibir llamadas y enviar mensajes por WhatsApp. Sin embargo, con respecto a las fotos, no vendría mal, porque lo usaría para mi trabajo. En ese caso podría cambiar de opinión, o bien conseguirme una cámara profesional. La cuestión es que se me ocurrió poner el ejemplo de los celulares porque es el caso más corriente que suelo ver, pero bien pueden pensar en otros objetos de mayor valor que constantemente aparecen en el mercado prometiendo más confort o mayores prestaciones. 

Podría seguir adelante con este posteo pero creo que ya renegué demasiado por hoy y es hora de aprovechar lo poco que queda del fin de semana. Hay que distenderse un poco, sentarse a leer un buen libro bajo la sombra de un árbol, respirar profundo y seguir este camino. Es la mejor manera de sentirse sano, sin tener que recurrir a ansiolíticos, terapias alternativas o meditación. Por supuesto, la meditación es una actividad muy saludable para reducir la ansiedad, pero podemos conectarnos con nuestro interior de distintas maneras, simplemente planteándonos honestamente cómo somos. Punto final.

Mejor que ayer

  Estoy en una etapa de transición hacia algo superador. Todavía me falta para sentirme al 100 %, pero creo que voy bien encaminado. Es norm...