2 de septiembre de 2011

Bienvenido septiembre!

Septiembre suele ser un mes que uno comienza con especial expectativa. Es probable no suceda nada trascendente, pero el clima, los días más largos y el comienzo de la primavera hacen que uno tenga otro semblante. De hecho, iba a redactar un post ayer sobre este tema, pero no estaba demasiado inspirado y cuando se me ocurrieron algunas ideas ya estaba en la cama.

A ustedes no les cuesta mirarse al espejo a la mañana? Me refiero a que estamos solos, en el baño, el espejo y yo, y a menudo nos devuelve la imagen de un rostro cansado y somnoliento. Afeitarse suele ser una rutina que me molesta, pero es necesario para mostrar una imagen prolija. Ser desaliñado y ser desprolijo no son la misma cosa. Yo trato de no darle demasiada importancia al aspecto físico propio, pero es evidente que vivimos en una sociedad y si tenemos un trabajo debemos mostrar una imagen agradable. De eso se trata este post, de sostener una imagen, de mantener una sonrisa, de buscar alguna pequeña boludez que nos haga mejor el día. Conozco gente que dedica varias horas al cuidado de sus mascotas, y se entretiene con eso. Otros aprovechan su tiempo libre para leer, o si están atascados en una autopista buscan alguna canción en el stereo del auto. Imagínense al tipo que pasa horas varado en una fila de autos, esperando encontrarse con su familia, y está rodeados de otros automovilistas que pueden ser psicópatas, delincuentes, acosadores, y todos están encerrados, cada uno en su habitáculo, esperando que la fila de vehículos avance. Es tedioso llegar a casa cansado y encontrarse con problemas, encender la tele y ver salideras bancarias y secuestros, son cosas que nos van alienando. Cada uno busca su cable a tierra, y no está mal. Existen miles de escritores anónimos que se ponen a redactar unas líneas que nunca nadie leerá y que jamás serán publicadas. Personas que van a los suburbios a sacar fotos de casas derruidas o de lugares que les hacen acordar a su infancia. Olores, sabores, todo parece volver cuando uno recuerda aquellas interminables tardes de verano, la siesta, la pileta, los programas infantiles... sin embargo, hay que parar con eso también. La nostalgia puede emerger ante cualquier situación, pero debemos comprender que ese tiempo ya pasó. Vivir de recuerdos hace daño, pero renegar de los momentos que nos dieron felicidad es pretender borrar la caricias que nos dio la vida.

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