3 de enero de 2006

EL ECOLOGISMO URBANO


Desde hace algunos años el ecologismo ha conseguido sumar un importante grado de adhesión entre los jóvenes. Los grupos ambientalistas y los partidos verdes tienen cada vez más adeptos que se movilizan por todo el mundo luchando por preservar la capa de ozono o saboteando un desfile de modas en el que alguna señorita recorre la pasarela luciendo una ostentosa piel de visón. Sin perjuicio de la proliferación de estos activistas, cuya presencia dentro de la sociedad es a todas luces necesaria para poner freno a la depredación del medio ambiente, deberían abundar también las organizaciones de ecologistas urbanos preocupados por defender a las 'especies' más vulnerables de la ciudad, como son los peatones y ciclistas. Pero no ya como una moda, sino como un estilo de vida, una concepción diferente del entorno que nos toca vivir.
Del mismo modo en que los ecologistas antes mencionados se preocupan por preservar el hábitat natural de los animales en vía de extinción, deberían preocuparse también por defender el espacio público, la no ocupación de los sitios reservados a discapacitados y las bicisendas. La elección de caminar o montar en bicicleta depende de diversos factores, pero sean cuales fueren estos factores, estamos ante una decisión que nos expone al maltrato cotidiano de diversos automovilistas desaprensivos. Un entorno vial poco amigable para el ciclista y para el peatón puede disuadir a los ciudadanos a llevar a cabo este tipo de actividades, lo cual promueve el sedentarismo. Poco a poco los vehículos se han adueñando del espacio público, desplazando a los seres humanos y convirtiéndose en la principal amenaza urbana. Quienes son agredidos por la ocupación ilegal de las sendas peatonales y el espacio público no tienen capacidad de defenderse, pues muchas ciudades no cuentan con el suficiente número de inspectores de tránsito para atender a estas irregularidades. De ahí la importancia de los ecologistas urbanos. Un auto estacionado que obstruye una rampa para discapacitados es igual o peor de nocivo que la caza de ballenas por la que tanto luchan los jóvenes de Greenpeace. Los vehículos que se estacionan en las calles se convierten en un obstáculo para los ciudadanos más vulnerables, en especial los niños, ancianos y discapacitados. Si bien resulta de difícil implementación, diversas investigaciones han concluido que prohibir estacionar en las calles mejora la seguridad vial. El número de accidentes en los que se ven involucrados los peatones se reduce en un 25 por ciento en las calles donde se prohíbe que los vehículos estacionen. Promover el uso de sistemas alternativos de transporte como la bicicleta debe ser una de las principales tareas de los ecologistas urbanos. La bicicleta no genera los mismos costos externos que produce el vehículo particular, por lo que adoptar medidas restrictivas para estos últimos es necesario teniendo en cuenta la prioridad con la que han contado en el planeamiento y desarrollo de las vías.
Tomemos el caso de Colombia, un país dividido por la guerrilla y por la constante amenaza de los atentados y los secuestros extorsivos. Garantizar que las ciudades construyan vías exclusivas para ciclistas, como los 270 kilómetros de ciclovías que tiene Bogotá (una de las cifras más altas de América Latina), debería ser tan importante como la lucha que vienen dando distintos grupos ecológicos por prevenir que se comercialicen alimentos transgénicos. El ecologismo no debe ser ajeno al desarrollo de las grandes ciudades en las que la dictadura del automóvil ha desplazado a los peatones y ciclistas. En la mayoría de ciudades el espacio público se encuentra en vía de extinción, amenazado por los vendedores ambulantes, los vehículos y los cerramientos ilegales. Cuando un vehículo estaciona sobre un andén o una ciclovía está atentando contra el ecosistema natural de los peatones y ciclistas. El delfín rosado y el cóndor de los Andes cuentan ya con suficientes defensores en todo el planeta. Empecemos a trabajar entonces por el ecologismo urbano, lo cual implica, entre otras cosas, el respeto por el espacio público y el fortalecimiento de los sistemas alternativos de transporte como la bicicleta.

(Fuente: Diario "El Tiempo", de Bogotá. Agosto de 2003)

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  Martes por la noche en la ciudad. La verdad es que no estaba del todo convencido acerca de escribir algo hoy. Pero si voy a esperar a deja...