Dejamos atrás las
elecciones e iniciamos una nueva etapa. Un período en el cual regresamos a la
normalidad pueblerina, sin muchas estridencias. Es momento de ofrecer a los
lectores otro tipo de contenidos que no tengan que ver con el proceso
electoral, aunque se votará nuevamente en octubre, esta vez con la tan mentada
boleta única. Lo que pasa es que, luego de los comicios, las noticias no
abundan. Es poco lo que puede considerarse digno de ser publicado. Lo que uno
trata de priorizar, antes de redactar una nota y de ponerla a consideración del
público, es que sea de interés. Para ello, hay que tener olfato periodístico: A
veces, uno cree que una noticia tendrá impacto y por más que tenga años de
oficio, es posible que eso no ocurra. Sin embargo, no me quejo, es lo que elegí
hacer. Como mencionaba en un texto anterior, es importante aceptar los gajes
del oficio y no quejarse por todo. Cada uno tiene sus propios problemas, y si
reconocemos que los demás están atravesando por dificultades, nos daríamos cuenta
de que no es saludable abrumar al resto con nuestras preocupaciones. Claro está
que en determinados momentos uno necesita un consejo, una guía, una
orientación. Pero para obtener una devolución adecuada en esos casos, no hay
que volverse demasiado demandante.
Al comienzo de
este posteo, mencioné el escenario que se presenta hoy para quienes ejercemos
el periodismo en Lobos. Pero quizás la gente tenga otra percepción que yo
desconozco. Hay muchos vecinos que que arrastran padecimientos y conflictos, y
que sin embargo todos los días apuestan por seguir adelante. Me parece que
debemos darle valor a quienes cuentan con la fuerza de voluntad suficiente para
continuar confiando en el futuro. No existen las soluciones mágicas. Los que
tenemos la suerte de tener nuestras necesidades básicas cubiertas creemos que
siempre será así, y no advertimos que, en un país en crisis, puede darse vuelta
la tortilla en cualquier momento. Cuando alguien camina por el centro de la
ciudad, debería saber que es en la periferia donde se advierten las mayores
desigualdades. Siempre he pensado que la lucha por la superación personal es
muy valiosa, porque implica superar tus propias marcas, entender que es posible
mejorar a pesar de un contexto adverso. Somos un poco soberbios al creer que la
vida siempre nos recompensará, cuando hay gente que se traga su bronca y su
malestar para seguir peleándola todos los días.
Si cualquiera de
nosotros lo perdiera todo en una inundación o en un incendio, seguramente
aprenderíamos a valorar muchas cosas con las que estamos acostumbrados a
contar: Un techo, un plato de comida, un lugar confortable donde dormir. Por
supuesto, en lo cotidiano no es frecuente que pensemos en esto. No nos entra en
la cabeza que, por un siniestro, podemos quedarnos sin nada en cuestión de
minutos. Seguimos mirando de costado, creyendo que a nosotros nunca nos va a
tocar una mala racha, que la diosa fortuna siempre nos sonreirá. Pero es en las
situaciones límite donde se pone a prueba el temple, la capacidad de salir
adelante, de buscar alternativas para alcanzar el bienestar. Vamos ensimismados
en nuestras preocupaciones y eso nos impide ver lo que les toca afrontar a los
demás. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad muy individualista, cada cual
busca salvarse a cualquier costo, aunque para lograrlo haya que pisotear al
resto. Es cierto que Lobos es solidario, pero también hay mucha envidia y
mezquindad. La gente es chusma, la gusta vivir de la vida ajena, enseguida
empiezan a juzgar sin siquiera saber el trasfondo de los hechos. Tal vez en
otros pueblos chicos suceda lo mismo, pero yo sólo puedo hablar de Lobos porque
vivo acá desde siempre y puedo afirmar que eso no ha cambiado. No obstante, hay
que adaptarse a lo que nos toca. Pensemos, por ejemplo, en
el cierre de la sucursal de Super Vea. En lugar de solidarizarse con las 20
familias lobenses que quedaron en la calle, están quienes cuestionan en las redes sociales si el
supermercado era caro o barato para hacer las compras, cuando nadie los
obligaba a ir a tal o cual lugar. Hay comercios a los que yo no voy porque
exceden mi presupuesto, pero no por eso voy a anhelar que cierren. Ellos
tendrán su clientela, que seguramente cuenta con mayor poder adquisitivo, y
está perfecto que así sea. Por otra parte, no es verdad que Vea sea tan caro
como mencionan algunos. Tenía mercadería en oferta, y el sector de Carnicería
estaba bien provisto. Yo era cliente frecuente, así que de ahora en más deberé
ir a un súper chino. Cosas que pasan. Ojalá que los empleados puedan acceder a
otras fuentes de trabajo, lo cual no es fácil de imaginar si tenemos en cuenta
la coyuntura económica que nos toca atravesar. Nos estamos viendo pronto. Punto
final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario