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5 de abril de 2009
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Hola, gente, aquí les ofrezco el primer post de abril. Marzo resultó un mes pésimo para mí, por varios motivos que prefiero mantener en reserva, y quizás por eso la llegada de abril me provoca cierta expectativa. Debo reconocer que me conmovió la muerte de Raúl Alfonsín, a pesar de que no estoy afiliado a ningún partido político. Y al mismo tiempo me indignó que los mismos que los denostaron, difamaron e hicieron la vida imposible mientras era Presidente, luego lo elogiaran como el más grande demócrata de todos los tiempos. Las palabras de Kirchner destilaban un odio y un resentimiento mal disimulado, y hubiera sido mejor que ni siquiera apareciera por el Congreso a dar "el último adiós". El sabe que cuando le llegue la hora, no habrá 70.000 personas esperando hasta 6 horas para despedir sus restos mortales. La historia, con su juicio inapelable, pone las cosas en su lugar. Quizás no se trata de que el gobierno de Alfonsín haya resultado bueno, sino que -en realidad- los que lo sucedieron en el poder fueron protagonistas de toda clase de escándalos de corrupción y ninguno de ellos está preso. La austeridad, el perfil bajo, el silencio oportuno, la búsqueda del consenso, son las mejores lecciones que les ha dejado Alfonsín a las futuras generaciones. Durante estos días he hablado con gente que la pasó realmente mal durante la gestión alfonsinista, por la hiperinflación, la especulación financiera, la economía desquiciada, y la probreza creciente. También hubo personas que exponían motivos totalmente ajenos a una gestión de gobierno, como la crisis energética producto de la sequía de 1988/89. En muchos casos, y por los hechos que me vienen a la mente se hicieron las cosas lo mejor que se pudo. El sentido común nos lleva a suponer que los Ministros de Economía de Alfonsín no eran ignorantes, ni desconocían la crisis. Simplemente no la supieron manejar, o pecaron de ingenuos, o lo que sea. Por eso, debemos ser cautos en las apreciaciones y en los juicios de valor. Alfonsín fue un estadista y un político brillante, acaso el más importante de la segunda mitad del siglo XX, pero no es un prócer.
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