Desde hace unos meses, se vive en la Argentina una suerte de psicosis colectiva en torno al dólar. Ya cuando se empezó a establecer una ficción entre el dólar denominado "blue" y el "oficial", supe que algo no funcionaba bien. Y ayer, cuando el Gobierno anunció que levantaría parcialmente el cepo cambiario, el caos fue total: algunas grandes cadenas, como Compumundo o Garbarino, cerraron sus puertas, en lo que se podría interpretar como un virtual feriado cambiario. Este hecho existió, pero los principales diarios lo ocultaron prolijamente y se limitaron a informar que algo similar había sucedido con las concesionarias de autos para vehículos de alta gama. La omisión no es casual: tiene más posibilidades una persona de clase media de acceder a una notebook en cuotas, que de comprar un auto importado. A lo largo de nuestra historia reciente hemos vivido obsesionados por el dólar, y los resultados están a la vista. Con la mejor buena voluntad, y sin ser alarmista en absoluto, espero que no volvamos a 1989, cuando el país sufrió un golpe de los grandes grupos empresarios que se llevó puesto a un Gobierno constitucional y democrático. Podrá argumentarse que las condiciones en aquel momento eran otras, que Alfonsín y sus ministros no encontraron la manera de poner freno a aquellos días que terminaron con su renuncia anticipada. Del mismo modo, todo lo que está sucediendo me hace acordar al "riesgo país" durante el gobierno de De la Rúa. Nos desyunábamos con esos números que iban creciendo, como una perversa lotería, y a Cavallo los "Chicago Boys" ya hacía rato que le habían soltado la mano. El resultado (y las consecuencias) es por todos conocido.
Como hablábamos con un amigo, nadie llega a la Presidencia de la Nación siendo un inepto. Uno supone que se trata de una persona capacitada e idónea para el más alto cargo al que puede aspirar un ciudadano. Inclusive De la Rúa, con su mirada autista y ausente, con sus eternas siestas en la Casa Rosada, no era ningún boludo. Quizás heredó el desastre que le dejó Menem y se comprometió a mantener la Convertibilidad, que ya era inviable pero que la clase media se resistía a abandonar. Así las cosas, estamos retrocediendo 25 años. ¿Habremos aprendido algo en todo este tiempo?
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25 de enero de 2014
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