4 de diciembre de 2010

Sábado por la tarde

Hola amigos, como están? Me encuentro redactando el primer post de diciembre más tarde de lo previsto. Esta vez, debo reconocerlo, faltaron ganas de sentarse a escribir algo que valga la pena ser leído, sobre todo porque paso muchas horas al día con un teclado y eso me agotó bastante. Pero aquí estoy de vuelta.

Hace un rato estaba escuchando a Los Ramones, que como todos saben es un grupo que puso la piedra fundacional del movimiento punk, entendido éste no sólo como un género musical sino como un modo de vivir a mediados de los '70, en un mundo que encontró a las nuevas generaciones con una voluntad de canalizar la violencia con la música como medio de expresión.

El punk como tal nunca me gustó, pero es casi imposible no escuchar con cariño y ser condescendiente aunque sea con un tema de los Ramones. Son integrantes eran tan limitados y primitivos, ya sea musicalmente como en lo compositivo, que entretienen. Además, como la mayoría de las canciones apenas supera los 2 minutos, no se pierde demasiado tiempo escuchándolos y dándoles una oportunidad en nuestro universo mental.


Tema dos: El jueves no me podía dormir, y cuando quise acordar ya era la madrugada del viernes. De manera que como a las 4:30 AM me harté de dar vueltas en la cama, aunque creo que también me sentía harto de mí mismo. La cuestión es que me vestí y salí a caminar. Hacía frío y por un momento me sentí el único habitante de la ciudad. Obviamente, ningún bar o confitería estaba abierto un jueves/viernes a esa hora. Demabulé por las calles vacías, mientras observaba a los barrenderos hacer su trabajo a la hora que normalmente yo estoy durmiendo. La ciudad era otra. El primer tren de la mañana que salía para Merlo estaba por partir, y tuve el impulso de subirme y que me dejara en la primera estación que quisiera. Pero recordé el viernes tenía algunas boludeces para hacer y no podía hacer algo que en realidad no tenía demasiado sentido. Además, andaba con poca guita en el bolsillo y no valía la pena.

Al final, y como último recurso, terminé tomándome un "cortado" en Full YPF, una especie de bar que tiene la estación de servicio y que está abierto las 24 horas. El café no me gustó demasiado, pero me puse a leer los diarios y de a poco fue amaneciendo. Y casi sin proponérmelo, fue una manera distinta de comenzar el día. Me levanté tan temprano que me rindió mucho más, y pude hacer trámites y mandados que tenía pendientes y que de otro modo hubiera postergado.

En fin, tengo más para contarles, pero prefiero dejar algo para el próximo post, que seguramente no tardará en llegar. Nos vemos!!!

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