15 de septiembre de 2025

Crónica del día después

 

Dejamos atrás las elecciones e iniciamos una nueva etapa. Un período en el cual regresamos a la normalidad pueblerina, sin muchas estridencias. Es momento de ofrecer a los lectores otro tipo de contenidos que no tengan que ver con el proceso electoral, aunque se votará nuevamente en octubre, esta vez con la tan mentada boleta única. Lo que pasa es que, luego de los comicios, las noticias no abundan. Es poco lo que puede considerarse digno de ser publicado. Lo que uno trata de priorizar, antes de redactar una nota y de ponerla a consideración del público, es que sea de interés. Para ello, hay que tener olfato periodístico: A veces, uno cree que una noticia tendrá impacto y por más que tenga años de oficio, es posible que eso no ocurra. Sin embargo, no me quejo, es lo que elegí hacer. Como mencionaba en un texto anterior, es importante aceptar los gajes del oficio y no quejarse por todo. Cada uno tiene sus propios problemas, y si reconocemos que los demás están atravesando por dificultades, nos daríamos cuenta de que no es saludable abrumar al resto con nuestras preocupaciones. Claro está que en determinados momentos uno necesita un consejo, una guía, una orientación. Pero para obtener una devolución adecuada en esos casos, no hay que volverse demasiado demandante.


Al comienzo de este posteo, mencioné el escenario que se presenta hoy para quienes ejercemos el periodismo en Lobos. Pero quizás la gente tenga otra percepción que yo desconozco. Hay muchos vecinos que que arrastran padecimientos y conflictos, y que sin embargo todos los días apuestan por seguir adelante. Me parece que debemos darle valor a quienes cuentan con la fuerza de voluntad suficiente para continuar confiando en el futuro. No existen las soluciones mágicas. Los que tenemos la suerte de tener nuestras necesidades básicas cubiertas creemos que siempre será así, y no advertimos que, en un país en crisis, puede darse vuelta la tortilla en cualquier momento. Cuando alguien camina por el centro de la ciudad, debería saber que es en la periferia donde se advierten las mayores desigualdades. Siempre he pensado que la lucha por la superación personal es muy valiosa, porque implica superar tus propias marcas, entender que es posible mejorar a pesar de un contexto adverso. Somos un poco soberbios al creer que la vida siempre nos recompensará, cuando hay gente que se traga su bronca y su malestar para seguir peleándola todos los días.


Si cualquiera de nosotros lo perdiera todo en una inundación o en un incendio, seguramente aprenderíamos a valorar muchas cosas con las que estamos acostumbrados a contar: Un techo, un plato de comida, un lugar confortable donde dormir. Por supuesto, en lo cotidiano no es frecuente que pensemos en esto. No nos entra en la cabeza que, por un siniestro, podemos quedarnos sin nada en cuestión de minutos. Seguimos mirando de costado, creyendo que a nosotros nunca nos va a tocar una mala racha, que la diosa fortuna siempre nos sonreirá. Pero es en las situaciones límite donde se pone a prueba el temple, la capacidad de salir adelante, de buscar alternativas para alcanzar el bienestar. Vamos ensimismados en nuestras preocupaciones y eso nos impide ver lo que les toca afrontar a los demás. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad muy individualista, cada cual busca salvarse a cualquier costo, aunque para lograrlo haya que pisotear al resto. Es cierto que Lobos es solidario, pero también hay mucha envidia y mezquindad. La gente es chusma, la gusta vivir de la vida ajena, enseguida empiezan a juzgar sin siquiera saber el trasfondo de los hechos. Tal vez en otros pueblos chicos suceda lo mismo, pero yo sólo puedo hablar de Lobos porque vivo acá desde siempre y puedo afirmar que eso no ha cambiado. No obstante, hay que adaptarse a lo que nos toca. Pensemos, por ejemplo, en el cierre de la sucursal de Super Vea. En lugar de solidarizarse con las 20 familias lobenses que quedaron en la calle, están quienes cuestionan en las redes sociales si el supermercado era caro o barato para hacer las compras, cuando nadie los obligaba a ir a tal o cual lugar. Hay comercios a los que yo no voy porque exceden mi presupuesto, pero no por eso voy a anhelar que cierren. Ellos tendrán su clientela, que seguramente cuenta con mayor poder adquisitivo, y está perfecto que así sea. Por otra parte, no es verdad que Vea sea tan caro como mencionan algunos. Tenía mercadería en oferta, y el sector de Carnicería estaba bien provisto. Yo era cliente frecuente, así que de ahora en más deberé ir a un súper chino. Cosas que pasan. Ojalá que los empleados puedan acceder a otras fuentes de trabajo, lo cual no es fácil de imaginar si tenemos en cuenta la coyuntura económica que nos toca atravesar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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