30 de julio de 2011

Cada uno cuida su pellejo


Mucha gente no entiende demasiado esto de las elecciones primarias. Y sinceramente no los culpo, porque yo tampoco le encuentro la vuelta al asunto. Es decir, comprendo para qué están, pero no sé si eran realmente necesarias. Insume un gasto considerable, como todo comicio, y no es una elección general en la cual se definen las cosas de fondo. Muy pocos se tomaron el trabajo de explicar qué se vota, y cuáles son los motivos para instituir estas "primarias". La campaña ya se siente en los spots televisivos, en los afiches callejeros, en los puestos de la vía pública donde informan a la gente el lugar de votación. En lo que a mí respecta, me resultan unas elecciones totalmente innecesarias, y que pretenden favorecer al kirchnerismo haciendo una depuración de los partidos que obtengan pocos votos para que no puedan presentarse a las presidenciales.

Ya casi nadie se acuerda de los "radicales K", muchos de los cuales ocuparon funciones de jerarquía. Y qué mejor ejemplo que el vicepresidente Cobos para referirnos a los radicales conversos. Después de la experiencia de 2001, desconfío de todo tipo de alianzas, ya sean oficialistas u opositoras. Son meramente electoralistas, para repartirse cargos, pero si llegan al poder no ofrecen ninguna garantía de gobernabilidad. Primero provocan decepción y luego indignación. Porque nos comimos el verso de la tolerancia y el consenso y luego, cuando fueron gobierno, había furiosas internas políticas entre ellos para dirimir quién se iba a quedar con la mejor tajada. Estamos lejos de 2001, es verdad, pero no creo en absoluto que ahora estemos viviendo la "nueva política". Es más de lo mismo. Deberemos acostumbrarnos a que la corrupción es intrínseca a toda gestión de gobierno? Que acceden a un empleo los amigos o afiliados del partido político de turno? Los "panqueques" o "camaleones" siguen existiendo, y nada hace pensar que vayan a desparecer. El político cambia según su conveniencia, y los principios que tanto solía defender se los guarda en el bolsillo hasta que haya otro golpe de timón. No nos engañemos ni seamos ingenuos. Lo más triste es que se pretenda manipular y seducir a la juventud desde un discurso progresista o de izquierda cuando este gobierno está lejos de representar esta tendencia. Punto final.

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