30 de septiembre de 2025

Quien quiera oír que oiga

 

Ultimo día de septiembre. Transitamos el final de un mes que tuvo momentos de mucha intensidad, comenzando por las elecciones del 7/9 y siguiendo con las repercusiones del resultado de los comicios, la reacción de los mercados, la respuesta del Gobierno, y el salvataje provisorio de EE. UU. Ahora entramos en la recta final del año, y es difícil pronosticar qué nos depararán los últimos meses de 2025. A veces no somos conscientes del paso del tiempo, tal vez porque estamos acostumbrados a vivir en piloto automático. No somos capaces de valorar y disfrutar del día a día. La vorágine del ritmo de vida actual, que antes era propio de las grandes ciudades, se ha propagado a los pueblos del Interior. Todavía existe la hora de la siesta, ciertos rituales que se mantienen, pero por lo que he visto en tiempos recientes, ya no se vive con la misma tranquilidad de hace 20 o 30 años. Son tantas las cosas que han cambiado que es imposible enumerarlas en su totalidad. No puedo decir con certeza qué factores han incidido, pero lo que se ve en Lobos es que la gente circula muy apurada en sus vehículos, siempre con prisa, y no se dan cuenta de que están librando una carrera absurda, porque llegar a determinado lugar 5 minutos antes o después no hace la diferencia. Por otra parte, en Lobos la fisonomía de la ciudad se fue adaptando a los hábitos del público joven, pero aquellos que ya peinamos algunas canas no tenemos muchos lugares que nos identifiquen. Tiene que ver con el sentido de pertenencia, que no florece si hay locales comerciales de vida efímera. Si todo es tan fugaz y descartable, uno no puede sentirse partícipe de ese espacio que comparte con otros vecinos. Los clubes de barrio, por ejemplo, no suelen ser frecuentados por adolescentes. En la cantina los viejos juegan al truco o matan el tiempo con un partido de bochas. El fenómeno de los cafés de especialidad está sepultando la identidad de los viejos bares que supimos conocer, donde el café era para todos los parroquianos por igual, donde se podía pedir un vaso de vino berreta o una copita de licor sin quedar catalogado como un dinosaurio. La decoración de los locales posmodernos es siempre la misma, lo único que cambia es el nombre del negocio, pero fuera de eso es difícil encontrar rasgos que distingan a un lugar de otro. Posiblemente sea una moda, y como tal, en algún momento comenzará a languidecer, cuando deje de ser una novedad y la zona céntrica de la ciudad vuelva a reinventarse con otra propuesta comercial. Lo que es digno de destacar es la visión del dueño de un emprendimiento cuando logra detectar una necesidad, algo que el público está demandando, y destina su inversión a satisfacer ese nicho del mercado.

 

En el tiempo que resta hasta el final del año, es fundamental tener una mirada amplia para que el balance de los 12 meses arroje un resultado positivo. En mis últimos posteos, por ejemplo, mencioné que este año no ha sido muy provechoso en el plano personal. Sin embargo, estoy convencido de que tuvo buenos momentos. Es evidente que cuando me propuse analizar este ciclo, no he reparado en esas buenas rachas, y por lo tanto no les he otorgado una valoración significativa. Por lo general, el tránsito por etapas de crisis e incertidumbre hacen que la balanza se incline hacia lo negativo. Si nos tocó atravesar situaciones difíciles, no caben dudas de que dejarán  huella en nuestra memoria y en nuestro futuro accionar. Pienso que lo más importante es descubrir que hemos aprendido algo de ese recorrido aciago. Cuando todo marcha sobre ruedas no es frecuente que pensemos en haber aprendido una lección, simplemente nos dejamos llevar, porque queremos disfrutar de ese viento a favor. En cambio, si las cosas no salen bien, el único consuelo que nos queda es decir que nos sirvió para corregir el rumbo. A priori, podríamos afirmar que nada puede ser tan terrible como para opacar por completo lo sucedido en el transcurso de un año. Pero todos sabemos que lo imprevisible, lo imprevisto, es parte de la vida misma. El camino se hace al andar, no hay nada escrito con anterioridad. La mayoría de nosotros tenemos que tomar decisiones urgentes, contra reloj, en situaciones críticas. Y si no tenemos margen para evaluar posibles consecuencias, todo se vuelve más difícil. A nadie le agrada tener que decidir bajo presión, pero lo cierto es que es algo que se da en el común de los casos. Todos hemos escuchado alguna vez historias de resiliencia sorprendentes, de personas que sufrieron la pérdida de un ser querido y pese a ello supieron hacer el duelo y seguir adelante. No todos pueden recuperarse luego de haber vivenciado un golpe semejante, y es oportuno recordar que el duelo es un proceso cuya duración no es exacta, y va variando de una persona a otra.

