21 de marzo de 2025

Noticias que parecen de la prehistoria

 

Parece que hubiera ocurrido en la prehistoria, pero ocurrió anteayer. Esto ocurre porque las noticias pierden actualidad rápidamente. Finalmente, la Cámara de Diputados dio luz verde al DNU del Gobierno que habilita a la negociación con el FMI. Fue en el marco de una sesión extensa en la cual no faltaron las chicanas, los pases de factura y los cruces entre los legisladores. Un espectáculo vergonzoso, en la misma jornada en que se organizó una nueva protesta contra el ajuste a los jubilados. La presencia de manifestantes fue variopinta y excedió a los integrantes del sector pasivo. Estuvieron referentes de La Cámpora, partidos de izquierda, pero ello no le resta legitimidad al reclamo. La concurrencia fue menor a la de la semana anterior, y hubo algunas escaramuzas entre las fuerzas de seguridad y los peticionantes promediando la noche. Afortunadamente, ninguno de ellos pasó a mayores.

 

En lo que a mí respecta, nunca bajé los brazos a pesar de las adversidades. He pasado por momentos muy gratificantes y otros no tanto, pero nunca tiré la toalla. Y menos voy a hacerlo ahora, cuando me estoy preparando para volver a capacitarme en el Centro de Formación Profesional, cuando la actividad política comienza a salir de la modorra, cuando se respira otro aire que es el de una nueva realidad que nos toca vivir. “Otro aire” es una expresión quizás demasiado presuntuosa, pero que tiene que ver con los hábitos de consumo, con las tendencias culturales, con los cambios que se van dando a un ritmo imperceptible pero sostenido. Es tal cual como lo digo: Hoy no podemos notar muchos matices o diferencias, pero dentro de dos o tres décadas se podrá analizar con mayor claridad la economía, la irrupción de la antipolítica y de los outsiders, los nuevos liderazgos. No podemos permanecer con la guardia baja en medio de ese contexto.

 

Nadie pensaba que Milei podría llegar a ser presidente, y sin embargo ahí lo tenés al tipo, acumulando millas en viajes a EE.UU. y a la elite del poder mundial. Es un fenómeno nuevo, porque si se descalabra la inflación nuevamente, ya tendrá la Espada de Damocles sobre su cabeza. Es lo único que lo sostiene, porque la negociación con los adversarios no es su fuerte. Tiene un discurso violento, vulgar y disruptivo. Carece de la estatura de un presidente que se ha consolidado en el ejercicio de la función pública. El problema es que “la casta” a la cual tanto denostaba es el sector al cual pertenece hoy. La burocracia de los pasillos de la administración pública. Las ínfulas de desregulación y privatización. Los pasos en falso que parecen, para ser francos, pasos de comedia. La pobreza que sigue creciendo entre los sectores excluidos no parece hacerle mella por ahora, y la oposición todavía no logró reaccionar como debería hacerlo ejerciendo ese rol que le fue conferido. Los radicales cometen muchos errores e imprecisiones, los del PRO se pasan a las filas del Gobierno, los kirchneristas se contentan con conservar una porción de ese electorado que les sigue siendo favorable en las urnas. ¿Cómo es posible que alguien salido del panel de un programa mediocre como Intratables hoy sea Presidente? ¿Por qué se votó esto? Una posible respuesta puede ser que haya sido como reacción ante la dirigencia tradicional que ha hecho desastres en este país desde hace casi un siglo.

 

2024 fue un año flojo en el plano personal, y en lo que va de este 2025 no registro todavía algún momento memorable. Pero lo que sí puedo afirmar es que desde el día uno, encaré este ciclo con mayor esperanza. No podemos hacer de cada instancia un gran acontecimiento, porque no sería un análisis real. Si cada día esperamos que nos pase algo extraordinario, vamos camino a la frustración. Hay que trabajar para concretar esos logros que anhelamos a mediano plazo.

