11 de febrero de 2010

El placer de caminar a la deriva

Ahora que por el momento no estoy yendo al gimnasio, he tomado la iniciativa de caminar por los barrios periféricos de la ciudad, y de continuar manteniéndome en forma de alguna manera. No me puedo dejar estar y convertirme en un individuo sedentario. Reconozco que muchas veces me falta voluntad, y uno siempre encuentra excusas para no hacer algún tipo de ejercicio: el calor, la lluvia, los compromisos contraídos, las tareas pendientes. Pero es increíble como podemos sentirnos mejor aunque más no sea dando una vuelta de manzana. A este respecto, me sorprendió darme cuenta cómo la Plaza Tucumán congrega diariamente a un número de vecinos que caminan por el perímetro de ese paseo público y disfrutar de la frondosa arboleda. Desde luego, el Parque sigue siendo la alternativa más elegida, pero cuando llueve es muy susceptible al anegamiento. A mí me gusta transitar la Av. Yrigoyen en toda su extensión, detener la vista en los pequeños comercios y almacenes que se encuentran a ambas manos de la calle, lidiar con los pozos y con los pastizales que hay en las casi inexistentes veredas a medida que uno se va acercando al acceso a la Ruta 205. Es mi manera de desintoxicarme un poco del cigarrillo, y de tratar de mantenerme ocupado para fumar menos. Cada uno tiene su circuito preferido, por llamarlo de algún modo, y me parece perfecto. Hay quienes prefieren tomar la calle Buenos Aires, pasar por el Instituto y seguir su marcha hasta el puente distribuidor, en fin, podría decirse que han tantos recorridos posibles como caminantes.
Trato de caminar a paso vivo, a un ritmo sostenido, aunque el cansancio hace que resulte difícil mantener ese trajín durante toda la marcha.
Me gustaría andar el bici, pero el rodado que tengo durante mucho tiempo estuvo abandonado y creo que me costaría más ponerlo en condiciones que comprar una bicicleta nueva.
Es un momento sencillo, pero gratificante, darse un baño con agua caliente cuando uno llega cansado y transpirado de caminar. Elimina las toxinas y tonifica el cuerpo, relaja los músculos y nos brinda una sensación de bienestar.
No sé por cuánto tiempo podré sostener mis largas caminatas, pero les aseguro que vale la pena el esfuerzo. Del mismo modo que vale la pena escribir en este blog y compartir con ustedes mis impresiones sobre la vida cotidiana, sobre aquello de debemos afrontar y que muchas veces escapa a nuestro alcance.

Desde siempre me he propuesto actualizar este blog regularmente. No sé si tendré la voluntad de lograrlo, pero al menos tengo el deseo de hacerlo, porque uno siempre encuentra algo interesante para decir, compartir, y contribuir al debate. No me gustaría dejar este espacio en "stand by", aunque hubo años en los que escribí bastante poco para el promedio habitual. Creo que influyen varios factores: Muchas veces falta motivación, y en otros casos a veces uno no sabe bien cómo redondear una idea y darle forma de post. Todo lo que puedo decirles es que esto se construye día a día. No esperen encontrar aquí una nueva nota todos los días, pero tengan la certeza de que voy a seguir adelante con esto, escribiendo aquí, mientras tenga fuerzas y algo importante para decir, al menos para mí.

De a poco trato de volver a escuchar música. Tengo una colección de CD's bastante completa pero estoy un poco saturado, por lo cual últimamente decidí volcarme a escuchar radio por Internet. Sin embargo, debo reconocer que cuesta hallar un buen programa periodístico que informe sobre temas de actualidad pero que tenga un estilo magazine, con un espacio para la distensión. Espero que todos podamos encontrar satisfacción un par de horas al día haciendo lo que nos gusta, lo cual implica despojarnos de las responsabilidades y las obligaciones que nos agobian, aunque más no sea por un breve lapso. Punto final. 

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