5 de junio de 2020

Rebobinando la cinta: una infancia feliz

Viernes con frío y cielo nublado. Ya son casi las 16 hs. y realicé todas las compras del día para evitar tener que salir más tarde, y las largas colas que se generan debido a que la gente quiere hacer todo a último momento. Obviamente, no me es grata esta realidad, y la extensión desmesurada de la cuarentena. Extraño el contacto personal, visitar a mis amigos, o que ellos lo hagan conmigo. Sentarme a la mesa de un bar a tomar un café, realizar actividad física que me permita reducir de a poco todos los kilos que fui acumulando. Esto último, según manifestó el Intendente en un video difundido hoy, le fue pedido a Kicillof, además de rubros comerciales que no mencionó. Sería buenísimo que podamos volver al Parque, a las plazas, a estar en contacto con la naturaleza. 

Ante lo que está pasando, procuro ser creativo, ofrecer combos de publicidad, renegociar el costo de las pautas, todo aquello que me permita sumar algo a mis ingresos. Aprendí, casi forzosamente, a administrar mejor mis finanzas. Trato de buscar precios como cualquier ama de casa, no voy a pagar por un atado de cigarrillos cinco pesos más que en el otro kiosco que está a pocas cuadras de diferencia. O por un pomo de dentífrico "super -extra -blanco", una gansada porque son todos iguales, y si tenés algunos dientes un poco manchados como yo, ninguna pasta dental te va a resolver el problema. 

Estaba "rebobinando la cinta", y pensando que tuve la suerte de disfrutar de una infancia feliz, mis padres hicieron mucho por mí, estimularon mi veta creativa, me acompañaron en todos los momentos. Tomé clases de inglés, de piano, de muchas cosas. Los '80 fueron tiempos duros, pero ellos se esforzaron para que nunca me faltaran los útiles de la escuela, o los manuales.  Que fuéramos en buenas condiciones de higiene, vestidos con el pantalón a la usanza de ese entonces, guardapolvo, portafolio, y zapatos negros impecablemente lustrados. Sufrieron muchas privaciones para garantizarnos una buena educación a mi hermano y a mí. Fue en aquellos primeros años donde aparecieron los amigos, los picados de fútbol en el Parque, y ya en la adolescencia aquel cigarrillo fumado a escondidas, que le agarrábamos a mi viejo de la guantera del auto. Las largas bicicleteadas que parecían interminables, pero éramos jóvenes y nos sentíamos eternos, pensábamos que nunca íbamos a envejecer. Fui jugador de 5° División de Athletic, disputé pocos partidos, creo que le gané por cansancio al entrenador porque no era muy hábil para esas lides.  No recuerdo exactamente la primera borrachera, pero tampoco debe ser un episodio memorable. Yo iba a los boliches porque mis amigos también lo hacían, era muy tímido para decirle algo a una chica y no podía "levantar" ni un papel del piso. Me faltaba dar ese paso, ahora ya soy muy desfachatado, por así decirlo, y voy a los bifes, no me gustan las personas que tienen demasiadas vueltas. Si te parezco interesante y querés conocerme, hay muchos medios para hacerlo, desde el famoso WhatsApp hasta otros más heterodoxos. 


Aprender a aceptar todo aquello que a los ojos de esta sociedad parece una nimiedad, nos abre la puerta para aceptar otras cosas más duras. Es decir, algo logramos, algo hicimos no estuvimos viviendo al pedo. Pero el punto medular de este post es aprender a aceptar determinadas cosas que no van a cambiar por mucho empeño que pongamos. Esto no implica resignarse, sino -por ejemplo- dejar de tomarnos tan en serio a nosotros mismos cuando algo no nos sale bien. No dramatizar, en definitiva como seres adultos los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros, y en consecuencia debemos hacernos cargo de lo que nos toque pasar. Es difícil, lo sé, porque conozco personas que sufren la soledad y el abandono de quienes decían ser sus amigos incondicionales, y que a pesar del desapego forzado tienen que salir a trabajar y a parar la olla como todos los días. No pueden darse el "lujo" de deprimirse. 

Empecé hablando de los blogs e inmediatamente ello me hizo pensar en la persona que está detrás de cada pantalla, redactando lo que le salga, ya sea textos de índole científica o bosquejos de una obra literaria. 

Para hacerla corta: La diversidad de la sociedad se pone de manifiesto en el modo de expresarse que sus integrantes tienen. En Internet cada cual se expresa a su manera, y a veces le pedimos a la Red más de lo que está en condiciones de ofrecer, cuando en definitiva quienes creamos este caos hemos sido nosotros. Punto final. 

Las preguntas obvias también merecen ser respondidas

Con el paso del tiempo, vamos cambiando. Eso no es novedad, lo novedoso es cómo interpretamos ese proceso. El destino nos lleva a enfrentarn...