21 de mayo de 2011

Aquellos años maravillosos de la vida


Crecer no siempre implica evolucionar. Conozco mucha gente adulta que se comporta como si no hubiera vivido, del mismo modo que hay pendejos que pretenden actuar como adultos, o quizá debieron asumir esa responsabilidad ante la dejadez de sus progenitores. Pero si me dan a elegir, creo que los adolescentes son más espontáneos y sinceros que los mayores. Viven en una nube de pedos, como es lógico y propio de su edad, y son los primeros en adoptar los hábitos que luego se vuelven masivos. Los pendex están fascinados con Facebook, por ejemplo, y se jactan de ver quién agrega más "amigos" a su lista. De hecho, algunos ya han alcanzado el límite de  5.000  amistades o conocidos.

Sin lugar a dudas,  me encantaría tener 2.500 amigos de verdad, de carne y hueso y no meramente virtuales, o lo que yo denomino "amigos por extensión". Es decir, gente que uno conoce remotamente por alguna circunstancia fortuita y con la cual (se supone) hay cierta afinidad. 

Por mi profesión, hay situaciones en la que uno debe relacionarse con los adolescentes y de interiorizarse por sus inquietudes, por ejemplo, en el marco de algún evento cultural. En principio parecería vuelve difícil. Y ahora entiendo a qué se referían aquellos que hablaban de la "brecha generacional". Son diferentes formas de pensar, que sus propias de distintas etapas de la vida. 

Cuando tiene 15 años, piensa que todo será eterno, que vivirá para siempre, que no hay límites para lo que se quiera hacer, y que podremos triunfar sorteando todo tipo de escollos. Conforme pasan los años, nos vamos dando cuenta de cómo funciona el mundo realmente y de nuestras limitadas posibilidades de acomodarnos dentro de "el sistema". Quizás porque siempre me interesó indagar en el paso del tiempo, es que surgió esta nota. Las adolescencia pasa demasiado rápido, y si hay recuerdos que uno atesora de aquellos años, es porque los constrasta con situaciones actuales. Éramos felices, y ni siquiera lo sabíamos. O éramos desdichados, pero no nos importaba.

Resulta más que obvio que los pendex de hace 20 años atrás no son iguales que los de ahora. Es que la sociedad en su conjunto ha cambiado, y negar esto o creer que está todo bien es querer tapar el sol con las manos. Punto final. No los aburriré con este ejercicio de filosofía barata, para evitar caer en la cursilería. Say no more. 

Cayéndose a pedazos

  Nos estamos cayendo a pedazos. Más allá de lo desastroso que es el gobierno de Milei, y que salta a la vista, hay otros aspectos a conside...