Viernes nublado de otro fin de semana largo, y bueno... como pasa siempre, uno trata de aprovecharlo, pero yo a estos días los miro con desconfianza. La experiencia me dice que luego se pagan las consecuencias del ocio cuando hay que recuperar los días de trabajo perdidos. Me compré un libro de ensayos de María Elena Walsh, que promete ser muy bueno. Al menos para quienes la conocían solamente como una escritora destinada al público infantil. Los textos que alcancé a leer realmente muestran una madurez y un sentido crítico admirables, poco frecuente en la sociedad argentina, donde todo es violencia, golpes bajos y crispación. Con altura, sin creerse la dueña de la verdad pero exponiendo claramente su posición, M. E. Walsh derribó mitos, alentó a los escritores jóvenes, desnudó la censura de la dictadura y trazó su propia visión, por lo cual pagó un alto costo. No todos compartían sus ideas, y fue víctima de la calumnia y de la mentira, pero siguió adelante. Es una de esas personas que todos empezaron a valorar en su justa dimensión cuando ya había muerto. Desde luego, en la Argentina eso sucede muy a menudo, cuando artistas y políticos son condenados al ostracismo y luego de su muerte la prensa "descubre" sus virtudes y el legado que dejaron a las futuras generaciones.
También estoy escuchando música, volviendo a los Beatles, algo de Oasis, un poco de Red Hot Chili Peppers, y tratando de rescatar del olvido todos aquellos discos que duermen en el fondo del baúl. Algunos, debo reconocer, son tan mediocres que no vale la pena molestarse en escucharlos nuevamente, pero traté durante estos años de no seguir una moda o una tendencia en cuanto a la música. Por ejemplo, tengo un solo disco de Nirvana ("Nevermind", como se imaginarán), y no lo escucho nunca, porque me parece una de las bandas más sobredimensionadas de la historia. No eran tan revolucionarios, rebeldes y apáticos como nos quisieron hacer creer. Llegaron en el momento justo, la pegaron, e inclusive antes de que muriera Kurt Coabain ya el éxito no les sonreía tanto en los últimos tiempos. Pero así funciona la fama, las coincidencias, y el oportunismo. Ni más ni menos que eso.
Otra cosa que me molesta es que me vía Internet me pidan tener que actualizar programas. Ya hemos hablado aquí del Messenger, pues bien, ahora resulta que Mozilla y Explorer (los dos navegadores más populares) también nos están pidiendo que instalemos una nueva versión supuestamente mejor. Algún día quisiera encontrarme con el programador que diseña las actualizaciones y preguntarle qué criterios tiene en cuenta para que los resultados sean cada vez más desconcertantes.
Disco recomendado del día:
Miles Davis, "Kind of Blue" (edición original 1959, edición remasterizada de 1997).
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