30 de septiembre de 2025

Quien quiera oír que oiga

 

Ultimo día de septiembre. Transitamos el final de un mes que tuvo momentos de mucha intensidad, comenzando por las elecciones del 7/9 y siguiendo con las repercusiones del resultado de los comicios, la reacción de los mercados, la respuesta del Gobierno, y el salvataje provisorio de EE. UU. Ahora entramos en la recta final del año, y es difícil pronosticar qué nos depararán los últimos meses de 2025. A veces no somos conscientes del paso del tiempo, tal vez porque estamos acostumbrados a vivir en piloto automático. No somos capaces de valorar y disfrutar del día a día. La vorágine del ritmo de vida actual, que antes era propio de las grandes ciudades, se ha propagado a los pueblos del Interior. Todavía existe la hora de la siesta, ciertos rituales que se mantienen, pero por lo que he visto en tiempos recientes, ya no se vive con la misma tranquilidad de hace 20 o 30 años. Son tantas las cosas que han cambiado que es imposible enumerarlas en su totalidad. No puedo decir con certeza qué factores han incidido, pero lo que se ve en Lobos es que la gente circula muy apurada en sus vehículos, siempre con prisa, y no se dan cuenta de que están librando una carrera absurda, porque llegar a determinado lugar 5 minutos antes o después no hace la diferencia. Por otra parte, en Lobos la fisonomía de la ciudad se fue adaptando a los hábitos del público joven, pero aquellos que ya peinamos algunas canas no tenemos muchos lugares que nos identifiquen. Tiene que ver con el sentido de pertenencia, que no florece si hay locales comerciales de vida efímera. Si todo es tan fugaz y descartable, uno no puede sentirse partícipe de ese espacio que comparte con otros vecinos. Los clubes de barrio, por ejemplo, no suelen ser frecuentados por adolescentes. En la cantina los viejos juegan al truco o matan el tiempo con un partido de bochas. El fenómeno de los cafés de especialidad está sepultando la identidad de los viejos bares que supimos conocer, donde el café era para todos los parroquianos por igual, donde se podía pedir un vaso de vino berreta o una copita de licor sin quedar catalogado como un dinosaurio. La decoración de los locales posmodernos es siempre la misma, lo único que cambia es el nombre del negocio, pero fuera de eso es difícil encontrar rasgos que distingan a un lugar de otro. Posiblemente sea una moda, y como tal, en algún momento comenzará a languidecer, cuando deje de ser una novedad y la zona céntrica de la ciudad vuelva a reinventarse con otra propuesta comercial. Lo que es digno de destacar es la visión del dueño de un emprendimiento cuando logra detectar una necesidad, algo que el público está demandando, y destina su inversión a satisfacer ese nicho del mercado.

 

En el tiempo que resta hasta el final del año, es fundamental tener una mirada amplia para que el balance de los 12 meses arroje un resultado positivo. En mis últimos posteos, por ejemplo, mencioné que este año no ha sido muy provechoso en el plano personal. Sin embargo, estoy convencido de que tuvo buenos momentos. Es evidente que cuando me propuse analizar este ciclo, no he reparado en esas buenas rachas, y por lo tanto no les he otorgado una valoración significativa. Por lo general, el tránsito por etapas de crisis e incertidumbre hacen que la balanza se incline hacia lo negativo. Si nos tocó atravesar situaciones difíciles, no caben dudas de que dejarán  huella en nuestra memoria y en nuestro futuro accionar. Pienso que lo más importante es descubrir que hemos aprendido algo de ese recorrido aciago. Cuando todo marcha sobre ruedas no es frecuente que pensemos en haber aprendido una lección, simplemente nos dejamos llevar, porque queremos disfrutar de ese viento a favor. En cambio, si las cosas no salen bien, el único consuelo que nos queda es decir que nos sirvió para corregir el rumbo. A priori, podríamos afirmar que nada puede ser tan terrible como para opacar por completo lo sucedido en el transcurso de un año. Pero todos sabemos que lo imprevisible, lo imprevisto, es parte de la vida misma. El camino se hace al andar, no hay nada escrito con anterioridad. La mayoría de nosotros tenemos que tomar decisiones urgentes, contra reloj, en situaciones críticas. Y si no tenemos margen para evaluar posibles consecuencias, todo se vuelve más difícil. A nadie le agrada tener que decidir bajo presión, pero lo cierto es que es algo que se da en el común de los casos. Todos hemos escuchado alguna vez historias de resiliencia sorprendentes, de personas que sufrieron la pérdida de un ser querido y pese a ello supieron hacer el duelo y seguir adelante. No todos pueden recuperarse luego de haber vivenciado un golpe semejante, y es oportuno recordar que el duelo es un proceso cuya duración no es exacta, y va variando de una persona a otra.

 

Lo que podemos rescatar de esta nueva etapa que se inicia, es que estamos quemando los últimos cartuchos de 2025. Si no hemos podido sacarle el jugo al año en los meses previos, tenemos tiempo aún para intentar paliar ese déficit. Vamos a apostar todas las fichas en estos meses finales, que pueden tener sabor a revancha en el caso de que nos estemos quedado sin incentivos. Siempre es posible salir delante de la adversidad, lo que varía en cada persona es el plazo que necesitamos para lograr esa recuperación. Todavía tenemos chances de dar vuelta la historia y de cerrar este ciclo con una mirada optimista. La suerte está echada, sólo se trata de vivir. Nos estamos viendo pronto. Punto final.   

No hay comentarios.:

Sólo una vuelta más...

  Primeros días de diciembre. Se nota que hay más movimiento en la calle, más afluencia de clientes en los comercios, y seguramente es un fa...