 

Lo que podemos rescatar de esta nueva etapa que se inicia, es que estamos quemando los últimos cartuchos de 2025. Si no hemos podido sacarle el jugo al año en los meses previos, tenemos tiempo aún para intentar paliar ese déficit. Vamos a apostar todas las fichas en estos meses finales, que pueden tener sabor a revancha en el caso de que nos estemos quedado sin incentivos. Siempre es posible salir delante de la adversidad, lo que varía en cada persona es el plazo que necesitamos para lograr esa recuperación. Todavía tenemos chances de dar vuelta la historia y de cerrar este ciclo con una mirada optimista. La suerte está echada, sólo se trata de vivir. Nos estamos viendo pronto. Punto final.   

26 de septiembre de 2025

Tu tiempo es hoy (versión 2025)

 

Estamos transitando los últimos días de septiembre. El tiempo pasó muy rápido. Queda muy poco por delante, pero lo cierto es que el devenir cotidiano aún puede depararnos sorpresas. Como mencioné en alguna nota, si tengo que hacer un análisis de lo acontecido hasta ahora, podría afirmar que 2025 no ha sido mi mejor año. Me tocó atravesar por momentos complicados, y tuve que aprender a dejar pasar, a soltar, a no quedar atrapado de recuerdos. Algo positivo de este período es que ya no pienso en el pasado, y digo esto porque con frecuencia mi mente deambulaba por etapas de mi vida en las que fui feliz, sin preocupaciones ni compromisos. Comprendí que el presente quizás no sea muy auspicioso, pero es lo único que tenemos. Antes no tenía estrés, ni ansiedad, pero también es cierto que ahora tengo que asumir otras responsabilidades, hacerme cargo de lo que me toca. Este año, lo que me sucedió fue que me encontré con más tiempo libre de lo que esperaba. En principio, eso no sería problema alguno, todo lo contrario. Pero yo creo que varía según la persona. No me gusta pasar mucho tiempo al pedo, y por ese motivo prefiero mantenerme ocupado antes que permanecer ocioso. En ese sentido, sí es conveniente recapitular para ver cómo era mi vida años atrás. En 2024, por ejemplo, hice más cursos, redacté más notas, y la lista podría seguir. Creo que este blog tiene valor porque, visto a la distancia, me permite efectuar una relectura para ver cómo pensaba yo en otras épocas. Hay cuestiones que ya no me preocupan, como decía al comienzo. Pero no sería sincero si no dijera que hay tópicos que se repiten.


Mi rutina diaria no tiene muchos matices o variaciones, casi todos los días son iguales. Pese a todo, trato de cultivar la aceptación y no quejarme por pavadas. Disfruto de conectarme con la naturaleza, de caminar en el Parque, es una forma de sentirme vivo. Por lo general, cuando camino entre los árboles no pienso en nada, no miro el reloj ni el celular, me concentro en eso. Solo sé que debo hacerlo porque me hace sentir bien. Es una forma de ganarle a la decadencia del paso de los años, porque después de los 40 ya todo se vuelve cuesta arriba, vamos adoptando viejas mañas casi sin darnos cuenta. Cada mañana, si no puedo dormir, me levanto temprano. Después de desayunar enciendo la computadora, reviso los mails, busco información en los portales de noticias de la zona. Últimamente, tal vez porque es más cómodo, uso más el celular para navegar por Internet y las redes sociales. Pero me he dado cuenta de que paso mucho tiempo con el aparato, así que por las noches lo apago hasta el día siguiente. Es una manera de saber que mi cuerpo descansará mejor sin estar expuesto a una pantalla diminuta por varias horas. No tengo un estilo de vida muy saludable, pero de a poco estoy siendo más consciente de que es necesario un golpe de timón. Unos mates bien cebados siempre vienen bien, sólo se necesita un poco de yerba y agua caliente. Por lo que he podido averiguar, cada vez más gente hace meditación o adopta técnicas de relajación para bajar un cambio. A veces nos cuesta concentrarnos en un mantra o como ustedes gusten llamarlo. Debe ser porque estamos acostumbrados a ir a mil, a la inmediatez, y somos impacientes. No nos gusta esperar. Sin embargo, si vamos a hacer un trámite a alguna oficina pública o tenemos que hacer un depósito en el banco, no nos queda otra que esperar, siempre ha sido así. De hecho, en un cualquier consultorio médico hay una sala de espera, y los pacientes aguardan su turno leyendo revistas viejas o escuchando la música que el médico o la secretaria eligió para esos menesteres.

