18 de agosto de 2013

Recuerdos de la infancia en un domingo melancólico

Hacía rato que tenía ganas de escribir algo en el blog, pero por cuestiones de laburo lo fui postergando. Por fin me doy el gusto de redactar unas líneas, en esta fecha tan especial como el Día del Niño. Hay muchos chicos en Argentina que se ven obligados a mendigar o a trabajar a una edad muy temprana, y en muchos casos hay padres inútiles e irresponsables detrás de este flagelo que mandan a sus hijos a trabajar mientras ellos derrochan el dinero o no contribuyen a la economía del hogar. Yo todavía no tengo hijos, pero siempre fui de la idea de que hay que pensar muy bien antes de traer un hijo al mundo. Una cosa es tener sobrinos o primos, y otra muy diferente es asumir la responsabilidad de la educación y crianza del pequeño. Además, las familias optan por tener cada vez menos hijos por el costo que ello trae aparejado. Desde que nacen, con los pañales, los controles pediátricos, los medicamentos, la ropa, los juguetes que todo chico quiere tener, la leche maternizada (creo que se llama así), son todos gastos que motivan una gran erogación en los primeros meses. Por lo general, las mujeres son las que sienten una natural inclinación a ser madres, es parte de su naturaleza, el cuerpo de la mujer está preparado para concebir un hijo. El hombre muchas veces lo ve desde otro punto de vista, lo cual no quiere decir que no vaya a amar a su hijo. La voracidad comercial hace que cada vez haya más productos orientados hacia los chicos, y no sólo juguetes: los chicos tienen su primer celular a una edad cada vez más temprana, y el consumismo hace que quieran una Playstation o una Tablet, en fin, ¿cómo explicarle a un chico que en esta sociedad capitalista el dinero no alcanza para todo? 

La publicidad nos invade, sobre todo por la TV, y si los grandes están buscando el último smartphone o miran con ambición el último modelo de un auto, ¿cómo pedirles a los chicos que se comporten de un modo diferente? Sólo algunos adultos se dan cuenta de la importancia de tener sólo lo esencial, de vivir con la mayor comodidad posible pero sin ser esclavos de la tecnología o de una publicidad de Mc Donald's. Yo aprendí eso hace bastante ya, por supuesto que compro cosas que me gustan dentro de mi presupuesto, pero no me importa un carajo que haya aparecido algo nuevo. Si se me rompe el celular, lo reemplazo por otro, pero sólo en ese caso, para mantenerme comunicado, no porque tenga Wi-Fi, whatsapp o todos esos chiches nuevos. Los discos que tengo son quizás mi mayor tesoro, los cuido y los escucho, pero no soy coleccionista, no los tengo en una vitrina para que la gente los vea, me gusta disfrutar de la música. Y del mismo modo podemos hacerlo extensivo a otros órdenes de la vida. La ropa no me quita el sueño, me gusta andar vestido de una forma prolija o casual según las circunstancias pero no dejo que me impongan una moda, ni voy a pagar fortunas por una marca equis. Son maneras de entender la vida que uno va aprendiendo, y lleva tiempo darnos cuenta de que lo que más debemos cuidar es nuestra salud. Todo lo demás va y viene. Punto final. 

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...