22 de diciembre de 2011

Con los pies sobre la tierra

Con el tiempo, aprendí que hacer un "balance" de lo transcurrido durante estos 12 meses no sirve demasiado. Mucha gente se pone a pensar en los logros conseguidos y en las cuentas pendientes, pero en mi caso ya dejé de hacer ese ejercicio mental para tratar de disfrutar lo que me brinda cada día. Por supuesto, hay días en los que no sucede nada significativo (son la mayoría), pero es lo que tenemos hoy, lo que nos ofrece el destino. Muchas decisiones no dependen de nosotros, pero a menudo tomamos esa realidad como pretexto para no hacer nada en beneficio propio y quedarnos en la inactividad. Yo no quiero pensar en 2012 ahora, tal vez sería provechoso hacerlo, pero prefiero pensar en las cosas que están a mi alcance. Todos tenemos proyectos, ilusiones, metas, o como quieran llamarlo. Sin embargo, siempre sucede algo que impide que se concreten. No llegamos en el momento oportuno, no supimos darnos cuenta a tiempo, o no tuvimos una visión superadora. Yo ya no quiero pensar a largo plazo, y creo que es el mejor consejo que les puedo dar: plantearnos objetivos alcanzables, que estén dentro de nuestras posibilidades, sin renunciar a nuestros sueños. Porque todos tenemos sueños, albergamos esperanzas, y queremos vivir mejor. Pero tengamos en claro que vivimos en una sociedad, y que en un instante un hecho fortuito puede cambiar por completo nuestros planes. A tenerlo en cuenta para no crearnos falsas expectativas. No intentemos avanzar más allá de nuestros límites o capacidades o seamos conscientes de nuestras limitaciones. El 2012 puede ser un buen año, desde luego, pero no depende sólo de nosotros. Y por favor, no nos sintamos culpables cuando las cosas no nos salen bien. Punto final.

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