 

Lo único que sé es que de nada sirve ser nostálgico. Por supuesto, no podemos evitar el recuerdo o la añoranza de los buenos tiempos. Lo que pasa es que idealizamos hechos o sucesos que no tuvieron esa misma relevancia cuando ocurrieron. El pasado no siempre es una etapa gloriosa, nosotros lo vamos acomodando para darle una apariencia distinta a la que debería tener en términos objetivos. No sé, quizás yo esté sosteniendo esa hipótesis porque no he tenido la pérdida de un ser querido, o alguna otra situación irremediable. Probablemente, si me sucediera algo así, recordaría los días en los que contaba con la compañía y la presencia de esas personas. Pero eso no hace más que reforzar lo que vengo diciendo: Son pocos los hechos irremediables e irreversibles. El desamor, la soledad, la angustia, todo eso viene de algún lado que está vinculado a una pérdida. Y si no se hace el duelo, si esas heridas no cicatrizan, todo se vuelve más difícil, porque nos quedamos cautivos de un recuerdo. Cada uno lo va asimilando a su modo, no soy psicólogo para definirlo mejor. Todo lo que puedo decir es que no debemos dejar que la nostalgia nos arrastre por el fango. Como decía el Flaco Spinetta, tu tiempo es hoy. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

22 de septiembre de 2025

Nos vemos en la próxima crisis

 

Lunes en la ciudad. Ayer, con una jornada fría y nublada, comenzó la primavera. Es el inicio de un nuevo ciclo que ya da señales de ser complejo, por la crisis económica y la campaña electoral en ciernes rumbo a los comicios del 26 de octubre. En la radio ya se escuchan los spots de los principales partidos, que llevan al oyente a un hartazgo tal que no se puede resistir al impulso de apoderarse del dial para cambiar la sintonía. Hace tiempo que no escribía nada nuevo en el blog, la verdad es que me veo superado por los acontecimientos. Vivimos en un contexto difícil, que va empeorando progresivamente con la suba sin control del dólar que amenaza con llevarse puesto a los precios de la canasta básica. Todos coinciden en que es el peor momento de la era Milei, y lo que más sorprende es la rapidez con la que se desmoronó todo. En cuestión de meses la economía se derrumbó y la incertidumbre se apoderó de los mercados financieros. Si la escalada de la divisa no trajera consecuencias en la vida cotidiana, probablemente no sería digna de mención, pero es inevitable que eso suceda. Está claro que al Gobierno se le quemaron los papeles. No mostró capacidad de reacción tras la derrota en las elecciones bonaerenses, y desde el día después hasta ahora sólo ha sabido dar pasos en falso. La vieja receta de vender reservas para contener el precio del billete ya no da resultado. Hasta los medios más complacientes del oficialismo empiezan a mostrar sus reparos ante este descontrol que no tiene señales de resolverse desde la ortodoxia económica. Mientras esto sucede, CFK y sus laderos se regodean sin poder creer aún el imprevisto regalo que han recibido de un Gobierno que no da respuestas ante el rojo financiero. Es la misma administración que enarbolaba la consigna “Kirchnerismo nunca más”. ¿Y si vuelven? Todo es posible. Kicillof no es un kirchnerista clásico, porque tiene su propio proyecto político. Puede ser candidato en 2027, es uno de los pocos que salió fortalecido tras las elecciones del 7 de septiembre. Pero sabe que le conviene llevarse bien con Cristina y con los sectores más incondicionales para respaldar su candidatura y sentar las bases del Movimiento Derecho al Futuro.

