25 de febrero de 2010

Dudas que vienen y que van

Que el Gobierno K está en decadencia resulta un hecho bastante evidente a la luz de los hechos, pero la pregunta que me hago es si la oposición cuenta con referentes en condiciones de asumir la presidencia en 2011. El kirchnerismo, invariablemente, acusan de "destituyente" a cualquiera que se atrava a hacer una denuncia que toque de cerca a uno de sus hombres. Más allá de esta paranoia, lo cierto es que la oposición continúa dispersa y desorientada. Casi todos ven a Julio Cobos como un presidenciable, que habría pasado desapercibido para la opinión pública en general si no fuera por su ya famoso voto "no positivo" cuando se abordó en el Senado la Resolución Nº 125. No creo que esa actitud sea suficiente para juzgar la idoneidad de un candidato. Es cierto que fue un gesto valiente el de diferenciarse de la prepotencia K, y que contribuyó a pacificar (aunque más no sea por unos meses) a un país crispado, lleno de antinomias y de arengas anacrónicas acerca de "los poderosos", "la oligarquía", y "la distribución de la riqueza". Ha transcurrido un tiempo prudencial desde que Cobos adquirió notoriedad con su voto y es momento de pensar si podrá gobernar en el hipotético caso de que sea electo presidente. Lo concreto es que el país necesita un cambio, que se traduzca en una mejor calidad de vida para sus habitantes y que llegue a todos los sectores. La política de los planes sociales y de financiamiento de los grupos piqueteros ha fracasado, si es que tuvo éxito alguna vez. Hay muchas personas que ven día a día como la inflación les carcome sus magros ingresos y no por ello toman como decisión acampar en plena Avenida 9 de Julio.
Hay un manejo oscuro y sórdido de los movimientos piqueteros, que subsisten a expensas del Estado, un Estado que se dice moderno y eficiente pero que financia a grupos supuestamente excluidos en lugar de darles un empleo. Son organizaciones perfectamente aceitadas, que de un momento a otro deciden cortar una calle y lo hacen con toda determinación ante la pasividad de la Policía y de quienes deben resguardar el orden. Y no confundamos el orden con la represión, porque nadie está diciendo que los piqueteros deban ser reprimidos. En todo caso, la represión debe realizarle dentro del marco de la legalidad, y esto implica arbitrar los medios para desalojarlos de la vía pública y permitir la libre circulación. ¿Es esto mucho pedir, o definitivamente debemos resignarnos a que los "acampes" y los cortes cotidianos continúen por varios años más?

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