 

Sin darme cuenta, cambié de tema, venía hablando de la política nacional, pero no lo hice de un modo antojadizo. Lo hice porque para mí las decisiones que vienen desde la política también ejercen una influencia en el comportamiento de la gente. No importa que tengamos un gobierno proteccionista o de corte liberal, lo más relevante es comprender que todos somos responsables de forjar un futuro. Si delegamos en nuestros representantes es porque la democracia es representativa, no por otra razón. Pero eso no nos exime de la responsabilidad de ciudadanos. Por eso, voy y vengo con la misma idea. Para que un determinado período sea de prosperidad, es necesario hacer algo. Las cosas no vienen solas. Yo acepto que 2024 no fue un gran año a nivel personal, pero eso no quita que este 2025 no pueda serlo. Las expectativas se van acomodando en función de lo que nos toca afrontar. Si estamos ante un escenario de crisis e hiperinflación, habrá que aceptar que nos encontramos ante una situación incómoda para poder despegar y progresar. Lo mismo cabe si se nos presenta una recesión, como está sucediendo ahora. De todos modos, lo más fácil sería buscar excusas en el “afuera”. Que el país no esté en su mejor momento no debe ser un limitante, lo único que es útil en esos casos, como dije antes, es adaptar las expectativas, lo cual no significa renunciar a ellas. Es posible que hoy no sea el contexto más adecuado, pero eso no significa claudicar en nuestros sueños. La mayoría de la gente sueña con un futuro mejor para sí misma y para sus familias. Nadie juega para que le vaya mal o para seguir hundiéndose en el pantano.

 

Yo diría que tenemos mucho de autoboicot en nuestro ADN, eso es cierto. Somos nosotros quienes saboteamos nuestro real potencial y le vamos bajando el precio a nuestras capacidades porque no encontramos incentivos en el exterior. Es una autolimitación que nos imponemos casi sin advertirlo. Cada uno conoce sus puntos débiles y sus fortalezas, y yo antes no le daba bola a todo lo que estoy diciendo, hasta que llegué a una determinada edad en la cual busco otros intereses. Lo que a mí me atrae como desafío no es lo mismo de hace 10 años. Cuando sos adolescente, vivís sin responsabilidades, no tenés que trabajar, tus viejos te bancan los gastos, todo parece fácil… Y de repente te encontrás con que tenés que pagar un montón de cuentas, sostener tu economía, generar ingresos, administrar la plata que ganás. La transición de la adolescencia a la adultez nunca es sencilla. Al principio cuesta mucho entender esos cambios, que van cayendo como las fichas de un dominó. Ya cuando pasás los 40, seguramente tenés un hijo a cargo o formaste una pareja, y las responsabilidades son otras. La vida misma te lleva por esos caminos, te va interpelando, haciéndote preguntas. Aparecen las dudas, los miedos… Otros miedos, no los que te aquejaban cuando tenías 18. El miedo a perder el laburo, a no llegar a fin de mes, a no poder superarte porque sentís que ya llegaste a un “techo”… Y hablando de techo, el mayor desafío pasa por tener una vivienda propia, o aunque más no sea un terreno, un tema que ya hemos abordado en este blog. Para aquel que percibe una suma promedio, se hace muy cuesta arriba alcanzar esa meta. Y destinar una porción de tu sueldo todos los meses para pagar un alquiler tampoco es una situación grata. Algunos lo verán de otra forma, yo no soy el dueño de la verdad, simplemente expreso lo que para mí debería ser una prioridad y que se vuelve tan engorroso como complejo. Además, hay que pagar impuestos, servicios, tasas municipales… Todo eso te empuja a decirle adiós a la adolescencia. Te das cuenta de que esa etapa terminó, no porque lo diga tu edad, sino porque lo que te toca vivir es distinto. Antes no era tan difícil, si hasta con el Secundario completo alcanzaba para acceder a un buen trabajo, y hoy es un requisito mínimo e imprescindible en cualquier currículum que vayas a presentar. Pero no les doy más lata. Es una próxima nota voy a hablar un poco de eso, de la educación formal, de cómo cambió y qué contenidos que hoy se enseñan, no existían hasta hace unos pocos años. Punto final.  

 

 

 

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