 

Milei dilapidó el apoyo que supo cosechar de la ciudadanía de un modo increíble. En pocos meses, el declive de la gestión se hizo cada vez más pronunciado. De hecho, no sería extraño que vuelvan a caer derrotados en las elecciones de octubre. El cepo cambiario se levantó en abril, el dólar inicialmente se mantuvo estable, y en la previa de las elecciones bonaerenses comenzó a mostrar una suba sostenida que se tornó imposible de contener. El Banco Central debió intervenir en el mercado de cambios, pese a que habían jurado lo contrario. Supuestamente, la divisa debía flotar según la oferta y demanda. Lo que estamos viendo ahora no es muy distinto a lo que ocasionó la caída de gobiernos anteriores. En una economía bimonetaria, es casi de manual pensar cómo impactará este salto de la cotización en los índices de inflación y en el costo de vida. Cuando yo era más joven, estas contingencias no me preocupaban en exceso porque tenía mucho camino por recorrer y la plata rendía más. En cambio, ahora debo mantenerme y sostenerme exclusivamente con mis ingresos, que son escasos teniendo en cuenta el costo de los alimentos y de los bienes esenciales. Si vas al supermercado, comprando tres o cuatro boludeces ya te gastaste 10.000 pesos. La plata no alcanza como antes. Sin embargo, cuesta mucho esfuerzo ganársela. Desde que asumió la gestión libertaria, la sociedad supo ponderar la baja de la inflación y la estabilidad económica por encima de la intolerancia al disenso y la debilidad institucional.


Lo que estamos viendo ahora es que el Gobierno no ha podido torcer la voluntad de los legisladores. En el Congreso, diputados y senadores rechazaron los vetos del Presidente consiguiendo los votos necesarios con gran facilidad. La Libertad Avanza es una coalición que ha mostrado un gran desgaste en poco tiempo. El respaldo popular se ha visto erosionado desde que la gente comenzó a percibir que su calidad de vida se veía cada ver más deteriorada. La caída del consumo es una señal de que sólo se compra lo indispensable para el sustento cotidiano. Los escándalos de corrupción se acumulan, haciendo mella en el discurso oficial que pregonaba transparencia. Ha sido un gran daño para el Círculo Rojo del poder, ya que está socavando la principal bandera que enarbolaba el Gobierno al diferenciarse de los K. Con la filtración de estos audios, lo único que están demostrando desde la Rosada es que son más de lo mismo.  


El Gobierno se muestra desconcertado ante la crisis. Tiene que apelar a algún manotazo de ahogado. Hoy se conoció la noticia de que eliminarán las retenciones hasta el 31 de octubre, como un recurso para que el campo liquide los dólares de las exportaciones. La fuga de divisas es de una magnitud que difícilmente se pueda contener con estos parches, pero –por otra parte- no hay mucho que se pueda hacer en el corto plazo. Por lo cual, podríamos decir que esta semana será decisiva para ver si el oficialismo logra recuperar la iniciativa política y recomponerse tras el cimbronazo. En los últimos días, los canales de noticias contribuyeron a sembrar la paranoia: No se habla de otra cosa. Hay sectores de la oposición que están agazapados, al acecho, esperando un nuevo paso en falso para atacar y conspirar como si fueran aves de rapiña. No podemos darnos el lujo de tener un deja vu de 2001. Es necesario que haya un consenso para garantizar la gobernabilidad hasta 2027. De Milei podrán decirse muchas cosas, pero no deja de ser el Presidente, elegido por la mayoría de la población. El peronismo deberá ser prudente con su sed de revancha, y propiciar que haya un acuerdo con todos los actores sociales, porque la situación es delicada y estamos en la previa de un nuevo proceso electoral que puede marcar una ruptura. Cualquiera puede ser crítico de este gobierno, como he sido yo desde mi modesto lugar, pero al común de la gente nunca se le ocurriría hacer lobby para que Milei finalice su mandato antes de tiempo. Tenemos que demostrar, hoy más que nunca, que hemos aprendido la lección, y que no se puede alentar un nuevo vacío de poder para favorecer el liderazgo de los supuestos iluminados. Sólo resta esperar el devenir de los acontecimientos, todavía estamos a tiempo de evitar que se agudice el descontrol, porque lo que se debe priorizar, ante todo, es que el arco político brinde señales de querer garantizar un mandato constitucional más allá de las diferencias ideológicas, lo cual parece una utopía para un país que está sumido en una creciente fragmentación. Nos estamos viendo pronto. Punto final.  

