15 de mayo de 2011

Noventa minutos de domingo


Por primera vez luego de mucho tiempo, estoy viendo un partido de fútbol por TV. Se trata, ni más ni menos, del denominado "Superclásico" entre Boca y River. A decir verdad, soy hincha de Boca, pero no tengo fanatismo alguno como supe tener años atrás. A veces me entero por los diarios o por los comentarios de la gente que el equipo anda mal o que ha perdido un partido de manera insólita, o que el jugador Fulano o Mengano tuvo una decepcionante actuación. La verdad es que no sigo a Boca durante el campeonato, y me interesa muy poco el resultado de un partido. Pero de vez en cuando hay partidos de "ida y vuelta", con muchas situaciones de gol, que vale la pena ver. Cuando los jugadores dejan el ego en el vestuario y se ponen a pensar que integran un equipo, eso se nota en la cancha.

En este domingo melancólico y aburrido, encontré una salida al tedio viendo Boca-River, que están lejos en la tabla de posiciones pero que mantienen el orgullo intacto cuando les toca enfrentarse.
Ahora que existen más los partidos codificados, cualquiera puede verlos bajo el paraguas del nunca bien ponderado "Fútbol para todos", que le cuesta al Estado 600 millones de pesos anuales. Ya he hecho pública mi posición al respecto, y es que no estoy en contra de la gente que quiere ver los partidos sin tener que pagar un plus. Sólo creo que existen otras prioridades, y que difícilmente los indios tobas que cortaron la Avenida 9 de Julio y que fueron obligados a volver a Formosa puedan disfrutar de un evento deportivo televisado cuando ni siquiera tienen luz y viven en condiciones de extrema pobreza.

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