15 de septiembre de 2025

Crónica del día después

 

Dejamos atrás las elecciones e iniciamos una nueva etapa. Un período en el cual regresamos a la normalidad pueblerina, sin muchas estridencias. Es momento de ofrecer a los lectores otro tipo de contenidos que no tengan que ver con el proceso electoral, aunque se votará nuevamente en octubre, esta vez con la tan mentada boleta única. Lo que pasa es que, luego de los comicios, las noticias no abundan. Es poco lo que puede considerarse digno de ser publicado. Lo que uno trata de priorizar, antes de redactar una nota y de ponerla a consideración del público, es que sea de interés. Para ello, hay que tener olfato periodístico: A veces, uno cree que una noticia tendrá impacto y por más que tenga años de oficio, es posible que eso no ocurra. Sin embargo, no me quejo, es lo que elegí hacer. Como mencionaba en un texto anterior, es importante aceptar los gajes del oficio y no quejarse por todo. Cada uno tiene sus propios problemas, y si reconocemos que los demás están atravesando por dificultades, nos daríamos cuenta de que no es saludable abrumar al resto con nuestras preocupaciones. Claro está que en determinados momentos uno necesita un consejo, una guía, una orientación. Pero para obtener una devolución adecuada en esos casos, no hay que volverse demasiado demandante.


Al comienzo de este posteo, mencioné el escenario que se presenta hoy para quienes ejercemos el periodismo en Lobos. Pero quizás la gente tenga otra percepción que yo desconozco. Hay muchos vecinos que que arrastran padecimientos y conflictos, y que sin embargo todos los días apuestan por seguir adelante. Me parece que debemos darle valor a quienes cuentan con la fuerza de voluntad suficiente para continuar confiando en el futuro. No existen las soluciones mágicas. Los que tenemos la suerte de tener nuestras necesidades básicas cubiertas creemos que siempre será así, y no advertimos que, en un país en crisis, puede darse vuelta la tortilla en cualquier momento. Cuando alguien camina por el centro de la ciudad, debería saber que es en la periferia donde se advierten las mayores desigualdades. Siempre he pensado que la lucha por la superación personal es muy valiosa, porque implica superar tus propias marcas, entender que es posible mejorar a pesar de un contexto adverso. Somos un poco soberbios al creer que la vida siempre nos recompensará, cuando hay gente que se traga su bronca y su malestar para seguir peleándola todos los días.


Si cualquiera de nosotros lo perdiera todo en una inundación o en un incendio, seguramente aprenderíamos a valorar muchas cosas con las que estamos acostumbrados a contar: Un techo, un plato de comida, un lugar confortable donde dormir. Por supuesto, en lo cotidiano no es frecuente que pensemos en esto. No nos entra en la cabeza que, por un siniestro, podemos quedarnos sin nada en cuestión de minutos. Seguimos mirando de costado, creyendo que a nosotros nunca nos va a tocar una mala racha, que la diosa fortuna siempre nos sonreirá. Pero es en las situaciones límite donde se pone a prueba el temple, la capacidad de salir adelante, de buscar alternativas para alcanzar el bienestar. Vamos ensimismados en nuestras preocupaciones y eso nos impide ver lo que les toca afrontar a los demás. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad muy individualista, cada cual busca salvarse a cualquier costo, aunque para lograrlo haya que pisotear al resto. Es cierto que Lobos es solidario, pero también hay mucha envidia y mezquindad. La gente es chusma, la gusta vivir de la vida ajena, enseguida empiezan a juzgar sin siquiera saber el trasfondo de los hechos. Tal vez en otros pueblos chicos suceda lo mismo, pero yo sólo puedo hablar de Lobos porque vivo acá desde siempre y puedo afirmar que eso no ha cambiado. No obstante, hay que adaptarse a lo que nos toca. Pensemos, por ejemplo, en el cierre de la sucursal de Super Vea. En lugar de solidarizarse con las 20 familias lobenses que quedaron en la calle, están quienes cuestionan en las redes sociales si el supermercado era caro o barato para hacer las compras, cuando nadie los obligaba a ir a tal o cual lugar. Hay comercios a los que yo no voy porque exceden mi presupuesto, pero no por eso voy a anhelar que cierren. Ellos tendrán su clientela, que seguramente cuenta con mayor poder adquisitivo, y está perfecto que así sea. Por otra parte, no es verdad que Vea sea tan caro como mencionan algunos. Tenía mercadería en oferta, y el sector de Carnicería estaba bien provisto. Yo era cliente frecuente, así que de ahora en más deberé ir a un súper chino. Cosas que pasan. Ojalá que los empleados puedan acceder a otras fuentes de trabajo, lo cual no es fácil de imaginar si tenemos en cuenta la coyuntura económica que nos toca atravesar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

6 de septiembre de 2025

La satisfacción del deber cumplido

 

Bueno, ya finalizó de la campaña, hace unos días hice la última nota antes de la veda y ahora sólo resta esperar. La verdad es que esta etapa proselitista me exigió más de lo que pensaba, pero por suerte pude cobrar por mis servicios y hacer una diferencia en épocas de vacas flacas. Estoy satisfecho de saber que hice todo lo que estuvo a mi alcance para brindar a los lectores una cobertura completa. Después del domingo, el foco de la atención pasará por otro lado. Habrá que buscar noticias que no tengan que ver con la política, que ya comienza a generar un hartazgo en la sociedad. Todo este tiempo no he dicho nada sobre el escándalo de corrupción que salpica a Milei, voy siguiendo el rumbo de los acontecimientos por los medios. Sinceramente, estoy un poco cansado de todo y lo único que quisiera es que la situación económica mejore. Ya terminé con las cobranzas, y en lo sucesivo lo único que me queda es ir tirando el resto del mes con la guita que junté. Por suerte ya llegaron los días cálidos y el frío emprende la retirada, aunque todavía hay algunos momentos del día en los que es necesario abrigarse. Tengo ganas de incursionar en nuevos desafíos, seguramente la semana próxima, con más tranquilidad, me voy a dedicar a hacer más actividad física. Siempre es mejor mantenerse ocupado haciendo algo útil que estar al pedo, al menos en mi caso. No me llevo bien con el ocio, los días que tengo mucho tiempo libre me termino aburriendo, salvo que aproveche unas horas para descansar. En fin, todavía tengo por delante la jornada del domingo. Cuando cierre el escrutinio, seguramente haré una recorrida por los distintos locales partidarios para ver cuál es la reacción de los militantes ante la voluntad popular. Y ya con eso daré por concluida mi tarea.


Hay que mantener la calma, no dejarse ganar por la ansiedad. Tenemos unos cuantos meses por recorrer aún, no es momento de bajar la guardia. Uno puede imaginar que habrá novedades post-electorales, de hecho yo ya tengo un pronóstico de quién va a ganar, pero no es bueno apresurarse. Lo más conveniente es esperar los resultados. Pienso que para los candidatos ha sido una campaña muy larga y desgastante, en medio de la indiferencia de buena parte de la población. Sea como fuere, la vida continúa su curso y el lunes será un día como cualquier otro, porque no hay cargos ejecutivos en juego. Son elecciones de medio término y eso le quita un poco de atractivo a los comicios. Yo nunca dejé de ir a votar, incluso cuando no tenía el menor interés. Entre tantas boletas en pugna, tiene que haber una opción razonable para sufragar. De más está decir que se gasta mucha plata para un acto electoral: Hay que pagarles a las autoridades de mesa, movilizar a las fuerzas de seguridad, los partidos tienen que imprimir las boletas. Esta vez habrá clases al día siguiente, por lo que el mismo domingo tendrá que haber personal limpiando las aulas que funcionan como cuarto oscuro. Como mencioné antes, tengo la tranquilidad de afirmar que he transitado todo este proceso procurando informar de la mejor manera posible. La verdad es que no me puedo quejar, me gusta mi trabajo, es lo que elegí hacer y he dedicado mi vida a esto. A partir del lunes comienza una nueva etapa. Ya transcurridas las elecciones, habrá que buscar material de otra índole para dar a conocer a los lectores. Y uno, como siempre, tiene que estar preparado para asumir nuevos responsabilidades y afrontar lo que venga. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

Sólo una vuelta más...

  Primeros días de diciembre. Se nota que hay más movimiento en la calle, más afluencia de clientes en los comercios, y seguramente es un fa...